Raffel Pages, además de ser uno de los mejores peluqueros de España, se ha caracterizado siempre por buscar la excelencia en el sector, intentando poner todo de su parte para mejorar los problemas que atesora la peluquería en nuestro país.
Por este motivo, en Beauty Market nos hemos puesto en contacto con Raffel para conocer sus impresiones tras la subida del IVA en el sector de la peluquería y sus repercusiones.
Beauty Market: ¿Cómo ve la actual situación de la peluquería tras la subida del IVA del 8 al 21%?
Raffel Pages: Veo al sector un poco tocado, pero no menos que otros sectores.
B.M.: ¿Qué quiere decir con ello?
R.P.: Qué lo que existe en realidad es miedo en la calle, y no es infundado, es real. Ha subido todo: la bolsa de la compra, las energías (agua, luz, etc), la gasolina, el transporte... ha subido todo y la economía familiar se ha resentido, y mucho.
B.M.: ¿Pero en el caso concreto de la peluquería?
R.P.: La peluquería es un servicio agradable que casi se consume una vez al mes, en el mejor de los casos. Que suban dos o tres euros por servicio no creo que nos afecte tanto como dicen. El problema real es que ha subido todo lo demás. Y esta crisis afecta a toda Europa.
B.M.: España, Italia, Portugal...
R.P.: Sí, pero en París también están tocados. Todo el mundo habla de España, Italia y Portugal, y ya no te digo de Grecia, pero en París, donde yo tengo dos salones, también lo están notando.
B.M.: Sin embargo, el aumento del IVA en las peluquerías españolas, ha provocado un cierto nerviosismo en el sector.
R.P.: En los telediarios, cuando se habla del aumento del IVA, siempre sale una peluquería. Pero como he dicho, la crisis afectará más a otros sectores que a la peluquería. Nuestro sector es más que necesario para dar una imagen perfecta, requerida en el puesto de trabajo, tanto sea para una fábrica como para una oficina.
B.M.: Uno de los temas que se han hablado últimamente es que falta una asociación fuerte a nivel nacional para defender los intereses del sector.
R.P.: Un buen numero de peluqueros reconocidos, como Cebado, Llongueras, Rizos o Romero, entre otros, lo intentamos. Enviamos una carta a los dos ministros, tanto al de Economía como al de Hacienda. La carta la leyeron la semana pasada y nos dijeron que, lamentablemente, el IVA es intocable, y que nunca en la vida puede haber un reestudio, y menos hacerlo ahora escalado: subir este año un 5%, el siguiente otro 5%, y así hasta llegar al 13% en tres o cuatro años.
B.M.: Entonces, ¿Cuál es el futuro que nos espera?
R.P.: El futuro pasa por adaptarnos a la propia selección, digamos natural. Es evidente que habrá un cambio, pero no solo en la peluquería, sino en toda la sociedad.
B.M.: ¿Qué quiere decir con eso?
R.P.: Lo que está pasando actualmente es que a más paro, más paro se genera. El cliente consume productos o servicios, sea el que sea: ropa, zapatos, accesorios, peluquería, gimnasio... Una persona que trabaja, y digamos que cobra 1.200, o 1.300 euros, destina 300 euros de lo que cobra a estos servicios. Sin embargo, cuanto más paro exista, más repercutirá en el descenso del consumo.
B.M.: ¿Qué debemos hacer?
R.P.: Existe una frase que es muy utilizada últimamente, que es la de reinventarnos. Pero, ¿reinventarnos en qué?, ¿ir todos al low cost? Eso sería el suicidio colectivo.
B.M.: ¿Y la alternativa?
R.P.: Lo único que a mí se me ocurre, y que estoy exigiendo en mis salones, es que se trabaje con más alegría. Comprendo que con la que está cayendo no es fácil, pero hay que vender mucha emotividad, muchas buenas sensaciones a la clienta, además de darles un excelentísimo servicio. Aquí sí que se puede dar un plus más, mejorando nuestro servicio.
B.M.: ¿Falta calidad en la peluquería española?
R.P.: El nivel de la peluquería española es excelente. Tenemos un complejo con la peluquería francesa que no es cierto. Existen grandes cadenas en Francia donde el servicio es especialmente justo. Yo envío clientes piratas a varios salones de Europa, y hay salones que se dicen de lujo y no se porqué, ya que no hacen un masaje capilar a la hora de poner el champú o cualquier otro tratamiento del cabello. Tampoco te acompañan, cuando han acabado el servicio, hacia la caja. En Francia no dan un mejor servicio que aquí.
B.M.: ¿Por qué no nos valoramos tanto?
R.P.: Lo que hay que valorar es el nivel de autoestima del peluquero. Igual es porque en la peluquería española, en general, hay un nivel cultural bajo por tener sólo unos estudios básicos o poco potentes. Nos creemos la cenicienta de la sociedad.
B.M.: ¿La formación en España es baja?
R.P.: La formación en España es un poco justa, pero está empezando a cambiar. La gente que sube desde hace cinco años, que tienen 20, 25 y 30 años, están cada vez más preparados y son muy conscientes que se han de preparar bien.
B.M.: ¿Con estudios complementarios?
R.P.: Cuantos más estudios mejor: psicología, dibujo... todo lo que sea interesante para la imagen humana.
B.M.: ¿Nota esa inquietud en los nuevos profesionales?
R.P.: Yo tengo un Facebook potente, y no es por presumir, pero cuenta con más de 4.000 personas, de las cuales el 90% son profesionales de la peluquería. Cada vez noto más que la gente, especialmente los jóvenes entre 25 y 35 años, se quieren preparar, preparar y preparar.
