Dicen que la felicidad no se consigue con golpes de suerte, sino con las pequeñas cosas que nos pasan cada día, aquellas que forman parte de nuestra vida y nos hacen ser quienes somos. Aquellas que escogemos porque queremos, o aquellas que nos sorprenden y se convierten en recuerdos imborrables.
Sin embargo, vivimos en una era en la que se ha popularizado un estilo de vida frenético. Hemos caído en las garras de la velocidad, la inmediatez, y nos hemos vuelto inmunes a la esencia de esos pequeños detalles, a nuestra esencia.
Cuando el entorno se convierte en la materia prima de la esencia, una historia de vida, la de Kin Cosmetics
Pero hay lugares en los que nunca se ha perdido la esencia de los pequeños detalles. Uno de esos lugares que conserva la filosofía slow es Sant Feliu de Guíxols, en la Costa Brava: ese trocito de paraíso donde se fundó Kin Cosmetics en 1932. Una tierra maravillosa donde confluyen una serie de valores que construyen su identidad de marca: naturaleza en estado puro, pasión por la calidad, tradición, vanguardismo, arte, cultura...
Por eso, la marca de cosmética capilar quiere reivindicar con #madeincostabrava sus raíces, esas que les permite seguir siendo ellos mismos y reconectar cada día con la esencia de lo bien hecho, con cuidado, pausadamente. Confiando en un proceso de producción slow que permite a la marca tomar conciencia de cada segundo, cada detalle y cada producto.
Manteniendo la ilusión con la que un día todo empezó
A finales de los años 20, Gregorio Bosacoma regentaba un pequeño taller de tinturas en el centro de Sant Feliu de Guíxols, un pueblecito de la costa de Girona. Tras la primera guerra mundial, el movimiento feminista era latente, las mujeres tenían voz en la sociedad y empezaban a tener vida social más allá de la vida familiar. Fueron las mujeres del pueblo de Sant Feliu de Guíxols las que pidieron a Gregorio, como experto en tintes aunque no del cabello (hasta el momento), que les proporcionara una solución a las canas que las hacían parecer mayores. Así que Gregorio se puso manos a la obra y en1932 lanzó el primer tinte para el pelo que tanto le habían pedido y con él, fundó Kin Cosmetics.
A aquel primer tinte le siguieron productos de tratamiento, styling, forma, más productos de coloración… De todo ello se encargó Leoncio Bosacoma (hijo de Gregorio) con un talento único e innovador. Hoy en día, KIN Cosmetics es una empresa especializada en el desarrollo de productos profesionales de alta calidad para el cabello y se ha convertido en una de las empresas más respetadas en el mundo de la peluquería. Una empresa en la que siguen prevaliendo los valores familiares, el amor por la belleza y la innovación.
¿Cómo se materializan los valores de KIN Cosmetics día a día?
La marca de cosmética capilar Kin Cosmetics tiene cuatro pilares que se fundamentan bajo la filosofía slow, consiguiendo un producto de vanguardia único que no pierde los valores y la esencia de su origen en Sant Feliu de Guíxols.
- Rendimiento: su experiencia como investigadores, formuladores y fabricantes cosméticos hace que los productos de KIN Cosmetics tengan un rendimiento excelente y cumplan con las exigencias de los profesionales más exigentes.
- Creatividad: con sus colecciones anuales, que inspiran a profesionales de todo el mundo, crean una plataforma de estilistas y coloristas que se atreven a romper las normas establecidas y a innovar con cada producto.
- Sostenibilidad: un camino necesario y sin vuelta atrás. En su día a día KIN Cosmetics pone lo en práctica internamente y se prepara para dar el paso a implementarlo en sus productos a través de fórmulas más clean y usando envases sostenibles.
- Inclusividad: Kin Cosmetics cree en una belleza natural, que busca realzar la belleza innata de cada persona en lugar de pretender esconder sus imperfecciones. Este es el concepto de belleza para el que trabajan sus productos.
Kin Cosmetics, muy cerca de cumplir un siglo de talento, innovación y slow.