“EN MATERIA DE NEGOCIOS, NADA HAY EFECTIVO MIENTRAS NO ESTÉN TERMINADOS.”
Maurice Talleyran.
Príncipe francés, obispo
y hombre de Estado
(1754-1838)
En contra de lo que muchas veces decimos: “ver para creer”, en un negocio, en una peluquería, en lo referido al proyecto de una empresa, cualquiera que sea la naturaleza de ésta, lo que hay que hacer es creer, para después ver. O lo que es lo mismo, hemos de sembrar, y saber sembrar, barajando cada posibilidad y factor de influencia, de modo que, a medio y largo plazo, podamos ver y disfrutar de sus frutos.
Recibimos en nuestra redacción numerosas cartas de personas que en dos, tres, seis meses, deciden cerrar el negocio que con tanta ilusión abrieron. Un salón de peluquería del que lo esperaban todo, y dicen, no haber recibido nada. ¿Es ésta una decisión acertada? Me atrevo a aseguraros que no.
Una peluquería no es una lámpara que se frote, apareciendo el genio Aladino, el cual hará que se cumplan nuestro deseos. Una peluquería, como cualquier empresa que se precie, sea del tamaño que sea, es una apuesta de futuro que necesita de un presente comprometido.
¿Queremos ser dueños de un salón para salir del paso porque fulanito o menganito nos ha dicho que una peluquería es un negocio de éxito? ¿O verdaderamente vamos a comprometernos con la puesta en marcha de un proyecto de empresa?
Hemos insistido en numerosas ocasiones desde estas líneas en la necesaria formación para convertirnos en empresarios del sector. Una vez más, volvemos a hacerlo. Las ideas geniales, existen, sin duda. Pero éstas no sólo lo serán gracias al factor “suerte”, del que todos, en una u otra medida, dependemos en determinados momentos, sino que serán verdaderamente geniales cuando logren los objetivos para los que fueron creadas.