Erika Clareth es boliviana. Tiene una peluquería en el casco viejo de la ciudad de Bilbao en la que hasta hace poco la mayor parte de su clientela era latinoamericana. Pero a Erika siempre le ha gustado ampliar fronteras, "conocer gente de todo el mundo", dice. Por eso aceptó encantada la propuesta de CEAR-Euskadi de tomar parte en el proyecto 'Usa la cabeza a favor de la diversidad cultural'. "Ha sido una experiencia estupenda", comentaba Erika, "ahora tengo más clientas y de muchas nacionalidades".

La iniciativa de CEAR consistió en poner a la venta 50 bonos, a 18 euros cada uno, que podían ser canjeados por servicios en peluquerías de diferentes orígenes culturales. Tal y como señaló Javier Villanueva, de CEAR-Euskadi, "con este proyecto lo que queremos es desmontar los prejuicios que se tienen de otras culturas". Y eligieron las peluquerías "porque es un lugar muy propicio para hablar, donde se puede llegar a los sentimientos a través conversaciones cercanas y cotidianas". En el tríptico que editaron se dice: "Te invitamos a conversar con una persona de origen cultural diferente al tuyo mientras te peinan o te cortan el pelo".

Erika ha sido una de las seis peluqueras que se ha involucrado en el proyecto. Lo mismo que Fátima, de una peluquería africana, situada en el centro de Bilbao, que está disfrutando mucho con la experiencia. "Está muy bien porque vas conociendo otras culturas", dijo durante el acto de presentación. De eso se trata, de conocer otras costumbres, "de conseguir una mayor convivencia intercultural", señalaron los responsables de CEAR.

Por la peluquería que tiene Erika Clareth en la calle Carnicería Vieja de Bilbao ya han pasado chicas de otras latitudes lejanas de Bolivia. "Para mí está siendo muy interesante, porque he ganado nuevas clientas", dice mientras levanta la persiana del pequeño pero coqueto centro de belleza que abrió hace siete meses en el Casco Viejo.

Diversidad de clientes

Erika, a pesar de tener solo 30 años, es muy valiente. Se lanzó a la aventura empresarial tras llegar a la conclusión de que no le gustaba trabajar por cuenta ajena. "Me cansé", dice. Así que con una socia abrió la peluquería. Sin embargo, la socia, "por motivos de la crisis", se bajó del proyecto. Eso hizo que Erika se viese "metida en una historia muy grande". Pero gracias a su tesón, "al apoyo de la familia y de mis antiguos jefes", Erika siguió adelante.
En un principio, su clientela estaba compuesta mayoritariamente por hispanoamericanas. "Es normal", dice, "porque en el casco viejo no había peluquerías latinas". Sin embargo, gracias a su buen hacer, y a sus precios, la tendencia fue cambiando. Comenzó a entrar en su peluquería "gente mayor, de aquí, de Bilbao". Y hoy es el día que "la mayor cartera de clientes que tengo es gente mayor y nacional", señala. Una de las razones que han posibilitado esa apertura del mercado, según ella, es que "la gente mayor es más tolerante". Gracias a la iniciativa de CEAR, su clientela se ha hecho más internacional. "Pero no solo eso", indica Erika, "esta campaña me ha impulsado y me ha posibilitado poder darme a conocer". Lo está consiguiendo también en base a sus buenas artes peluqueras, porque su premisa en el trabajo es que "las clientas se queden contentas".

Bonos para captar nuevos clientes

En uno de los sillones de la peluquería de Erika se sienta Oksana, de Ucrania. Ella es una de las cincuenta personas que compró uno de los bonos que puso a la venta CEAR. También está muy contenta y orgullosa de haber participado en esta experiencia porque "me gusta mucho conocer otras culturas". Oksana solo ha tenido tiempo de ir a una peluquería africana por culpa del trabajo, pero ahora, que está en paro, tiene intención de ir a las otras dos peluquerías que le cubre el bono. Oksana respondió gustosa a la llamada de CEAR para participar en la iniciativa porque desde que llegó a Euskadi, hace casi 10 años, siempre ha colaborado con ellos. "En CEAR", dice Oksana, "me ayudaron en todo cuando no tenía ni papeles ni nada". Así que siempre ha estado dispuesta a echar una mano a esta ONG que le facilitó su integración en Bilbao.
Oksana también tenía "prejuicios y miedo" antes de entrar a una peluquería africana, pero ahora está "encantada". "Además", dice, "las mujeres enseguida hablamos de todo y nos hacemos amigas". En CEAR pretenden que este tipo de iniciativas ayuden a "desmontar los prejuicios como que los de fuera abarcan las ayudas sociales y sanitarias o vienen a quitar trabajo", según decía Javier. Por eso, lo mejor es acudir a una "peluquería diferente".

Fuente: www.deia.com









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