A finales de la década de 1940 Pascual Iranzo i Gascón deja la dirección de su pequeña peluquería, abierta en Barcelona en 1924 en el barrio de Sants, debido a una enfermedad. Esta decisión da paso al mundo de la peluquería a su hijo Pascual Iranzo i Oliete. Éste es el germen de la historia de un hombre que ha convertido el oficio de barbero en una profesión de futuro y ha creado los medios teóricos y técnicos que permiten alcanzar con éxito el paso desde las viejas formas de ese oficio al de profesional-asesor de imagen que los nuevos tiempos reclaman.

Una inquietud desmesurada hace que desde muy joven mire su entorno laboral con ojos diferentes al resto de los barberos. Este afán lo lleva a París a los 17 años. Años duros de formación y concienciación profesional. Quedará marcado para siempre. Participa en el festival internacional La Rose d’Or 1959. Gana y vuelve a Barcelona. No regresa un hombre, regresa una actitud. Abre su primer salón de peluquería en 1960 y pone de moda la calle Tuset. Allí enseña la técnica del corte a navaja. Hoy, sus nuevos establecimientos en Barcelona disponen de cabinas individuales que permiten dar con libertad e intimidad todo tipo de consejos y servicios.

Beauty Market: ¿Cómo se inicia en la peluquería?
Pascual Iranzo: Por la influencia familiar, debido a que mi padre era un gran peluquero desde toda su vida, y esta actividad era el sustento familiar.

B.M.: ¿Cuáles son sus grandes pasiones?
P.I.: Mi gran pasión: la vida vivida desde mi profesión. Es a través de la vida y su gran misterio que he observado el interés y actitud de la persona en cuidar su imagen y aspecto. Es la constante que existe en la vida: la preocupación por el ornamento de su propia imagen y del entorno.

B.M.: ¿Qué ha aportado a la industria peluquera y qué le ha aportado a usted la industria?
P.I.: Mi aportación es principalmente la dignificación de una actividad profesional, demostrando que el peluquero debe convertirse en un especialista en imagen personal y expresividad corporal. La personal ha sido el reconocimiento y consideración social por las diversas distinciones recibidas. En lo profesional, por lo que dicen mis colegas: "la peluquería masculina antes y después de Pascual Iranzo".









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