"Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que
entre un hombre vivo y un cadáver".
Aristóteles, filósofo griego (384 a.C.-322 a.C.).
Hace unos días salió en la prensa una entrevista con Juan José Martínez Aguado, presidente de la FCM (Asociación de Funerarias y Cementerios municipales). En dicha entrevista, se queja de que la futura Ley de Servicios Funerarios no garantiza el trato sanitario adecuado.
No conocemos nada sobre la futura Ley de Servicios Funerarios ni cuáles son los requisitos para abrir un tanatorio, pero no nos parece de recibo que el presidente de la asociación diga que, con esta ley “será igual de fácil abrir un tanatorio que una peluquería”, a no ser que susodicho señor haya abierto varias peluquerías en su vida.
Pero ¿qué ha querido decir con esa afirmación? ¿que es fácil abrir una peluquería? Abrir por abrir, podía haber utilizado un sinfín de negocios que no requieran nada más que una superficie para operar y ningún conocimiento más, como podían ser todos esos negocios de artículos donde solo se ofrece un simple intercambio de compra-venta de productos.
No vamos a debatir si es fácil o no abrir una peluquería. Ya sabemos que para la apertura de un negocio de peluquería, amén de todos los trámites burocráticos comunes a cualquier actividad comercial, se necesitan unos requisitos, tanto del local como del profesional que va a realizar la actividad, que debe estar acreditado para realizar tal función. Además, todos sabemos lo que cuesta mantener un negocio donde siempre debes dar un trato exquisito al cliente, lidiar con competencias desleales y estar informado de todas las novedades que ofrece el sector.
La afirmación de este individuo nos parece totalmente gratuita. Si ellos tratan con muertos, nosotros tratamos con personas, y hacia ellos volcamos nuestra atención, no sólo exclusivamente en el tratamiento de su cabello, sino también anímica, psicológica y de imagen social y personal.
Seguro que el presidente de la FCM no ha querido faltar el respeto a esta profesión, sino que lo ha dicho por decir. Pero afirmaciones gratuitas como ésta son las que molestan, degradan y desprestigian a un sector que vende belleza y que, por tanto, debería ser considerado como una de las profesiones más bellas que existen. Entre todos hemos de situar la peluquería donde realmente se merece.
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