"Yo no trabajo de barbero, soy barbero". Jordi Pérez, cara visible de la Barberia de Gràcia, se considera heredero del oficio de su padre, quien puso en marcha el negocio en el año 1964. Hace 12 años, la entonces Peluquería de Caballeros Viada pasó a denominarse la Barberia de Gràcia. A partir de ahí se sucedieron una serie de cambios: el primero, conservar la esencia de la barbería -afeitado y cuidado de la barba como experiencias placenteras- e incorporar las últimas tendencias artísticas en corte de pelo masculino. El segundo, la adquisición de un local más espacioso, que reflejara innovación y tradición a la vez.
Pérez acumula premios, convirtiéndose en un referente para el sector. Los más recientes: Premio Despuntan al Peluquero Revelación 2014. Y la obtención de las tres estrellas de TheQhair. La suya es la única barbería del país que ha conseguido este galardón.
Beauty Market: El 24 de noviembre, tu barbería se vistió de gala para celebrar un triple evento: la inauguración oficial del nuevo local, la puesta en marcha de un espacio en el que ofrecerás micropigmentación capilar y, lo más importante, la obtención de las tres estrellas Qhair, el máximo distintivo a la calidad para el sector peluquero. ¿Qué sentiste el pasado 19 de octubre cuando recogiste el galardón?
Jordi Pérez: Mucha emoción. Todavía me emociono cuando recuerdo ese momento. Yo ya tenía una estrella Qhair, y confiaba en que renovaría este reconocimiento. Pero no me esperaba obtener el máximo galardón. Y además, fui el último en salir al escenario, a recoger el premio. Eso aún dignifica más el oficio de barbero. Ahora toca marcarse nuevos objetivos.
B.M.: El pasado mes de marzo adquiriste este local, cuya capacidad supera en cuatro veces las dimensiones de la barbería antigua. Desde entonces, y a día de hoy, ¿qué balance haces de estos meses de funcionamiento?
J.P.:Llegó un momento en el que necesitábamos un cambio. El pasado mes de febrero surgió la oportunidad de comprar este local, cuatro veces más grande que el otro. Hice una gran inversión pero he salido ganando. En su momento, me pareció un local espacioso, de techos altos. En general, aportaba sensación de amplitud. Además, la ubicación era mejor, aunque estuviéramos en la calle de al lado. Todos estos factores se han traducido en un aumento espectacular de la clientela. Desde entonces, facturamos más. Es cierto que la subida del IVA (del 8 al 21%) ha perjudicado mucho a las barberías y peluquerías que no tenían muchos ingresos, pero yo no he parado de crecer. Hemos ampliado la plantilla, y ahora somos tres personas. Y no descarto una cuarta incorporación.
También hemos ganado presencia en los medios. Así que todo ello compensa las noches que me he pasado sin dormir. Y el incremento de gastos fijos mensuales. Iniciamos nuestra andadura en este local y entonces recibí el premio Tocado y la 'Q' tres estrellas, de theQHair. Ahora tengo la percepción de jugar en la Champions League, mientras que antes competía en una liga que estaba bien. Y eso es muy satisfactorio a nivel profesional y personal.
B.M.: En breve, ampliaréis los servicios que ofrecéis. En concreto, habéis reservado un espacio para micropigmentación capilar. ¿De dónde surgió la idea?
J.P.:El pasado 14 de octubre organizamos una jornada de puertas abiertas sobre micropigmentación capilar. Esta técnica consiste en poner cabello dónde no hay. La micropigmentación capilar funciona de forma parecida a un tatuaje, pero todavía es un servicio muy nuevo y desconocido. No solo para la mayoría del público final, sino también para el profesional. Aquí sí que hemos de explicar bien en qué consiste. Ya hemos preparado la sala para ofrecer este servicio.
B.M.: Aseguras que ofreces un servicio de barbería prémium. En concreto, ¿de qué estamos hablando?
J.P.:Hemos recuperado un servicio prácticamente abandonado que ningún profesional quería hacer: el afeitado. La esencia de una barbería -afeitar, cortar y arreglar barbas- nos ha dado mucho prestigio, y nos ha diferenciado de la competencia. Aun así, en porcentaje, el grueso de nuestro negocio es cortar el pelo, con un 70%.
Somos conscientes de que el cliente final busca sensaciones, y eso es lo que le ofrecemos: un montón de sensaciones positivas. En el momento en el que entra en el local, descubre una barbería muy diferente al resto: sin el aire retro o vintage que las caracteriza. Y vendemos un servicio prémium, por ejemplo, con el afeitado, en seis pasos. Siempre que afeitamos, cambiamos la música por otra de estilo chill-out o clásica. Le tapamos la cara, como se hacía antes, con una toalla bien caliente, y logramos que entre en ese mundo de sensaciones. Media hora de relax, de wellness.
Con el corte de pelo no llegamos a ese nivel, pero intentamos que esté bien, que sea una experiencia agradable.
B.M.: Hoy en día, ¿cuál es el secreto de un barbero prémium?
