¿Miedo? Miedo al fracaso, a los clientes, al jefe, a los compañeros, a las cifras, a uno mismo... ¡Miedo a tantas cosas! Y no sólo en la vida en general, sino, por supuesto, en el trabajo. Y si eres jefe, todavía más. No obstante, y antes de analizar el miedo en el trabajo, toma nota y apunta como frase de cabecera la siguiente:
» El buen jefe no es ni como John Wayne ni como Albert Enstein. Es como cualquiera de nosotros, pero con una visión estratégica.
Estrategia, ésa es la clave. Sea cual sea nuestra posición. Así podremos vencer el miedo. Todos sentimos miedo cuando nos enfrentamos a un cambio o a determinadas situaciones laborales. Sin embargo, su sola mención en las empresas se considera tabú. Aunque sólo los mensajes atractivos tienen cabida en los discursos empresariales, entre bastidores está la cruda realidad: presión por los resultados, luchas de poder, riesgo de despidos y, por supuesto, el miedo. Si este término te produce una cierta "urticaria intelectual", tal vez prefieras pensar en temor, ansiedad o estrés. Todas estas emociones tienen en común que se activan cuando percibimos amenazas y que nos hacen pagar un alto precio en nuestra vida.
El libro NoMiedo nos propone dos desafíos:
» El primero consiste en liberarnos de la gran cadena del miedo: desarrollar todo nuestro potencial, a menudo encorsetado por nuestras propias inseguridades.
» El segundo, evitar la gestión basada en el miedo y optar por otra alternativa mucho más rentable: la basada en el talento, el cambio y la innovación.
El miedo ha sido el modelo clásico de gestión, sin embargo los éxitos del pasado no garantizan los del futuro. El futuro pertenece a quien sea capaz de crearlo, siempre y cuando se atreva a romper las reglas de juego y a crecer sobre sí mismo.
Porque el miedo no es hijo único. En realidad, es una familia de emociones que van desde el malestar temeroso por tener que hablar en público hasta el estrés provocado por un anuncio de reducción de plantilla. Algunas son de terapia de diván (fobias), y otras están sujetas a momentos muy puntuales e intensos (pánico).
La clave está en necesitar sólo el miedo en la medida que nos ayude a protegernos de los peligros y nos proporcione ciertas dosis de prudencia para no decir, por ejemplo, lo que realmente pensamos a nuestro jefe. El miedo, por tanto, equilibra ciertos impulsos. Y éste es el denominado miedo equilibrante, frente al tóxico, el miedo malo que nos paraliza. Porque: "No es valiente el que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo" (Nelson Mandela).