Hace ahora un año, Malika Bayan, una joven musulmana de 24 años, entró en un salón de Bryne, una población situada en el suroeste de Noruega, donde preguntó cuánto le costaría hacerse unos reflejos. Merete Hodne, propietaria de la peluquería, le instó a irse y acudir a otro local, diciéndole que no aceptaba clientes como ella, según consta en la denuncia policial.
La policía multó a la dueña de la peluquería con 870 euros. Sin embargo, Hodne se negó a pagar semejante cantidad, por lo que el asunto llegó a los tribunales. La peluquera alegó que su negocio es unisex y que no habría podido atender a ningún hombre mientras la joven estuviera allí. Unos razonamientos claramente discriminatorios.
Para la dueña de este salón noruego, el hijab es un icono propio de regímenes e ideologías totalitarias, y así se lo hizo saber a los jueces.Los hechos tuvieron lugar en octubre del año pasado. Ahora, la justicia noruega la ha sancionado con 10.000 coronas, que equivalen a 1.000 euros. Asimismo, la dueña del salón deberá abonar también las costas del juicio valoradas en 5.000 coronas más. La sentencia deja claro que el tribunal no duda de que la acusada discriminó, de forma intencionada y deliberada, a Bayan por ser musulmana.
El velo, un símbolo político y totalitario, en opinión de la acusada
Tras conocer la sentencia, Hodne recurrirá la decisión del tribunal, tal y como ha asegurado su abogado. La peluquera se mantiene firme en sus convicciones. A su modo de ver, el hijab, un velo que cubre la cara y el pecho de las musulmanas, es un símbolo político, no religioso. Para la dueña de este salón noruego, el hijab es un icono propio de regímenes e ideologías totalitarias, y así se lo hizo saber a los jueces. También ha admitido que no se guió por motivos religiosos. Ya que no está dispuesta a pagar la sanción, la acusada puede ser condenada a seis meses de prisión.
Cercana a movimientos islamófobos
A tenor de lo publicado en medios de comunicación noruegos, Hodne es una activista cercana a movimientos islamófobos, como Pegida o Stop Islamisation. Aun así, ella no se considera racista, sino una persona que toma partido contra el islamismo en el continente europeo. Durante su aparición en algunos programas televisivos, ha reconocido que no detesta a los musulmanes, pero sí a la ideología islámica.
Por su parte, Malika Bayan, convertida al islam hace cinco años, ha declarado que no fue a la peluquería con la idea de provocar un enfrentamiento con la dueña de la misma.