J.P.:Algo básico: que te guste lo que haces. De ser así, te conviertes en un cool-hunter o cazador de tendencias en lo tuyo. Es decir, detectas lo que se lleva ahora en algunos sectores. Y también vislumbras pistas sobre lo que estará de moda, más adelante. Por ejemplo, el tema de las barbas. Quien supo ver, cuatro o cinco años atrás, que las barbas serían tendencia, fue un cool-hunter. Y cuando tienes un momento libre, debes investigar. Hacer un seguimiento de lo que hacen los peluqueros de referencia, en qué trabajan, etc. Reinterpretas lo que ves, más que crear algo nuevo.
Yo creo que las tendencias van de abajo hacia arriba: no se pueden imponer. Por lo tanto, has de tener la suficiente psicología para discernir esos cambios. Y tener claro el perfil de tu clientela más receptivo a esas innovaciones. Yo soy formador pero me gusta asistir a cursos y talleres. Es necesario tener una mentalidad abierta. Y ganas de seguir aprendiendo.
B.M.: ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
J.P.:¿Lo que más me gusta? Dos cosas: tener mi propio negocio y haber seguido mi criterio. Y descubrir, con el tiempo, que este criterio ha sido un éxito. Las grandes decisiones que he tomado, basándome en mi experiencia, conocimientos e intuición, han sido acertadas. Me encanta esta sensación de que controlo mi destino. Sí, me va bien; pero no ha sido una cuestión de suerte, hay que ser constante. Y "picar mucha piedra".
Tú puedes hacer lo que quieras, pero al final el mercado te pone en tu lugar. Ahora, yo me dirijo a dos mercados: el cliente final y el profesional que busca a un formador. El mercado profesional me ha llevado a ser finalista de las categorías mejor barbero y barbería en la primera edición, organizada por el portalBarberías con encanto. Aquí te votan los socios -pertenecientes al sector- en las diferentes categorías.
B.M.: ¿Y lo que menos?
J.P.: Por desgracia, en mi profesión hay mucho ego. Yo creo que lo llevo bastante bien. No tengo rencillas personales con ningún profesional. Te cuento un ejemplo: hay una especie de rivalidad entre Barberías con Encanto y Barberías 3.0. El día de la fiesta asistieron amigos y conocidos míos de Barberías 3.0. Yo hablo bien de Barberías con Encanto, con los que colaboro, pero también de los demás. Y me supo muy mal cuando se rompió la unidad de la única plataforma de barberías, formada por Barberías con Encanto y Barberías 3.0, que existía.
En este oficio es muy fácil caer en el divismo. A mí, me gusta mi colección, técnicamente está bien hecha, pero también la del resto. Otra cosa que me fastidia es el concepto del barbero que tiene gran parte del público final.
B.M.: ¿A qué te refieres?
J.P.:Solo tienes que ver alguna película o serie de televisión. Todavía persiste la imagen del barbero con bata blanca, palillo en la boca, que se pasa el día hablando de fútbol. Yo me siento orgulloso de contribuir a que este concepto, poco a poco desaparezca.
B.M.: ¿El barbero es un asesor de imagen?
J.P.:Totalmente. Tu imagen es lo primero que ven los demás. El cabello, y esto es importante, enmarca tu cara, por eso tiene tanta importancia; aunque también depende del valor que le dé la persona. Y eso no lo valora todo el público. Yo me dirijo a ese cliente que busca un servicio de calidad, buenos productos y asesoramiento profesional. El barbero no se limita a pasar la máquina y hacer cuatro tijeretazos sin ningún criterio. Lo importante no es la herramienta, sino la mano que dirige esa máquina; y eso no es fácil. Se siguen unas líneas, un equilibrio de proporciones... en definitiva, una armonía. Te preguntas qué estructura, geometría o volumen aportas a la cabeza del cliente. Si ello lo consigues con máquina, tijeras o navaja, es lo de menos.
B.M.: ¿Qué te falta por hacer? ¿Cómo te ves dentro de cinco años?
J.P.: Seguiré dando guerra. Como leí una vez: el cielo es el límite. Espero no haber tocado techo. Me gustaría crecer más. Imagino que intensificaré mi faceta de formador, quizás en Sudamérica. El año que viene presentaré una colección nueva en los Fígaro y espero ganar. Voy a huir del corte old school. Actualmente usamos mucho la máquina, con medidas muy cortas. Me gusta mucho este tipo de trabajo pero todo el mundo lo hace. Parece que la barbería empiece y acabe en el old school. Me gustaría volver a los cabellos largos. Sin duda, haría algo diferente. Siempre me he considerado un barbero atípico.
En cinco años, me veo en una posición más consolidada, sobre todo en la parte formativa. Aun así, no me gustaría dejar de lado la vertiente artística, de las colecciones. Y, por supuesto, seguiré trabajando para que el oficio de barbero sea tan digno como el de peluquero de señoras. En la actualidad, ser barbero está de moda, y eso es motivo de alegría. Pero no podemos bajar la guardia. Imagínate que circulamos sobre una bicicleta: o pedaleamos, o nos caemos.