El zinc es uno de los oligoelementos más importantes para nuestra salud junto con el hierro, ya que, al encontrarse presente en las células de todo el cuerpo, es necesario para que el sistema inmunitario funcione correctamente, lo que le hace adquirir un papel fundamental en funciones como la división y crecimiento de las células, en la cicatrización de las heridas o en la prevención de algunas enfermedades de la piel, estando involucrado, incluso, con los sentidos del gusto y del olfato. Asimismo, este mineral, que podemos encontrar en múltiples alimentos, tiene una acción notable sobre la salud del cabello, debido a que ayuda a fortalecer la fibra capilar y le aporta vitalidad, además de frenar la caída del pelo y contribuir a estimular su crecimiento, según explican desde Hospital Capilar, corporación del sector capilar.
“El zinc participa en, al menos, 200 procesos enzimáticos y contribuye en numerosas funciones fisiológicas, incluyendo el crecimiento e integridad celular, la respuesta frente al estrés, la inmunidad, el desarrollo y crecimiento fetal o la formación de hueso; lo que significa que una insuficiencia de este elemento en nuestro cuerpo, podrá ocasionar diversas alteraciones como depresión, disminución en la capacidad reproductiva, retraso en el crecimiento corporal, anemias o diarreas. En lo que respecta al pelo, es conveniente recalcar que un déficit de este mineral tendrá efectos negativos en la salud capilar, al ser el encargado de proteger el bulbo y de evitar alteraciones en el ciclo de vida del cabello, que podrían traducirse en una caída prematura, con un pelo que pasaría a fase telógena y se desprendería del bulbo piloso”, explica la doctora Raquel Amaro, de la clínica Hospital Capilar.
El zinc se encarga de regular la producción de sebo y de eliminar la caspa presente en el cuero cabelludo, así como de favorecer la síntesis de queratina y colágeno.Así, el zinc juega un importante papel en el ciclo del folículo piloso, al ser un potente inhibidor de su regresión y acelerador de su recuperación; por lo que su ingesta incidirá en el crecimiento del cabello y se encargará de prevenir, por tanto, la pérdida del mismo. Además, este elemento se encarga de regular la producción de sebo y de eliminar la caspa presente en el cuero cabelludo, así como de favorecer la síntesis de queratina y colágeno, proteínas esenciales para un cabello sano, actuando contra el envejecimiento prematuro del pelo y protegiendo su pigmentación; retrasando, por ende, la aparición de canas.
“La falta de zinc es una de las principales causas del deterioro de la estructura de la proteína del folículo piloso y, por ello, al existir una deficiencia de este mineral en nuestro organismo, observamos un cabello más débil y quebradizo que se rompe fácilmente, seco, sin brillo y con falta de volumen. No obstante, la carencia de este nutriente no produce alopecia como tal, ya que, en esta patología, existen también otros muchos factores que influyen”, puntualiza la doctora Amaro.
Otra de las funciones importantes del zinc es la regulación y equilibrio de los niveles hormonales, al participar indirectamente en la síntesis de dihidrotestosterona o DHT (hormona que nuestro organismo fabrica y que es responsable, en gran medida, de la alopecia androgénica) mediante la regulación e inhibición de la enzima 5-alfa-reductasa, llegando a reducirla hasta en un 30%; y es por ello que, la cantidad que tengamos de este mineral en el organismo, será fundamental a la hora de prevenir la caída del pelo.
Por otro lado, es importante señalar que los beneficios del zinc se observan también en la piel, ya que diversos estudios vinculan la carencia de este oligoelemento con trastornos dermatológicos como el acné, la dermatitis o la psoriasis. De esta forma, a nivel cutáneo, el zinc presenta propiedades secantes, cicatrizantes y antiinflamatorias, generando una disminución del eritema y la inflamación y contribuyendo, por ende, a mejorar estados de descamación.
Asimismo, cabe destacar que, durante determinadas épocas vitales como la infancia, la adolescencia o el embarazo, será primordial ingerir una cantidad adecuada de zinc. De esta forma, según apunta la especialista de Hospital Capilar, “la ingesta de zinc recomendada en adultos sería aproximadamente 8 mg/día para las mujeres y 11 mg/día para los hombres. Sin embargo, en casos puntuales, como ocurre durante la gestación y lactancia, las necesidades se incrementan, respectivamente, hasta 11-12 mg/día y 12-13 mg/día, ya que este elemento es muy importante para el desarrollo y crecimiento normal del feto. Por otra parte, existen determinados grupos poblacionales con mayor riesgo de deficiencia de zinc, como ocurre en el caso de personas con patologías como colon irritable, celiaquía, testados de anemia, alcoholismo, vegetarianos estrictos o niños prematuros”.
El zinc, un componente fundamental en nuestra dieta
Numerosos estudios relacionan el consumo de alimentos ricos en zinc con la capacidad de nuestro cuerpo para combatir los efectos que una situación de estrés desencadena en el organismo, entre ellos, el debilitamiento del sistema inmunológico.
Por ello, para hacer frente a esta situación, se recomienda seguir una dieta variada y equilibrada para obtener la cantidad precisa de este mineral, haciendo hincapié en la gran cantidad de alimentos que nos proporcionan altas dosis de este elemento, como ocurre con mariscos como las ostras, una de las principales fuentes de zinc, con un aporte que alcanza los 59,2 mg por cada porción de 100 g, así como carnes rojas, lácteos, huevos, legumbres como lentejas o frijoles, frutos secos como almendras y anacardos, cereales integrales o semillas de calabaza o de sésamo.
"Aunque el zinc tiene un amplio margen de seguridad, es importante conocer la dosis recomendada y no sobrepasar los 40 miligramos diarios, con el fin de evitar posibles efectos adversos como náuseas, vómitos y diarreas", dice la doctora Amaro.No obstante, en aquellos casos en los que existan mayores necesidades dietéticas o en los que haya un mayor riesgo de tener deficiencia, se aconseja recurrir a un consumo adicional en pastillas o suplementos, siempre bajo la recomendación de un especialista. “Aunque tiene un amplio margen de seguridad, es importante conocer la dosis recomendada y no sobrepasar los 40 miligramos diarios, con el fin de evitar posibles efectos adversos como náuseas, vómitos y diarreas. A largo plazo, un consumo abusivo de zinc podría provocar trastornos como deficiencia de cobre o una reducción de la inmunidad; un exceso que suele producirse por los suplementos”, subraya la doctora Amaro.
Por último, cabe recalcar que la deficiencia de este oligoelemento también puede complementarse con sesiones de Plasma Rico en Plaquetas (PRP), que fortalecen el pelo y favorecen la regeneración capilar. En caso de diagnosticarse un problema de alopecia, el tratamiento debe ser individualizado, debiéndose recurrir a fármacos específicos, bien sea a nivel oral, tópicos o en mesoterapia, en función de cada caso concreto.