Tiene en el ADN el gen barbero recorriendo toda la cadena de arriba a abajo y de abajo a arriba, audaz e inquieto. De hecho, le hierve en las venas. No en vano, lo suyo es una familia de barberos con el oficio atado a sus manos. Se llama Rosana, Rosana Calvo, y de este gen se alimenta, el de la peluquería.
Pero lo de Rosana ya no es solo herencia genética, sino también arte, el de prótesis y pelucas, no solo pelo. Fue su padre, barbero, quien iniciara a la saga en el manejo de tales apliques. Rosana, por su parte, fue la única de los tres hermanos, Álvaro y Alberto Calvo y ella misma, que recogió este testigo en concreto, el de 'tratar' las secuelas de los tratamientos del cáncer, por ejemplo, entre ellas la alopecia.
"Yo soy un espíritu inquieto y creo que una todoterreno", dice y comienza Rosana, contenta, nerviosa y entregada -reitero-, creo que su cualidad más preciada. "Así que fui la única de la saga que continué con esta labor, la de prótesis, apliques y pelucas y me dediqué a ella".
De entonces hasta ahora han pasado 25 años. Rosana Calvo Haircare Salon es su templo, el cénit, el centro. El eje que le sostiene. El núcleo de su universo. Peluquería, cabello, belleza, estética, cabinas para tratamientos; maquillaje, asesoría; oncología y mejora de la imagen y la autoestima; piel, uñas, cabello... Lo dicho, el universo.
Vivo mi vida y mi trabajo ahora desde mi propia madurez, lo que me hace comprender aún mejor esta enfermedad, el cáncer, y sus secuelas en las mujeres.
Beauty Market: Un tema apasionante, pero también muy duro. ¿Cómo afronta Rosana Calvo y desde hace ya casi tres décadas la atención y el cuidado al paciente oncológico?
Rosana Calvo: Con experiencia vital. Nada más te puedes enfrentar a un reto de este tipo con lo que llevas dentro y lo que sabes, con tu propia vida, con tus sentimientos limados y domados, dirigidos hacia donde deben ir que es ni más ni memos que fijarte en cómo mejorar su imagen, en ejercer tu oficio de la manera más profesional posible. Cuando comencé me dejaba el corazón, y duele. Por eso, además de empatizar, por supuesto, se ha de racionalizar para conseguir lo mejor y no hacerte ni hacer daño. Vivo mi vida y mi trabajo ahora desde mi propia madurez, lo que me hace comprender aún mejor esta enfermedad, el cáncer, y sus secuelas en las mujeres. Y no sólo el cancer, sino otras patologías y problemas.
B.M.: ¿Tu propia naturaleza y condición, la de ser mujer, te ayuda en este proceso?
R.C.: Sí, creo que la mujer en general posee una sensibilidad, una gran sensibilidad que le define y diferencia. Y la cual le hace que necesite sentirse muy querida, comprendida y muy bien. Por eso, en ellas, la imagen es fundamental. Y por eso también, una mujer se enfrenta a este tipo de casos con todo y su propio conocimiento. Necesitamos vernos bonitas para dar comienzo al día a día. Imagínate entonces si se trata de una paciente oncológica. Ahí lo pongo todo. Y a pesar de los años transcurridos compruebo no obstante, que cada vez disfruto de mayor riqueza en este sentido, al ser también cada vez más humana, empática y profesional al tratar a estas mujeres. Una gran satisfacción, sin duda.
B.M.: No obstante, a pesar de tu propia experiencia vital y los orígenes aprendidos de tu padre, ¿cómo se forma Rosana Calvo?
R.C.: Siempre estoy a la búsqueda de formación e información. Siempre en contacto con talleres, empresas, especialistas... Un cliente en una peluquería con un perfil de complejo es mucho más difícil de atender y de satisfacer, por eso, se ha de estar siempre a punto. Aprendo, busco, investigo sobre tipos y clases de cabello, elijo el que me gusta, decido, dudo, procedo... No partimos con este tipo de clientes de la situación ideal. No se trata de cortar un flequillo o aplicar un color de fantasía. Se trata de la mejora de la imagen global y de la autoestima, lo cual te exige mucho, la verdad.
No dejo de formarme para hacer un corte mejor, un color mejor. Vengo a su vez de una casa donde no ha valido todo, algo que nos define tanto a mí como a mis dos hermanos, Álvaro y Alberto.
B.M.: Pero Rosana no solo se queda ahí. Rosana también desarrolla en su salón su faceta más peluquera y típica de la profesión. ¿Cómo es Rosana peluquera, cuáles tus cualidades, cuál tu forma de trabajar?
