Luciano Cañete no fue el típico niño que quería ser peluquero. Tampoco empezó en este oficio porque se le daba bien. "De hecho me cuesta mucho aprender a hacer la cosas, pero soy una persona muy constante. Llegué a la peluquería porque vi a un primo mío cortar el pelo y me enamoré de sus manos. Por supuesto, quise hacer lo mismo". Tras unos años en Londres, regresó a nuestro país donde puso en marcha la cadena Corta Cabeza, un nombre arriesgado pero que le ha dado un buen resultado en la capital. Cañete, director y fundador de esta cadena, se inspiró en los salones británicos, en cuanto a trato y asesoramiento personalizado y corte y color inspiradores. Siete años después de la primera apertura, trabaja codo con codo con 45 profesionales y gestiona cuatro salones especializados en peluquería y maquillaje. "El maquillaje es tan importante como la peluquería. Cuando haces un total look, este es una parte de la imagen resultante. No incluirlo sería como salir a la calle a medio vestir, con un zapato sí y otro no. El maquillaje consigue que luzcas más saludable, esconde cosas que no se tienen que ver y realza tus virtudes".
Beauty Market: El pasado 21 de mayo inauguraste un nuevo salón Corta Cabeza en el barrio de Chamberí en Madrid. ¿Qué balance haces de estas primeras tres semanas de funcionamiento? ¿Cómo definirías la acogida que ha tenido entre la clientela de la zona?
Luciano Cañete: El balance ha sido más que positivo. En primer lugar porque los clientes de Javier Contreras y Pachu Moreno, copropietarios del salón de Chamberí, les han sido fieles. En segundo lugar, nos hemos visto obligados a incrementar el equipo debido al número de clientes nuevos que han visitado el local.
Aun así, es algo pronto para hacer valoraciones. Lo que sí puedo decir es que hemos despertado la curiosidad de los vecinos de la zona. Estoy seguro que vamos a encajar en Chamberí y viceversa. Así al menos lo percibimos.
B.M.: Algunos califican a Corta Cabeza Hair como la peluquería "más vanguardista y transgresora de Madrid". ¿Estás de acuerdo con esta opinión? ¿Coincide con la imagen que querías transmitir?
L.C.: Es un halago que te consideren la peluquería más vanguardista y transgresora de la capital. Ese calificativo no lo ponemos nosotros, sino la gente, básicamente nuestros clientes. Por supuesto que esa es la imagen que deseamos transmitir. Ese es el motivo por el que queremos estar a la última en técnicas de coloración, cortes y trato al cliente. De hecho, más que un halago lo considero un premio a los años de esfuerzo, trabajo y de formación de mi equipo para ofrecer lo mejor a quienes confían en nosotros. Creo que el secreto consiste en llegar a todo tipo de público: al más transgresor y al que no lo es tanto. La idea es apostar por un look más fresco, respetando los gustos de cada uno.
B.M.: Durante varios años trabajaste en un salón londinense. Dicen que la peluquería británica es la fuente de inspiración para el sector. ¿Coincides con esta afirmación? En líneas generales, ¿qué te aportó esta experiencia desde el punto de vista profesional y personal?
L.C.: La peluquería británica cumple todas mis expectativas como peluquero. Se centra en la perfección tanto en corte como en color. Sin embargo, no olvidemos que el cabello en Inglaterra no es como el de nuestro país. Esto hace que la combinación de ambos nos aporte más conocimientos y profesionalidad a la hora de desarrollar nuestro oficio. Hubo un momento de mi vida en el que tuve una fuerte crisis con la peluquería. En aquel momento, no me aportaba cosas positivas. Entonces, decidí irme en busca de un nuevo futuro a Londres. Y aunque hablaba tres idiomas, no sabía inglés. De hecho, esperaba cambiar de oficio si aprendía el idioma. A la semana de llegar, como no sabía hacer otra cosa, empecé a trabajar en una peluquería en el barrio de Batersea. Una vez allí, descubrí una nueva forma de hacer peluquería y conectar con el cliente. Algo similar a la sensación de cambiar de pareja y volverte a enamorar. Hoy en día, sigo siendo un peluquero enamorado de lo que hago, gracias a ese cambio.
B.M.: Tras esta experiencia, regresaste al país e inauguraste tu primer salón, junto a tu amigo Luisma Rodríguez. ¿De dónde surgió la idea de llamarlo Corta Cabeza? ¿Cómo fueron esos primeros años al frente de un negocio de peluquería?
L.C.: Tenía muy claro que ese era el tipo de peluquería que quería desarrollar y compartir con mi equipo y clientes. Durante cuatro años, trabajé como encargado ESHK en Londres. Cuando tuve muy claro el plan me puse en contacto con Luisma, a quien le entusiasmó la idea. En principio, pensábamos llamar a la peluquería Confesiones. Ya teníamos local en Malasaña cuando descubrimos un restaurante que no funcionaba llamado Corta Cabeza. Nos encantó. El nombre tenía un aire canalla, pirata, que encajaba muy bien con el barrio. Además, éramos conscientes de que no íbamos a dejar a nadie indiferente. Hicimos una encuesta por Internet con nuestro amigos y nos decían que estábamos locos. Nadie iría a cortarse el pelo a un sitio con ese nombre. Teníamos miedo, pero nos lanzamos. Al final, registramos el nombre y parece que no nos equivocamos.
