Suele ocurrir que con el final del verano la caída de cabello es más evidente. Se trata de un proceso natural que ocurre enseguida antes de comenzar el otoño, cuando el número de horas de luz se reduce, afectando a la producción de hormonas sintetizadas en la glándula pineal, especialmente la melatonina, que incide directamente en el crecimiento y caída del cabello.
El pelo es parte del organismo: es un elemento que cumple, como cada célula que tenemos, con un ciclo de vida para luego dar paso a una nueva generación. Por ello, la caída del cabello es algo normal y natural en nuestro tiempo de vida, pero debemos aprender a reconocerla para determinar si eventualmente existe un problema más serio.
Por regla general, el pelo tiene un tiempo de vida de 3 años. En este tiempo nace y crece, partiendo de un folículo polisebáceo. Luego, entra en una etapa de pausa, y finalmente cae, dejando este espacio libre para un nuevo cabello en nacimiento. De tal modo, en un organismo normal se suele perder cabello de manera constante, generalmente durante la rutina de aseo y belleza (al bañarnos y lavarnos el pelo, o al cepillarlo, por ejemplo).
Las personas tenemos un ciclo de vida capilar, lo que supone que cada cabello tiene una fase de crecimiento conocida como anágena, seguida por un estancamiento que se denomina catágeno y una posterior caída, telógeno. El ciclo se controla por un reloj molecular en los folículos, y cada pelo tiene su propio ciclo, que nos permite "mudar" el cabello progresivamente en el año.
También hay al menos dos épocas al año en las que el organismo pareciera regenerarse y prepararse para la próxima estación, aumentando la caída del cabello viejo. Estos lapsos suelen ser al inicio de la primavera y al inicio del otoño en muchos casos, aunque responde a cada cuerpo. La caída estacional del cabello se produce debido a una alteración del ciclo. En verano, como consecuencia del calor, de los rayos UVA y pequeñas alteraciones en el ritmo hormonal, éste se sincroniza, por lo que todos los cabellos crecen de forma rápida, cayendo al mismo tiempo y dando una imagen de pérdida masiva de pelo. Podría compararse con la muda que sufren algunos animales.
Un cabello que ya viene debilitado desde el verano, ante ese abrupto cambio hacia el frío, está expuesto a las inclemencias del tiempo con mayor facilidad, y es a partir de ahí que se justifica su caída, de un modo y en una cantidad que se sale de lo habitual.
Sin embargo, muchos estudios revelan que a principios del otoño los cambios hormonales hacen que aumente la fase telógena, y que se reduzca el número de pelos que crecen en otras estaciones. Esto supone que si normalmente se desprenden una media de 100 cabellos a diario, entre septiembre y noviembre la pérdida es 2 o hasta 3 veces mayor. El proceso suele durar hasta 3 meses y es reversible, y puede también afectar a la barba o los vellos de las piernas. Con el otoño se produce una caída de pelo moderada a raíz del cambio estacional, en conjunto con la sequedad y el escrespamiento propios de la estación.
Para contrarrestar los efectos de la caída del cabello, tener un pelo fuerte, sano y para anticiparse a esas consecuencias indeseadas en relación a los cambios climáticos, se sugiere siempre hacer tratamientos con diversos nutrientes y mantener limpios los folículos capilares. A esos fines, no pueden estar ausentes en nuestra dieta los alimentos que contengan hierro y zinc y, principalmente, las vitaminas A, E y D. Por ello conviene que, una vez que finalice el verano, aconsejes los siguientes pasos a tu cliente:
- Cortar el cabello.
No es necesario cambiar de estilo pero se puede aprovechar para cortar las puntas quebradas y ayudar al pelo a sanar de cara al invierno. - Utilizar el champú y acondicionador adecuados para cada tipo de cabello.
Cada cabello es diferente y requiere de un cuidado menor o mayor. Los productos se componen de ingredientes naturales y ayudan a cuidar la salud capilar, especialmente cuando el cabello es teñido. - Optar por tratamientos que fortalezcan las fibras capilares.
La queratina es rica en azufre y es ideal para todo tipo de pelo encrespado. Al utilizarse en las melenas finas reducen el volumen y el peso, por lo que no es indicado. - Cuidar el cuero cabelludo.
Al lavarlo es bueno realizar masajes con los dedos, esto ayuda a tener un cabello brillante tras un lavado. En el caso de un cuero cabelludo graso, no es lo mejor ya que estimula las glándulas sebáceas, que son las que producen grasa. - No abusar del secador, la plancha o los rizadores sin productos específicos.
Los aparatos alcanzan temperaturas elevadas que pueden dañar el cabello de no utilizarse con el pelo seco y con productos que reduzcan el impacto del calor.