Peluquería emocional, la nueva peluquería

Nadie lo duda, lo eco y natural es tendencia. De hecho, todos los informes, estudios y estadísticas que cerraron 2019 y han dado paso a 2020, hablan de la nueva década como la década en la que se instaurará el consumo natural como norma y costumbre.

Tal y como hemos mencionado en un reciente artículo publicado en Beautymarket/Estética, titulado La belleza y tendencias que van a triunfar este año, la primera de ellas apunta al desarrollo sostenible como el eje en torno al cual va a girar la demanda y la oferta beauty, de los próximos años: "El consumidor busca productos y tratamientos que sean cuidadosos con el agua, que permitan el reciclado, que utilicen recursos naturales de forma sostenible... Los tratamientos veganos y ecológicos triunfarán en 2020".

Es más, los grandes foros de la belleza se fijan y concentran su actividad, escaparate y debate, en torno a lo que hay de nuevo en la industria de la belleza. Es el caso de Cosmoprof Bologna, que anuncia para su próxima edición la representación, acogida y desarrollo de los principales claims de la peluquería y la estética. Del que más se habla, la sostenibilidad, concepto clave, entendido el mismo como formulación e investigación de ingredientes naturales con enfoque en soluciones de reciclaje y el uso de materiales biodegradables. La segunda corriente o tendencia destacable, la vocación verde, soluciones cosméticas con un impacto reducido en el medio ambiente.

Y en el centro de todo ello, eje y sostén del nuevo consumidor, el bienestar, entendido éste como las experiencias de belleza que se dirigen a los sentidos, buscando el equilibrio entre mente y espíritu, a la vez que proporcionan un mundo inigualable de sensaciones, salud y resultados de satisfacción personal en cuanto a la imagen y la juventud.

Una corriente mundial, la cosmética de los sentidos

Decenas de organismos, sociedades, empresas y minoristas se encuentran comprometidos con este camino, cada vez más recto y sin cambios de sentido que deja ver un horizonte de infinitas posibilidades y beneficios. Sin ir más lejos, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció recientemente que encontrar el bienestar sería una de sus principales prioridades en la próxima década.
Precisamente, para encontrar este bienestar, además del mindfull, ha surgido una nueva generación de cosmética 'pro felicidad' que incorpora en sus formulaciones activos que a través de las percepciones de los sentidos, por ejemplo el olfato, estimulan las "neuronas de la felicidad" en el cerebro.
"La tendencia cosmética del futuro será el well-being", dice Lotte Tisenkopfa, fundadora de Mádara. Una nueva generación de cremas, lociones, mascarillas, para pelo, cuero cabelludo y piel que además de preservar y potenciar la belleza, proporcionan bienestar.

Filosofía 'emocional' también en la peluquería

Pero, cuál es la razón de todo ello. Qué gira, acciona y potencia la rueda de este movimiento cada vez más sólido y sin grieta...
La razón real, aparte de las nuevas generaciones de consumidores, es que el estado de ánimo está directamente relacionado con nuestro aspecto físico, está relacionado con el grado de amor propio y gusto hacia nosotros mismos. "Por eso, en la medida que nos queramos, así nos cuidaremos, y por el contrario, el hecho de no estar a gusto con nosotros mismos provocará que disminuya la importancia de nuestro estado físico", cuenta la firma Versum, no solo fabricante de cosmética capilar, sino también un movimiento que aúna a numerosos salones de filosofía 'emocional'.

Sí, así es, la cosmética emocional no es otra cosa que "una corriente alternativa de belleza que se basa en la búsqueda y el encuentro de la felicidad". La misma, combina diferentes productos que tienen propiedades y activos de aceites y esencias que aportan energía y renovación a la vez que respetan la salud y potencian la imagen. "Es de esperar que tarde o temprano la cosmética tradicional acabe dando un giro a esta nueva tendencia para que los productos de belleza también regulen las emociones. Siempre de una manera responsable y saludable", defienden desde Versum.

El hecho es que la peluquería emocional se alía y une con los cosméticos, rituales y servicios de doble función: terapéutica y cosmética. Y tanto consiguen dichos cosméticos, rituales y servicios que incluso "pueden llegar a incrementar la energía y aumentar la capacidad del organismo para soportar el estrés, la fatiga y los desequilibrios emocionales", asegura el experto en medicina china John Tsagaris. Un tiempo, sin duda, para el respiro.