Los primeros años fueron fantásticos, solos Luisma, Joseba y yo. Los clientes llegaron poco a poco. Les encantaba el ambiente, la decoración, la música, el trato informal y sobre todo, la profesionalidad. Con el tiempo, se incorporó el resto del equipo: Dani, Ivana, Marta, Jesús, Eva... así hasta los 45 compañeros actuales.
B.M.: Los salones se inspiran en el modelo británico, aunque adaptados al cabello mediterráneo. En concreto, ¿de qué estamos hablando?
L.C.: Cuando hablamos del modelo británico, nos referimos a la forma de gestionar los salones y los equipos. Por ejemplo, cobramos por semana de trabajo. Asimismo, el peluquero atiende al mismo cliente durante todo el servicio. Esto hace que lo conozca mejor y lo fidelice. Mis clientes no buscan únicamente un corte de pelo: se sienten tranquilos, cuidados, porque saben que son importantes cuando cruzan la puerta.
Estamos influenciados por el modelo británico en lo que se refiere a técnicas de corte (Sassoon, Toni & Guy, etc.). No obstante, el cabello mediterráneo difiere bastante del británico, por lo que debemos adaptar las técnicas al color y la textura del pelo de aquí. Los volúmenes son distintos, así como los estilos, las tendencias, el clima y la cultura. Todos estos factores contribuyen a que tengamos nuestra propia esencia.
B.M.: En una ocasión, dijiste que te habías enamorado del sistema de trabajo de los salones londinenses. Básicamente, ¿qué es lo que más te gustó? ¿Qué diferencias y semejanzas hallas entre la peluquería británica y la española?
L.C.: Lo primero que me gustó del modelo británico fue la gestión de los salones. Además de lo ya mencionado, debo añadir que la formación interna es primordial. Cada profesional tiene una serie de tareas y obligaciones en el salón, en función del cargo que desempeña. Aunque ese enamoramiento se produjo, sobre todo, por el trato que le dan al cliente y el respeto que este muestra por el peluquero.
Pero no solo la peluquería británica tiene cosas buenas. De la española destacaría el carácter de la gente, el calor y la cercanía con la que se trata al cliente. El mimo con el que se le atiende es aún mayor. Hasta la fecha, las cifras nos dan la razón. Cuatro salones y un equipo de 45 profesionales lo demuestran. Te aseguro que no se trata, solo, de una cuestión de pelo.
B.M.: Cada nueva apertura convierte a los estilistas en socios del negocio. ¿Cuál es el propósito de esta estrategia? ¿Y qué aporta, de positivo, al personal y a la empresa?
L.C.: No me gusta mucho la palabra estrategia porque detrás de ella se esconde un concepto muy argumentado, mecánico y lógico. Prefiero llamarle proyecto o plan de futuro. El propósito no nació con el primer salón. Al empezar a crecer, observé que un único salón no le puede dar a los trabajadores todo lo que necesitan a largo plazo. La motivación se vuelve valiosa. Por eso, es inevitable que nuestros peluqueros quieran, algún día, cumplir su sueño e iniciar nuevas experiencias laborales. En este sentido, decidí hacerles partícipes de nuestros planes. Entre todos, podremos aportar más a los salones y trabajar de forma más llevadera. Asimismo, podríamos crecer más rápido si cuentan con nuestro apoyo y el de una marca que se empieza a consolidar.
En peluquería, somos pioneros a la hora de aplicar este sistema. Sin nuestro equipo no hubiéramos llegado hasta aquí. Cualquier trabajador que empieza con nosotros, formará parte de este proyecto. Se empapará de nuestra esencia y filosofía. Motivación tangible al fin y al cabo.
B.M.: Tengo entendido que combináis el trabajo diario en el salón con editoriales para revistas, sesiones de fotos, colaboraciones televisivas, rodajes y eventos de moda. ¿Cuáles son las pautas a tener en cuenta para crear los looks de una sesión de fotos? ¿Qué representa para vosotros esta faceta más artística?
L.C.: Las pautas para los looks se marcan entre todos. La experiencia de los peluqueros es la más relevante, aunque también se tienen en cuenta las opiniones de fotógrafos, estilistas de moda, productores, etc. Las tendencias actuales también son fuente de inspiración. Pero sobre todo, y aunque sea un tópico, el trabajo en equipo es básico.
Esta es otra faceta de la peluquería. Te da la posibilidad de motivarte y no caer en la rutina del día a día. Es fascinante salir de vez en cuando del salón y ver cómo funciona un estudio fotográfico o descubrir los entresijos de un set de grabación. También lo es participar en un programa de televisión, o sentir, a través de la peluquería, la cercanía de una actriz a la que siempre has idolatrado. ¿Qué más se puede pedir?