B.M.: ¿No hace falta un colectivo fuerte para potenciar estas nuevas inquietudes?
R.P.: Los gremios, los colectivos y asociaciones parecen cementerios de elefantes, y perdón por la expresión, pero es que sus dirigentes tienen mi edad, entre 70 y 80 años. Se ponen a dirigir una asociación y piensas: "qué pueden arreglar, si no tienen ni idea, ni tan siquiera muchos de ellos son peluqueros". Entonces, no pueden motivar, ¿y qué es lo que hacen? Pues piensan que todo lo que es formación se puede reducir a un taller de cortes, que está bien apostar por los talleres de cortes, pero hay que decir que en España hay otras prioridades.
B.M.: Al menos el corte lo sabremos hacer bien...
R.P.: En España se corta muy bien el pelo. Todos los servicios básicos se hacen muy bien, y en el color no hace falta ni decirlo. Hoy en día todas las casas tienen tan buenos tintes y tan variada gama que para fallar un tinte tienes que ser un peluquero absolutamente tonto.
B.M.: ¿Dónde fallamos a nivel profesional?
R.P.: No sabemos vender nuestro producto. Eso nos cuesta. Hasta me cuesta a mí, que tengo once salones. Hay que entender que lo que vendemos son ilusiones. Yo siempre digo que peinamos almas, no cabellos. La clienta, cuando viene, viene a relajarse, a buscar una satisfacción que no es solo el peinado.
También es un sector que invierte poco. En una peluquería hay que cambiar cada cierto tiempo, como con la ropa. Esto sí que nos hace daño, y los que se han subido al carro ya en su momento, pasarán la selección natural.
B.M.: ¿Y las peluquerías que no pasarán el corte?
R.P.: A veces oigo: cerrarán próximamente 200 peluquerías en Barcelona, y yo digo, bienvenido sea, porque igual son peluquerías que quizás nunca tendrían que haberse abierto.
B.M.: ¿Existe masificación en el sector?
R.P.: Por supuesto. Es como con los bares. Todo el mundo puede montar un bar. Pero un bar que te hagan un buen gin-tonic, que te atiendan bien, que sea limpio, que los servicios estén inmaculados, que el camarero sea simpático, que siempre tenga una sonrisa en la cara... eso es lo que marca la diferencia, y en peluquería nos está pasando un poco eso, o al menos en un cierto tipo de peluquería.
B.M.: ¿Cree que los políticos pueden arreglar la situación del sector?
R.P.: Estamos en un país donde los políticos, en vez de parecer verdaderos políticos, parecen especialistas en despropósitos. Todos salen a destiempo, no saben hacia donde van, no saben cómo arreglar las cosas. Quieren crear puestos de trabajo y en cambio castigan de una forma brutal a las empresas creadas y a las futuras empresas. Después, como necesitan dinero, realizan inspecciones, y recortes, que son impuestos escondidos o disimulados, ¡y así es como pretenden crear puestos de trabajo!
B.M.: Poca confianza tiene en los políticos.
R.P.: Cuando oigo hablar a los políticos, a los sindicatos o a la patronal, veo que las cosas caen en el mismo saco. Me asusto cuando dicen que crearán puestos de trabajo. Primero, ellos no los crean; segundo, creo que están destruyendo puestos de trabajo, no creándolos; tercero, si no hay facilidades para la creación de nuevas empresas y políticas de protección a las que ya están abiertas, es imposible crear puestos de trabajo.
B.M.: El panorama lo pinta negro...
R.P.: Han subido el IVA y lo asumo. Pero he discutido amigablemente con otros compañeros sobre si saben el beneficio que tienen real, lo que les deja el margen comercial, ¡y no lo saben!
B.M.: Sin embargo, sobreviven.
R.P.: No, no se puede exceder de un 15% el beneficio en una cadena de peluquerías o de un salón. ¿Cómo puede ser que asuman un 13% cuando les está bajando el trabajo? Es la crónica de una muerte anunciada. Así tenemos grandes cadenas, sin citar nombres, que han hecho EREs y han puesto a un 20-30% de personas en la calle.
B.M.: Así está el panorama.
R.P.: Por eso, en vez de hacer tantos shows ni tantas cosas, fui el primero en disparar y decir: ojo con el IVA y me reuní con Llongueras, Cebado, Rizos... y les dije: intentemos reunir a la peluquería española, intentemos representarla defendiendo los intereses de todos, porque todos estamos en el mismo barco.
B.M.: ¿Hubo una respuesta del sector?
R.P.: Yo tengo poca fe en los peluqueros en general. Hay mucha idolatría, demasiado personalismo, demasiadas envidias y demasiado 'yo soy el mejor'. Sin embargo, quizá la mejor peluquera de España esté en un barrio de Alcorcón, corta el pelo perfecto y hace una coloración perfecta, y eso sin tener los medios que tengo yo.
B.M.: Ya veo que el sector no está muy unido, que digamos. R.P.: Falta mucha comunicación y mucho compartir entre los peluqueros. Yo soy Raffel Pages, soy Llongueras o soy Cebado, y me sitúo aquí, como siempre encima de un escenario. Este metro de altura me diferencia de ti... ¡Pues no!: todos abajo, todos sentados en la planta baja y discutamos entre nosotros qué podemos hacer. Y si alguien se enfada, lo lamento mucho, porque si no hacemos algo, cerraremos todos. En el mismo instante que los gastos superen la facturación, en ese momento estarás tocado de muerte.