"Si uno no cambia, no evoluciona
y termina por dejar de pensar".
Rem Koolhaas, arquitecto neerlandés galardonado
en el año 2000 con el premio Pritzker (1944).
La pandemia, sí, ha dejado sus huellas entre consumidores y en el sector de la peluquería, en los salones que se enfrentan a sus consecuencias ya que no desaparecen con el tiempo, sino que, al parecer, se incrementan. Así rezan los últimos informes y así también lo atestiguamos con los expertos, dueños y plantillas del global que integra el sector.
Es tiempo de afrontar los cambios que exige la sociedad actual, y que en cuanto a gustos y maneras del consumidor del mercado capilar apuntan en tres direcciones muy claras: una, el deseo de colores naturales, canas incluidas. Dos, el aumento del uso de las herramientas virtuales y el canal digital tanto para prueba de peinados y tonos como para la compra de producto o la reserva de cita. Y tres, y no menos importante, un nuevo enfoque que centra su objetivo en la salud del cabello y el cuero cabelludo sin perder de vista la propia salud del planeta.
Tan clara y consensuada es la percepción, que mucho nos tenemos que quien no avance en los nuevos usos y costumbres de este pospandémico escenario, se quedará sin duda, en la prehistoria, haciendo que su negocio no avance, y lo que es peor, se extinga.
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