También colaboramos con colectivos en riesgo de exclusión social. En nuestros salones se realizan prácticas con un 50% de éxito, en términos de contratación. A través del trabajo, luchamos a favor de la inserción laboral de varios colectivos. Formamos parte del programa de ayuda internacional Making Waves, impulsado por Wella y Unicef formando a jóvenes en el oficio de la peluquería. Este es el segundo año en el que nos desplazamos a Vietnam con este fin. Otra de las cosas maravillosas que me ha dado esta profesión.
B.M.: ¿Hasta qué punto la moda influye a la peluquería? ¿Y al revés?
L.C.: La peluquería, al igual que la ropa, es moda. Está claro que si partimos de esta premisa la pregunta queda casi resuelta. La influencia es recíproca, ya que ambas se retroalimentan. En numerosas ocasiones, el cabello es un complemento. En otras, un estilo de pelo crea tendencia. Un ejemplo: un día te cortas el pelo más corto y te empiezas a vestir de otra manera. E incluso, un suceso inesperado puede marcar tendencia. Este año, la muerte de David Bowie ha contribuido a que se afiance, aún más, la influencia de la década de los setenta en moda y peluquería.
B.M.: ¿En qué os inspiráis para crear vuestras propias colecciones?
L.C.: La tendencia la marcan diferentes vertientes: pasarelas, la calle, etc. Incluso a veces una famosa se corta el pelo y ese corte se pone de moda. También influyen la actualidad, la situación económica, la música, el deporte, etc. Cualquier punto externo puede ser motivo de inspiración.
A la hora de crear una colección tienes que adelantarte un poco a lo que se lleva. Has de ser un poco visionario. Además, debes lanzar algo diferente a lo creado en colecciones anteriores. Debes seguir las pistas y los mensajes que recibes, por pequeños que sean. El arte también es fuente de inspiración. Y sobre todo, te debes dejar llevar por tu instinto, compartirlo e interactuar con los compañeros.
B.M.: En tu opinión, ¿qué se va a llevar esta temporada, en corte y color?
L.C.: Si nos fijamos en los grandes diseñadores, la influencia de los años 70 es indudable. Lo mismo ocurre con el cabello. Cuando lanzamos nuestra última colección N(OEUF) apostamos por cabellos inspirados en esa época y no nos equivocamos: cabellos muy desconectados de las zonas superiores, volúmenes de cabello tapando las orejas, nucas largas y flequillos muy redondos.
Si cogemos una portada de un disco de aquella época vemos que esta podría ser tendencia hoy en día. Los cabellos rizados y las formas redondas y cuadradas vuelven a ser tendencia. Los colores nos aportan una amplísima gama de posibilidades. Los tonos fantasía suaves siguen marcando el momento, los cobres con profundidad en la raíz son un acierto así como los amarillos. El oro rosa se ha trasladado al pelo, creando colores totalmente renovados jamás vistos hasta ahora. Y para las más naturales, el cuidado de los productos eco cobran especial relevancia a día de hoy.
B.M.: ¿Y en barbería? ¿Qué nos puedes adelantar?
L.C.: La barbería sigue siendo un filón que crece a marchas forzadas. El hombre quiere estilos extremos y probar nuevos productos. Está ansioso por no quedarse atrás. Hasta los varones más clásicos, inspirados en los años 60, no dejan que les cortes el pelo con cualquier máquina. Las pomadas y las cremas de peinado son el complemento de una sonrisa cuidada, rodeada de una barba mimada y frondosa. Y también los rebeldes años 70 imprimirán su seña en nucas y patilla.
B.M.: ¿Qué es la peluquería para ti? ¿Una especie de "flechazo"?
L.C.: No sé si considerarla un flechazo. Solo puedo dar las gracias porque enseguida descubrí que eres peluquero las 24 horas del día. Incluso cuando sales por la noche, no puedes evitar ser peluquero. Siempre te fijas en el pelo de la gente. Es una forma de vida. Yo nunca he tenido un hobby, no me interesa. Mi tiempo libre lo dedico a formarme, a escribir sobre peluquería para los medios, a descubrir cuáles son las necesidades de las personas que trabajan conmigo. Me siento en una silla de mis salones para poder tener la visión de un cliente y así descubrir qué es lo que se puede mejorar. Trato de salir a comer con mis socios para no reducir nuestra relación al ámbito del salón. La peluquería es la herramienta que me ha dado la vida para no tener que plantearme si soy o no feliz.
B.M.: ¿De qué forma se destaca en un sector atomizado, lleno de enseñas de peluquería?
L.C.: Me encanta que me hagas esta pregunta. Sin duda, vivimos en un mundo que nos ofrece de todo en tiempo real. Para mí, la fórmula es la de siempre: observar y averiguar las necesidades de cada persona como individuo.
Es muy fácil ofrecer un buen corte de pelo, debes destacar por algo más. Es necesario ser generoso y conocer a fondo tu modelo de negocio. Sobre todo, debes conseguir que el cliente esté cómodo en tu salón. ¿Tú dejarías de ir a un lugar en el que te tratan bien, te quieren y encima te ponen guapo/a con lo último en tendencias?
Fotos: Guille Macías.