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Entrevistas

Pedro Fernández: 'O llevamos la barbería como una empresa o volveremos a la crisis de años atrás'

Fernández es la segunda generación de barberos al frente del Salón Balmes, con 73 años de historia en Barcelona. Su negocio es finalista a Barbería del Año, según Barberiasconencanto. La respuesta la conoceremos en Salón Look


17/07/2018

Cuando abrimos la puerta del Salón Balmes, tenemos la sensación de viajar en el tiempo. Lo primero que nos llama la atención son los sillones de barbero con más de siete décadas de historia sobre los que se asienta la clientela. O las navajas antiguas acompañadas de las primeras máquinas de corte que salieron al mercado expuestas junto a la entrada. Herramientas testigo de una época en la que se ofrecían servicios de lujo, como la manicura masculina o el limpiabotas. Pedro Fernández, segunda generación al frente de esta barbería heredada de su padre Juan Pedro Fernández, recuerda a la Mari, quien le hacía las manos para evitar que se mordiera las uñas. Y al limpiabotas que le dejaba los zapatos brillantes, prácticamente como si fueran nuevos.
Hoy en día, el Salón Balmes conserva su esencia de barbería de toda la vida, filosofía que no le impide adaptarse a las últimas tendencias del sector. Hemos hablado con Pedro Fernández, quien se ha presentado a dos categorías de BarberiasconEncanto: Mejor Barbero y Barbería del Año. En estos momentos es finalista a Barbería del Año, por segundo año consecutivo, algo que se sabrá en el marco del próximo Salón Look. Con él, hemos rememorado viejos tiempos, pero también hemos abordado el presente y el futuro de la barbería, un sector que debe seguir creciendo apostando por un servicio de calidad.

Empecé como aprendiz, una figura que se ha perdido hoy en día. Al principio barría el suelo, afeitaba globos y hacía todas aquellas tareas que le enseñan a cualquier futuro barbero.

Beauty Market: Pedro, en estos momentos el Salón Balmes es finalista a Barbería del Año, según BarberiasconEncanto. Y por segundo año consecutivo.
Pedro Fernández:Sí, hemos sido finalistas durante los años 2016 y 2017. Esta edición, el nivel es altísimo y no me gustaría nada estar en la piel del jurado, porque lo van a tener difícil. Para que te hagas una idea, este año competimos con La Barbería del Norte, de Vicenç Moretó, y Las Barberas de Sevilla, de Chari y Virginia Argüello, La Barberia de Gràcia, de Jordi Pérez y la Barbería Roch.

B.M.: ¿Qué supondría ganar este premio para una barbería que lleva en pie 73 años, de manera ininterrumpida, y en el mismo lugar de sus orígenes?
P.F.: Pues sería un reconocimiento a todas las personas que han trabajado aquí durante más de siete décadas. Desde mi padre a todos los barberos/as que han sido artífices de lo que es Salón Balmes hoy en día. Incluso el limpiabotas que había cuando yo era niño. Lo dicho, sería un reconocimiento a toda una trayectoria profesional.
Salón Balmes es la segunda barbería más antigua de Barcelona, por detrás de Manolo’s, fundada en el año 1854.

En mis clases, y ya en la primera sesión, incluyo un tema: gestión de la barbería. A mis alumnos les digo siempre lo mismo. Aquellos que quieran abrir una barbería, deben hacer un estudio de mercado donde se planteen la ubicación, el cliente potencial y qué quieren conseguir con ese negocio.

B.M.:¿Cuál es la clave para conservar un negocio de barbería durante tantos años? Supongo que habréis vivido muchas anécdotas desde el año 1955, aunque Salón Balmes se abrió en el año 1945...
P.F.: Sí, mi padre le compró la barbería al fundador, Ladislao Pérez, quien la había traspasado. En ese momento, le pareció una buena oportunidad. Y respecto a las anécdotas, mi padre me decía cuando era niño: "Ojalá pudiéramos escribir un libro acerca de todo lo que ha pasado en esta barbería. Sería espectacular". Entonces, yo creía que exageraba; ahora veo que tenía razón. Recuerdo que un día estaba afeitando a un cliente que había defraudado seis millones de euros, según La Vanguardia del día siguiente. No le volví a ver nunca más. Uno de nuestros clientes era el desaparecido Félix Martínez Touriño, director general de la sociedad gestora del Centro Internacional de Convenciones de Barcelona (CCIB) antes vinculado a la cadena AC Hotels, asesinado a plena luz del día en el año 2009. Cuando lees el periódico después de un suceso así, el impacto es brutal. Otro de nuestros clientes habituales es el expresidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas. ¿Anécdotas? Te podría explicar un montón.
Desde alcaldes a jugadores de fútbol, abogados, notarios, jueces, médicos, famosos, etc. Por esta barbería han pasado personajes de casi todos los estratos de la sociedad de Barcelona, cuando se la llamaba Ciudad Condal.

B.M.: Con 20 años, te incorporas al negocio familiar. Entonces, ¿tenías claro que querías ser barbero?
P.F.: Mi ilusión era estudiar medicina e incluso hice COU para cursar la carrera. Pero después vi que se alargarían mucho los estudios y empezaría a trabajar como médico pasados los 30 años. Con 18 me replanteé mi futuro y finalmente tomé una decisión: dos años después me puse a trabajar junto a mi padre. Sin embargo, el ambiente de la barbería lo he vivido desde la niñez.
Y entonces empecé como aprendiz, una figura que se ha perdido hoy en día. Al principio barría el suelo, afeitaba globos y hacía todas aquellas tareas que le enseñan a cualquier futuro barbero.
Tanto la medicina como la barbería me gustaban y le vi más posibilidades a la segunda que a la primera. Y no me quejo: me ha ido muy bien en la vida como barbero.

