Por Luis Romero.
Director de
Pivot Point España.
Otras definiciones dicen que el marketing busca obtener beneficios durante el máximo tiempo posible, y así hay hasta cientos de distintas definiciones. Lo que sí sabemos es que el marketing no es una “varita mágica” al estilo de Harry Potter. Requiere organizar un conjunto de tareas para acercarnos, comprender y satisfacer necesidades de los clientes.
CON MUCHA LÓGICA
De una manera simplificada se trata de aplicar sentido común y lógica en cada una de las cosas que hacemos diariamente para conseguir unos objetivos previamente seleccionados. Por ejemplo, si un salón quiere incrementar los ingresos de un área concreta como puede ser los servicios de “lavado de cabeza” tendrá que hacer un “plan de acción” que implicaría:
- Visión y estudio sobre la necesidad de los clientes.
- Seleccionar y adecuar los medios (instalaciones).
- Seleccionar los productos.
- Formación de las personas, no sólo en la parte “mecánica”, sino en el conocimiento científico, así como en los beneficios que obtienen los clientes.
- Recompensas por resultados.
- Utilización de los canales de información y promoción de los nuevos servicios ofertados.
- Tener claros los beneficios para los implicados (colaboradores, clientes y empresa).
- Seguimiento del plan, revisiones periódicas, corregir desviaciones (si las hay), o sea, se trata de impulsar nuevas iniciativas constantemente.
Esto es sólo un ejemplo de lo que sería una “visión global” de las funciones del marketing aplicado al salón de peluquería. También conviene tener en cuenta que en determinados ambientes resulta muy difícil aplicar conceptos e ideas que intenten cambiar la cultura adquirida y que llega a convertirse en uno de los obstáculos más arraigados.
El marketing en sí mismo es una herramienta y depende de quién la usa, cómo y cuándo.
De todos modos, los proyectos y procesos más ilusionantes pueden irse al traste si se confía demasiado en los “expertos”, por lo que aconsejamos siempre prudencia y sobre todo ¡sentido común!