"Los hombres geniales empiezan
grandes obras, los hombres
trabajadores las terminan".
Leonardo Da Vinci, fue un polímata
florentino del Renacimiento italiano.
Tan solo hace un año que nos dejó uno de los profesionales más importantes que ha dado nuestro país, como mínimo el más singular, fecundo e influyente, el gran Lluís Llongueras.
Trabajó para ser el primero y fue el último en irse, de una generación fértil que contó con otros grandes de la peluquería española como Alberto Cebado, Pascual Iranzo, Hermanos Blanco, Raffel Pagés, Antonio Bellver, José Luis grupo moda, Joan Anglada entre otros muchos nombres.
El primero y único en montar una peluquería en Paris, el primero en entender que debía ser negocio, el primero en montar un conglomerado de negocios de hasta 120 salones, 50 de ellos en España y en otras ciudades como Nueva York, Tokio, Buenos Aires, Ginebra o Montevideo, en ceder su nombre a productos de cosméticos, en fundar un medio de comunicación profesional... Un genio sí, pero también un activo trabajador.
Y además de todo ello tuvo tiempo para ser padre, hermano, jefe, esposo, amigo de sus amigos, y ser humano con múltiples aficiones artísticas, cuyo legado perdura y perdurará a lo largo del tiempo.
Su mejor consejo: "Sé tu mismo y vive la vida, crea sin miedos", así se lo decía a sus equipos.
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