Debemos tener en cuenta las modas y las tendencias para saberlas aplicar. Si las conoces, perfecto, si no, te formas y aprendes cosas nuevas. Por mi parte, yo intento trabajar bajo esta perspectiva cada día.

B.M.: ¿Y por qué se llama Salón Balmes y no Barbería Balmes?
P.F.: En los años 60, el sector contaba con barberías y salones. En las barberías no se ofrecían servicios de lujo, como manicura y limpiabotas; en los salones sí. Yo no le he cambiado el nombre original, porque he preferido conservar esa esencia. De lo contrario, hubiera suprimido parte de su historia. Recuerdo que sobre la puerta, de color rojo, había un rótulo donde se leía: Salón Balmes, peluquería de caballeros.
En aquella época, los hombres se afeitaban la barba a diario y se retocaban la nuca cada 15 días. Como había muchísimo trabajo, algunas barberías tenían 5, 10 e incluso 15 sillones. Nosotros hemos tenido la suerte de contar con una barbería que nos permite poner unos precios con cierto margen, gracias a la zona donde está situada. Pero ojo, no nos equivoquemos: partiendo de la base de la calidad. Porque si das un mal servicio, da igual que cobres 10 o 20 euros. El cliente no vuelve.

B.M.: El tema del ticket medio siempre es uno de los que más polémica despierta cuando se habla de barbería...
P.F.: En mis clases, y ya en la primera sesión, incluyo un tema: gestión de la barbería. A mis alumnos les digo siempre lo mismo. Aquellos que quieran abrir una barbería, deben hacer un estudio de mercado donde se planteen la ubicación, el cliente potencial y qué quieren conseguir con ese negocio. Y cuando tengan claro todo eso, que fijen los precios dos euros por encima de los del barbero más caro del barrio. Si lo hacen así, tendrán el margen comercial por servicio que necesiten. El margen es de dos o tres euros. No obstante, reitero lo que ya te he comentado antes: para poner esos precios, es necesario darles un plus que otros barberos no ofrezcan. Si el cliente solo valora el precio, se irá al barbero que conoce de toda la vida.

B.M.: ¿Y qué plus se le da aquí al cliente?
P.F.: Calidad desde que lo recibes hasta que le dices adiós. Y tener algún detalle con él. Por ejemplo, algo tan sencillo como ponerle crema calmante cuando le pasas la navaja por la nuca. También es obligado cuidar la imagen personal.

Desde alcaldes a jugadores de fútbol, abogados, notarios, jueces, médicos, famosos, etc. Por esta barbería han pasado personajes de casi todos los estratos de la sociedad de Barcelona, cuando se la llamaba Ciudad Condal.

B.M.: Volviendo a las sesiones que impartes, tengo entendido que asisten muchas barberas. ¿Cómo las ves? ¿Cuáles son sus principales inquietudes?
P.F.: Más que formaciones, hago cursos intensivos de barbería desde hace cinco años en la escuela Thuya. De cada 15 alumnos que asisten, 10 son barberas de todas las edades. Desde chicas de 20 años a mujeres de 45 y 50. Cuando les preguntas porqué quieren hacer este curso, la mayoría te dicen que quieren ser barberas. Que les gusta esta profesión. Otras te comentan que tienen una peluquería unisex y se quieren reciclar porque algunos clientes les piden estos servicios. Me parece admirable que se quieran formar para conservar y ganar clientela.

B.M.: En general, e independientemente del sexo, ¿qué es lo que más les cuesta aprender?
P.F.: Si empiezan de cero, tienen dificultades con todo, incluso cuando deben coger la tijera. Sin embargo, los que ya saben algo de barbería, tienen problemas con los cortes clásicos, a base de peine y tijera. De Fades saben mucho, pero necesitan aprender otras técnicas que les den dinero. Y cubrir las exigencias de los clientes del día a día. De 35 o 40 servicios diarios, 25 suelen pedir cortes de peine y tijera. El resto son Fades, al menos en mi barbería.
Las nuevas generaciones van a tener muchos problemas si solo saben hacer Fades. ¿Qué ofrecerán el día que los degradados pasen de moda? Eso no es un servicio de calidad. Los problemas empiezan si debes cortar un pelo afro y solo lo puedes hacer por capas. O un cabello asiático muy liso que se encrespe como un alambre si se corta demasiado. O trabajar un pelo rizado natural, servicio que ya es tendencia.

B.M.: Y ya para acabar, ¿hacia dónde va la barbería?
P.F.: Yo creo que va hacia una globalización y una unión del sector, algo muy positivo para todos. Pero si no nos formamos y aprendemos a llevar la barbería como una empresa, volveremos a fracasar como sucedió años atrás. Además, debemos tener en cuenta las modas y las tendencias para saberlas aplicar. Si las conoces perfecto, si no te formas y aprendes cosas nuevas. Por mi parte, yo intento trabajar bajo esta perspectiva cada día.

 
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