La mente del hombre superior valora la honradez;
la mente del hombre inferior valora el beneficio.
Confuncio, filósofo chino.
La palabra 'ética' procede del griego ethikos, y en la antigua Grecia la usaban para definir el concepto de morada o lugar donde se habitaba. Aunque con el tiempo se convirtió en el lugar en el que el hombre convive consigo mismo y donde brotan los actos humanos. En la actualidad, la ética es aquello que crea una conciencia de responsabilidad en los humanos y el mundo de la belleza tampoco se encuentra absento de ello.
El profesional de la belleza no solo lo es porque posea un título que así lo certifica, sino porque ejerce su profesión ajustándose a los criterios éticos que la propia conciencia y el entorno han preestablecido con el paso de los años en esta profesión.
Cuando hablamos de ética no sólo nos referimos a aquello a lo que estamos sujetos de forma contractual, como ser puntuales o tratar a los clientes con educación, sino que también hablamos del saber escoger qué es lo mejor para cada cual y aplicarlo en el día a día de forma efectiva y eficiente.
Así, el verdadero profesional nunca puede tener sentimiento de culpabilidad en el acto de la venta o en su relación comercial con un cliente si a esta se le imprime un carácter ético. Es importante poseer conocimientos teóricos y prácticos para poder actuar con la ética que cabe esperar de cualquier profesional, también en el sector de la peluquería. Todos estos esfuerzos garantizarán clientes satisfechos y, por lo tanto, fieles a nuestros servicios, algo que hoy en día, con la gran ley de oferta y demanda existente, es muy complicado conseguir, así como a recomendaciones futuras de dichos clientes hacia otros que sean potenciales usuarios. Por ello, vale la pena apostar por una conducta estrictamente ética en el ámbito laboral, ya que sus frutos a corto y largo plazo son más que evidentes.