A la hora de adquirir el mobiliario para el salón, existen dos piezas importantes que se deberían elegir de forma acertada: la butaca y el lavacabezas. Los clientes hacen uso de ambas en casi el 100% de los casos. El resto de equipamiento, como tocadores, expositores o recepción, lo conforman piezas que apenas se tocan o desgastan. Por ello, los profesionales deberían invertir esfuerzo y recursos en una compra segura que les garantice dos cosas: comodidad y durabilidad para varios años.

Todos los modelos de butacas y lavacabezas están fabricados para y por el profesional peluquero, para hacer cada día salones mejor equipados y más profesionales.

Hoy en día, numerosos clientes disponen de un presupuesto cerrado para equipar el salón. Además, tampoco distinguen qué piezas son las más importantes ni qué rentabilidad les aportan. La zona del lavacabezas es una de ellas.

El lavacabezas se sitúa en un área cada vez más avanzada y preparada. Los clientes reciben tratamientos específicos en el lavacabezas que elevan el precio medio del servicio. Es un artículo donde el cliente debe estar cómodo y relajado. Este elemento no se cambia con frecuencia y requiere, además, una instalación de fontanería correcta, También precisa de buenos mecanismos interiores que permitan un uso correcto de desagües y basculación. Un profesional necesita a su vez estar bien ubicado en el lavacabezas, con unas medidas de cerámica y altura que le permitan trabajar con comodidad. Si el profesional no disfruta de su trabajo, se moja o moja a los clientes, deseará acabar cuanto antes. Ello repercutirá, sin dudas, en la imagen del salón.

Una firma pionera en aplicar mecanismos de confort

Pietranera fue la primera en incorporar el primer sistema de masaje shiatsu en un lavacabezas. Años después llegaría el masaje por aire, el grifo termostático, el mando pedal, que permite activar con el pie diferentes funciones, el elevapiés eléctrico y el masaje sin necesidad de utilizar la manos.

La firma ha sido galardonada por cumplir con la normativa ARBO que garantiza las condiciones óptimas de ergonomía de un profesional en su puesto de trabajo, gracias a las dimensiones y diseño de sus lavacabezas. El estilista puede, incluso, realizar el lavado sentado con una postura correcta de la espalda y llevar a cabo su trabajo en las condiciones más favorables.









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