"No serán las especies más fuertes las que
sobrevivirán, ni las más inteligentes, sino las más
propensas a los cambios".
Charles Darwin, naturalista inglés
(1809-1882).
Hace pocos meses apareció un artículo donde se leía que los empresarios del sector y el Gremio de Peluquería de Palma de Mallorca declaraban que “la competencia de las empresas chinas, las cadenas o franquicias de bajos precios y la propia situación de crisis económica y desplome del consumo amenazan la continuidad de muchas peluquerías tradicionales en la ciudad”. Esta afirmación apocalíptica no deja de tener su miga y deberíamos poner cada cosa en su sitio.
Primero habría que centrarse en el concepto de “peluquería tradicional”. Hace ya varios años que sabemos que el sector se está modernizando y que el concepto de peluquería tradicional está cambiando. Actualmente, el propio cliente demanda unos servicios de belleza y asesoramiento de imagen personal que la clásica peluquería tradicional no ofrece. Partiendo de esta premisa, no es que la peluquería tradicional tienda a desaparecer, sino que el propio comportamiento del consumidor está transformándola.
Por otra parte, decir que la competencia china, las franquicias, los bajos precios, la situación de crisis económica y el desplome del consumo amenazan la continuidad de las peluquerías tradicionales, es un discurso fácil que no aporta nada. En cualquier negocio, una situación de crisis económica afecta a todos los sectores por igual. Lo mismo podemos decir si hay un desplome del consumo. La guerra de precios es práctica habitual en época de crisis. Las franquicias son una línea de negocio que desde hace años existen a todos los niveles de consumo… y el tema de los chinos se merecería un artículo aparte, pues este fenómeno incide tanto o más en las políticas socioculturales que en las económicas.
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