En la religión de la Antigua Roma, Vestal era una sacerdotisa consagrada a la diosa del hogar Vesta. Originalmente es probable que fueran dos, cuatro en tiempos de Plutarco y posteriormente, seis. De su importancia dan prueba que el Colegio de las Vestales y su bienestar eran considerados fundamentales para la continuidad y seguridad de Roma. Eran sacerdotisas públicas Vesta publica populi Romani Quiritium y, en tanto que tales, constituían una excepción en el mundo sacerdotal romano, que estaba casi por entero compuesto de hombres.

Las vestales eran valiosos elementos dentro de la sociedad de la época debido a la importante responsabilidad a la que eran encomendadas: mantener encendida la llama del Templo de Vesta, la diosa del hogar.

Estas seis jóvenes sacerdotisas, las cuales eran seleccionadas cuando aún estaban en la pubertad, se caracterizaban por una serie de privilegios que les eran otorgados y se encontraban entre las seis mujeres de mayor importancia de Roma (tras la esposa del emperador). Todo ello a cambio de consagrar sus vidas a la vital misión de velar por el bienestar de los ciudadanos romanos, a través de vigilar que el fuego sagrado no se apagase.

Entre los sacrificios que debían realizar estaba el voto de castidad y conservarse vírgenes a lo largo de los 30 años en el que una vestal debía dedicar su vida al cometido para el que habían sido elegidas. Característico también era el peinado con el que recogían su pelo: media docena de trenzas y que iban de un lado al otro de la cabeza.

Janet Stephens, peluquera afincada en Baltimore y arqueóloga aficionada, ha dedicado los últimos siete años a investigar los pasos, uno por uno, para la realización de esos peculiares peinados.

El pasado 4 de enero presentó el resultado de todos estos años de trabajo e investigación en la reunión anual celebrada por el Instituto Arqueológico de América en Seattle entre el 3 y el 6 de ese mismo mes. Allí, y tras las pertinentes explicaciones, Janet Stephens pudo realizar una demostración de cómo ha conseguido reconstruir el peinado que lucían las vestales romanas y cuál era el procedimiento que se utilizaba para realizarlo.

Tras varias sesiones de práctica y utilizando tan sólo elementos que podrían encontrarse hace dos mil años, explicó cómo se efectuaba cada uno de estos peinados, que ella ha conseguido llegar a realizarlo en una media de 40 minutos.

Teniendo en cuenta que, en tiempos de la Antigua Roma muy posiblemente cada vestal sería peinada al mismo tiempo por varios esclavos, y que éstos ya tendrían por la mano la elaboración de cada una de las laboriosas trenzas que adornaban sus cabezas, se calcula que, por aquel entonces, se necesitaría una media de 10 minutos por sacerdotisa.

El peinado de una virgen vestal consistía en dividir el pelo de la cabeza en varias partes, realizando una serie de trenzas que después iban de un lado al otro. Un entretenido trabajo que es como si se tejiese, pero en lugar de hilos se utiliza pelo.

Tras el trenzado, la cabeza era cubierta por una ínfula (unas cintas entrelazadas hechas de lana que estéticamente recuerdan a las rastas) de color rojo y blanco. La roja simbolizaba el compromiso de las vestales en mantener encendido el fuego sagrado y la blanca representaba su voto de castidad, su pureza y virginidad.

El último elemento que se colocaba sobre sus cabezas era un velo blanco, llamado sufíbulo, el cual era utilizado por las sacerdotisas cuando realizaban determinadas ceremonias o rituales que les eran encomendadas.

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