R.C.: Rosana peluquera es la que más me gusta a mí (exclama; se le escapa una risa saltarina). ¿Sinceramente? (Y no lo duda, responde a la velocidad del rayo.) Rosana peluquera es una profesional al extremo perfeccionista, maniática y absolutamente apegada a lo que le gusta y cómo le gusta el cabello. Igualmente que no dejo de formarme para hacer un corte mejor, un color mejor. Vengo a su vez de una casa donde no ha valido todo, algo que nos define tanto a mí como a mis dos hermanos, Álvaro y Alberto. Porque, realmente, he de insistir, no todo vale.
B.M.: Y en este transcurrir, 25 años, ¿cuál es tu percepción acerca de la evolución y el propio transcurrir de la peluquería en general y en nuestro país?
R.C.: Lo que más me preocupa y no me gusta es que en general tendemos a valorar a la baja a nuestra profesión. Y no hablo solo de precio final, que también. Y si esto ocurre es que estamos desarrollando 'a medias' nuestra labor. Lo cual es un círculo vicioso, de difícil salida. Si no ofreces un servicio digno tampoco podrás cobrar un precio digno. Considero que algo que lleva tanto bagaje profesional, formación, creatividad, lucha y pelea, y una profesión en el que la mayoría somos autónomos, con lo que ello conlleva, no puede valer tan poco.
Lo que más me preocupa y no me gusta es que en general tendemos a valorar a la baja a nuestra profesión. Y no hablo solo de precio final, que también.
B.M.: Porque la peluquería, no nos cansamos de repetir es una profesión artesana.
R.C.: Efectivamente, en la que tus manos valen y mucho. Y con un tiempo de dedicación y entrega por parte del profesional que ha de ser valorado y estimado.
B.M.: Con otro handicap que en algunos momentos parece invencible, el del menor número de visitas de la mujer al salón, un clásico que permanece, por desgracia, desde hace muchos años en el ideario de las peluquerías. ¿Cómo se puede entonces aumentar el ticket medio de un salón?
R.C.: Revalorizar el ticket de un salón pasa por una buena formación de equipo que asegure el mejor servicio. Su propio nivel es el que elevará nuestra categoría e ingresos. Y por supuesto, existen muchas formas de negocio que se pueden incorporar a los salones, difersificando la oferta y por lo tanto la fuente de ingresos, maquillaje, bodas... No obstante, reitero, si lo tuyo es un servicio 'gourmet', el ticket deberá serlo a su vez. El destino ha de ser y estar en la excelencia. Claro, todo esto genera una gran presión, pero en ello está la razón del éxito. Si conseguimos la excelencia, la peluquería volverá a ser valorada como antaño. Esta debería ser la meta de la peluquería en su conjunto.
B.M.: A Rosana la vimos no hace mucho como participante de un concurso en peluquería, ¿qué opinas de los mismos?
R.C.: Creo firmemente que los concursos aportan ese plus de ilusión al profesional y el salón que necesita. Y que si el trabajo está bien hecho, las bases correctamente pautadas y existe la libertad de elegir al mejor, entonces, los concursos son pura energía y alimento para el peluquero que está inmerso en la rutina de su día a día y la cual a veces no nos deja ver lo mucho que hay más allá. A mí esta experiencia me lo aportó, fue para mí toda una alegría, sinceramente.
En mi salón las novias disfrutan de su propio espacio, atención y servicios específicos y únicos y se les convierte en el centro del universo.
B.M.: Hablamos del I Previa Talent, donde además, Rosana presentó no sólo una propuesta y creación de peluquería sobre el escenario, sino una verdadera performance en toda regla en lo referido a la puesta en escena con un concepto del corte y el color, espectacular. ¿Dónde te encuentras más a gusto cuando trabajas, con las tijeras, en el tinte, el peinado...?
R.C.: ¡Madre mía! (suspira.) No puedo entender el color sin un bonito corte que lo sustente y viceversa. Además, no lo puedo entender sin un buen peinado. Y, además... Para mí la guinda del pastel es un buen maquillaje.
B.M.: Pero hay más, añado. El mundo novias es también tu esfera.
R.C.: Sí. Se trata de un mundo muy especial, casi mágico, en el que mis clientas, cuando se convierten en novias, se transforman. Se trata de un cambio radical en muchos aspectos. En mi salón las novias disfrutan de su propio espacio, atención y servicios específicos y únicos y se les convierte en el centro del universo. El día de la boda para una mujer es el día más importante de su vida, se dice, y en ese día, el peluquero es alguien a recordar. Mis novias se acuerdan de mí por haber contribuido a su felicidad.
B.M.: ¿Qué es lo que te aporta esta profesión, Rosana? ¿Qué te ha dado, qué te da todos los días?
R.C.: Esta profesión me ha hecho, me hace persona, mujer. Era una niña cuando empecé y con ella he crecido. Ha despertado en mí todo aquello que seguramente, si no hubiese sido peluquera, no hubiera conocido de mí misma. Soy una persona a la que le encanta dibujar, por ejemplo, desarrollar distintas facetas artísticas. Sin la peluquería, esa 'vis' artística no hubiera salido a la superficie. Aunque, realmente, la peluquería y yo, yo y la peluquería nunca hemos sido dos cosas aparte. Yo empecé a hacer cortes a los 10 años, con lo cual tampoco sé que es la peluquería sin mí y yo sin la peluquería.