Estos productos actúan directamente sobre nuestro cuerpo y mente mediante estímulos olorosos o táctiles que conectan directamente emociones positivas y relajantes.

Aromas y estímulos, decisión de permanencia

La peluquería del futuro, la peluquería de esta década, la peluquería de 2020 hace suya la cosmética emocional y deberá perseguir el restablecimiento del equilibrio emocional y la salud. El objetivo de la cosmética emocional que fluye a través de las emociones y los sentidos, en especial, aquellos que conectan más rápido con el cuerpo. Por ejemplo, al oler una rosa no solo percibimos el olor floral sino que nuestro cerebro siente otras emociones que dependen del momento, de la rosa y la forma de olerla.
Lo mismo sucede cuando olemos una especia, una comida, un champú precisamente, loción, tónico, acondicionador..., o una colonia y un perfume. El cerebro, por norma general, asocia los momentos positivos a recuerdos. Una percepción y estado no sólo momentáneo o puntual referido al instante de la experiencia en sí, sino que se extiende a lo largo de los días y meses y fideliza. La memoria no recuerda el momento exacto ni cuándo se produce el recuerdo, sino la emoción vinculada al mismo, ese olor, ese tacto, ese momento placentero y de bienestar que se experimentó en aquel salón de peluquería de manos del profesional experto.

Puestos manos a la obra y embarcados de camino al futuro, la clave en nuestro salón de peluquería para combinar los olores y experiencias es saber cuál es el efecto que queremos conseguir. Por ejemplo, si queremos relajarnos optaremos por productos ricos en aromas y aceites florales como rosa mosqueta, leche, aceite de oliva.
En cambio, si buscamos un efecto estimulante y energético es buen momento para elegir un champú rico en té verde, ginseng o cafeína.

Conocer los olores es vital para la cosmética emocional y quienes la practican. Los productos ricos en aromas florales como lavanda, pino, eucalipto, rosa, limón y naranja, entre otros, son ideales para momentos de relax y paz. En cambio, olores más activos, fuertes o neutros son óptimos para revitalizarnos y conseguir ese plus necesario de energía para afrontar todo lo que se ponga por delante.

"El público, en especial, las mujeres urbanas de entre 30 y 50 años son las clientas con más posibilidades de probar la cosmética emocional. Sin embargo, también los hombres están optando por estas experiencias.
Un ejemplo claro son los afeitados tradicionales con cuchilla y espuma. Para conseguir un efecto parecido es necesario destinar tiempo y dinero en la búsqueda de productos que encajen dentro de nuestras posibilidades, gustos y personalidad", explica Spalab, centros de belleza integrales. Y por supuesto para llevar a cabo y sublimar dicha experiencia en el salón o barbería.

Es más, la ciencia ratifica el influjo que los cosméticos ejercen sobre los consumidores. Sin ir más lejos, uno de los estudios al respecto, realizado por la investigadora, Vanessa Apaolaza Ibáñez, del departamento de Economía Financiera II, de la Facultad de CC. Económicas y Empresariales en la UPV/EHU constata que "tanto la dimensión emocional como utilitaria de las marcas cosméticas influyen significativamente en la satisfacción de las consumidoras, pero es mayor el efecto que ejercen los componentes emocionales".

Para llegar a estos resultados, Apaolaza y su equipo realizaron encuestas personales a 355 mujeres de entre 18 y 50 años de edad, a quienes se les solicitó que evaluaran diferentes aspectos vinculados a su percepción de las dimensiones funcionales y emocionales sobre las marcas de cosméticos que utilizaban, así como su grado de satisfacción con estos productos.

Queda claro el influjo de las emociones en la belleza. Ahora es cuestión nuestra y de la industria decidirnos por la peluquería que transmita las emociones necesarias para hacer felices a nuestros clientes. ¡Ah!, y por supuesto, siempre de modo 'natural', con productos exentos lo más posible de químicos, 'ecos' y veganos. Esa gran corriente, que todos indican y coinciden se va a hacer con nosotros en 2020 y esta próxima década.