Por todos es sabido que un profesional formado es aquel que posee los conocimientos técnicos adecuados para poder superar todos los retos que puedan surgir en el ejercicio de su labor. Sin embargo, la enseñanza no solamente es la instrucción sobre una materia o técnica, debería, debe y puede ser mucho más si el 'maestro' entiende y practica todo su potencial. El estado ideal y la gran paradoja de la educación, valga como reflexión por nuestra parte.
Reflexiones de Eloy Moreno, un educador y formador por los cuatro costados
¡Quien no conozca a Eloy, que levante la mano! Eloy Moreno, al frente de la Escuela de peluquería y belleza profesional del mismo nombre, tiene en su haber el gran regalo del reconocimiento que le precede. Es tanto que cuando te encuentras con él, te rodea (a ver si se nos pega algo, Eloy).
Y es hoy el propio Eloy quien reflexiona acerca de la tarea de la formación, aquí y ahora, quizá tomada ciertamente algo a la ligera, cuando se trata en realidad del pilar básico del desarrollo de un persona y por supuesto, de su profesión.
Así, la primera y principal conclusión asevera que, además de enseñar, un formador debe tener la capacidad de transformar y motivar y eso es algo que solo se consigue, por supuesto, desde el conocimiento, sino también desde la pasión. Si no te acompaña la pasión en todo aquello que haces, ¡malo! No hace falta que lo repitamos, cualquiera de nosotros lo sabe y lo ha experimentado en múltiples ocasiones a lo largo de su vida.
Es más, y centrándonos en lo que toca, "todos recordamos a algún profesor que nos hizo odiar una asignatura y a otro que, incluso sin gustarnos a priori la materia, nos atrajo hacia ella. Eso es lo que debemos tener en cuando damos una formación, la importancia de aprovechar la ocasión de que tenemos a futuros profesionales o a profesionales escuchándonos para no solo ofrecerles un mayor conocimiento sobre algo, sino también para transmitirles pasión por el oficio, algo que no se consigue si no se hace desde la motivación del propio enseñante", lo dice Antonio Eloy, palabra de educador de primera.
"Cuando se enseña desde el convencimiento que da la emoción, el amor por lo que haces, se llega mucho más lejos porque tocas el corazón de los demás, quizá sin saberlo, y contagias, atraes al alumno hacia lo que tú estás haciendo, ya que lo conviertes en algo mucho más atractivo y apasionante", explica Eloy, al frente de Antonio Eloy Escuela Profesional (Málaga).
También es vital ser conscientes de que "al enseñar nos podemos encontrar entre el alumnado con personas que están ahí por diferentes motivos, entre ellos los que llegan con las ideas poco claras. Algunos jóvenes se acercan al mundo de la imagen solo porque están un poco desorientados y no saben muy bien qué hacer, lo que les predispone para y ya desde el principio no ser lo receptivos que debieran", explica este profesional con décadas de experiencia y decenas de promociones de estudiantes a sus espaldas.
Un peluquero motivado y apasionado destaca porque es inconformista, persigue la excelencia, y ese esfuerzo y sacrificio vale la pena porque no se lleva a cabo con sufrimiento, sino con disfrute.Pero esta situación, se puede revertir. De hecho, asegura Eloy, "aquellos alumnos que han conocido a profesionales apasionados que les muestran todo el potencial de nuestro oficio reconocen vivir una transformación, un antes y un después".
La importancia de la imagen, entenderla, valorarla y transmitirla
Vivimos en la sociedad de la imagen, pero al mismo tiempo muchas de las personas que comienzan a formarse lo hacen desde la desorientación personal y muchos formadores se quedan tan solo en la parte más técnica. No incluyen en sus explicaciones lo que se puede lograr con un corte o con una coloración. Sin saber, entender o dejando de lado que "la imagen es muy importante para proyectarnos hacia el mundo y que también es terapéutica, nos ayuda a sentirnos bien. Muchas veces esto no se explica porque se da por sentado o porque pensamos que no tiene que ver con la formación que impartimos", describe Antonio.
En palabras del propio Eloy: "Cada acción que realizamos en el cabello tiene un impacto debido a su significación. Por tanto, conocer el sentido de todo lo que hacemos ayuda a formar a profesionales más completos que valoran lo que hacen porque saben que tiene un valor. Creo que no debe importarnos el porqué están ahí, los alumnos, sino cómo podemos mostrarles un camino no solo de desarrollo profesional sino también de crecimiento personal. La imagen es mucho más que una apariencia, a través de ella enseñamos valores que son fundamentales para convertir a los alumnos en buenos profesionales y mejores personas. Quien no vea esto es que no ha entendido nada de la preciosa profesión que ejercemos".
Así que, y esto es crucial, "cómo formamos también repercute en la visión que tienen nuestros alumnos del oficio y eso es algo que luego se refleja en su comportamiento en el salón hacia su propio trabajo, el de sus compañeros y la relación con el cliente. Trabajar motivados e ilusionados no es trabajar, es mucho más, es disfrutar con lo que se hace y eso no tiene precio".
'Aquellos alumnos que han conocido a profesionales apasionados que les muestran todo el potencial de nuestro oficio reconocen vivir una transformación, un antes y un después', asegura Eloy Moreno.No hay que olvidar que peluqueros y profesionales de la belleza trabajan, siempre, con personas, que son además, sus clientes. "La actitud con la que trabajamos -insiste Eloy-, se forja cuando nos formamos. Por eso es tan importante que nos eduquen desde la motivación y las ganas por crecer. Y nunca es tarde para cambiar. ¡Cuántos profesionales se han enamorado del oficio después de una masterclass con un profesional apasionado que ha visto en el trabajo una fuente de realización personal, es decir, de felicidad".
Un peluquero motivado y apasionado destaca porque es inconformista, persigue la excelencia, y ese esfuerzo y sacrificio vale la pena porque no se lleva a cabo con sufrimiento, sino con disfrute. "Esa energía, además, se contagia, se multiplica y se refleja en todo lo que hace. En los servicios, con los compañeros, con las formaciones, con todo. Y no nos engañemos, una peluquería es un negocio, un profesional, con su actitud, lo vende todo y es crucial para el éxito".
Así que, señores, "la peluquería puede parecer una profesión como otra cualquiera, sin embargo, para los que han descubierto todo el potencial que ofrece es también un modo de vida y un motivo de éxito y felicidad", palabra de educador, Eloy Moreno.