Lo más difícil del día a día es dirigir a los equipos, aprender a empatizar con ellos y que ellos a su vez sean el fiel reflejo de mi filosofía, la extensión de mis manos, el hilo conductor de mi propia artesanía.
B.M.: En este sentido, Rosana es mujer trabajadora, es esposa y es madre, ¿cómo se compatibiliza todo esto?
R.C.: No se compatibiliza. Se sacrifica. Aunque yo intento compensarlo, de hecho lo hago, con todos los medios posibles a mi alcance.
B.M.: Eso sí, llevando como compañero a Javier Val, tu marido y fotógrafo de cabecera cuando Rosana se decide por la creación de editoriales y colecciones de peluquería. ¿Cómo comienzas a hacer colecciones, desde cuándo y para qué?
R.C.: Comencé hace 4 o 5 años, no hace mucho, la verdad, porque me di cuenta que si en las RR SS y el mundo on-line no disponía de la imagen atractiva que yo buscaba en otros salones, no era nadie. Así que decidí mejorar y perfeccionar mi propia imagen y la de mi salón, y así empecé a crear colecciones.
B.M.: ¿Rosana cree que en España se hace buena peluquería?
R.C.: Creo que somos los mejores peluqueros de Europa (y no le tiembla la voz al decirlo).
B.M.: Cuando una clienta entra a tu salón, ¿pide moda, o la moda se la da el peluquero?
R.C.: Si hablo de mi salón, a título personal, mi clienta pide asesoramiento porque busca una mejor imagen y que ésta se transmita a los demás. Por eso, he de decir que particularmente me siento como asesora cuando desempeño mi labor.
Soy una persona a la que le encanta dibujar, por ejemplo, desarrollar distintas facetas artísticas. Sin la peluquería, esa 'vis' artística no hubiera salido a la superficie.
B.M.: ¿Tus clientas te prestigian?
R.C.: Sí, me valoran, por supuesto.
B.M.: Entonces, volvemos al principio, el valor del peluquero, comienza en uno mismo.
R.C.: Sin duda. Preparación, capacitación y disposición para ser un buen, un excelente profesional.
B.M.: ¿Qué es lo más difícil de tu día a día?
R.C.: Dirigir a los equipos, aprender a empatizar con ellos y que ellos a su vez sean el fiel reflejo de mi filosofía, la extensión de mis manos, el hilo conductor de mi propia artesanía. Pero, que no se entienda mal, no es por un tema de ego, sino de servicio.
B.M.: Hablamos de marca entonces.
R.C.: Sí, de marca, ahora que está tan de moda lo de la imagen de marca, de eso precisamente se trata a la hora de que tus equipos sean tú mismo.
B.M.: ¿Y lo más difícil del capítulo empresario, que es lo que es al fin y al cabo Rosana y cualquier propietario de un salón de peluquería?
R.C.: El que no desconecto, el que nunca se desconecta. A eso también hay que saber responder y acostumbrarse.
B.M.: ¿Qué esperas del futuro?
R.C.: Salud, la necesaria, para levantarte al día siguiente y trabajar y seguir en el camino, aprendiendo y aportando cosas nuevas, sumando. Y que podamos disfrutar de nuevo de la peluquería a un nivel como el que yo he vivido cuando era pequeña, cuando la peluquería era un referente, gente muy trabajadora y a su vez muy bien valorada.
Mi corte fetiche es el estructurado y lineal, muy trabajado, hasta la perfección extrema. Me confieso absolutamente 'fan' y rendida a los cortes Vidal Sassoon.
B.M.: ¿A quién admiras?
R.C.: A mi hermano, a mis hermanos, a Álvaro por su amor y valentía, a Alberto por su concepto de la vida y la peluquería.
B.M.: ¿Tijera, peine o paletina?
R.C.: ¡La tijera! (no le cabe la duda.)
B.M.: Tu corte fetiche...
R.C.: El estructurado y lineal, muy trabajado, hasta la perfección extrema. Me confieso absolutamente fan y rendida a los cortes Vidal Sassoon.
B.M.: Y un broche de oro a tu impronta, dedicación y veteranía. Nominada a Mujer La Rioja 2019.
R.C.: Sí, ¡no sabes qué emoción y qué nervios! ¡Increíble! Nominada a Mujer La Rioja 2019 por mi trabajo y labor solidaria con las pacientes oncológicas. Un premio de Atresmedia, cuyo ganador o ganadora se conocerá en noviembre y al que no me he presentado yo, sino que lo han hecho mis clientas. Sinceramente, una gran alegría que me hizo llorar, ni te imaginas cómo. De verdad, algo a lo que estoy absolutamente agradecida.