Si algo le distingue por encima de todo, es su humanidad. Un hombre bueno donde los haya que transmite paz y hace de la sinceridad y la sencillez sus dos cualidades bandera.
Cariñoso, tranquilo y comprometido, Imanol Oliver es un profesional peluquero que lleva a gala eso de los peines y las tijeras, con las que todo lo que toca convierte en puro oro, de tan bien hecho y tanto mimo.
Imanol dirige con habilidad y una alabable sucesión de aciertos 'Oliver Estilismo, Belleza y HairSpa', un salón a la última sito en Los Alcáceres, ciudad de Murcia, para deleite de propios y extraños, porque Oliver Estilismo, Belleza y HairSpa, traspasa fronteras. Así lo ha hecho ni más ni menos en su reciente aparición en los International Visionary Awards, Londres, un templo al culto de los más importantes estilistas del planeta, cénit y epicentro de esta profesión y sus más destacados e influyentes representantes, que Imanol ha disfrutado al máximo, colocándose entre los mejores de la peluquería mundial.
Yo recuerdo con once años ir en las vacaciones escolares a ayudar a la peluquería de mi familia, y el trato con los clientes era casi familiar, el reloj no existía en virtud del trato personal y esto es lo que yo practico.
Sin cortapisas ni fronteras, a Imanol lo encontramos siempre allá donde exista peluquería, y de la buena. Tiene un olfato especial, varios dones recibidos, de los que echa mano para suerte de los mortales, como lo hace de su inagotable deseo y derroche inspiracional cada vez que lo necesita, que es a todas horas, porque le encanta la peluquería en cualquiera de sus facetas, frente al espejo y sobre la melena, entre hebras y paletas de colores infinitos, cepillos y aires de secadores y accesorios, y los códigos del peinado, o con el foco puesto en la creación de editoriales y colecciones de moda que le lleva a crear propuestas del calibre y tamaño de 'Aida'.
Aida, es efectivamente, uno de sus últimos trabajos concebidos como obra de arte fotográfica e inspiracional para revistas y principales cabeceras. Arte contemporáneo de aire british que empodera. Así la hemos visto y publicado en nuestras páginas de GH Gallery-Hair, para disfrute de quienes la contemplan. Y así lo contamos, para que la conozcas y lo sepas. Que a Imanol, este oficio le viene de cepa: "He crecido entre rulos", sonríe y entrecierra los ojos, recuerda... "Amé esta profesión desde pequeño".
Hecha la confesión, empecemos. Estamos deseando saberlo todo, Imanol.
Lo bueno que tiene la peluquería es que es el cliente quien te busca a ti y no tú a él. Cuando alguien entra por la puerta del salón, sin saberlo, ya estamos haciendo algo bien.
Beauty Market: Imanol, ¿qué es Aida, tu última colección?
Imanol Oliver: Para mí Aida es, ante todo, bonita, esa era mi pretensión. Crear imágenes equilibradas y agradables haciendo lo que más me gusta, que es cortar. Buscaba neutralidad y equilibrio con un punto interesante que lograra concentrar la atención.
B.M.: ¿Qué aporta un trabajo editorial de este tipo, una colección a un peluquero?
I.O.: Crear es una parte importante de nuestro trabajo y a mí personalmente me reconforta mucho. Nuestras creaciones diarias con los clientes son obras efímeras, el trabajo editorial estará ahí para siempre, como un legado inspiracional que dejar a las siguientes generaciones de profesionales de la imagen.
B.M.: ¿Y qué al cliente o a la clienta?
I.O.: Al cliente le aporta seguridad. Muchos clientes y clientas que acuden al salón por primera vez me cuentan que nos ven por las redes sociales y piensan: "Si en Oliver pueden hacer eso, seguro que lo que yo quiero, también", es un feedback muy común, motivador y enriquecedor.
Los peluqueros somos un tipo de personas extremadamente sociables, si no, sería imposible sobrellevarlo todo. Y a mí me encanta aprender, conversar, compartir... En definitiva, vivir.
B.M.: Imanol, cuéntanos cuál ha sido tu evolución.
I.O.: Pues como la de cualquier artesano autónomo de cualquier lugar y ciudad de la geografía nacional. (Ríe. Apunta directamente a la realidad empresarial de la peluquería de nuestro país.) Hace 12 años que abrí mi propio salón y sabiendo poco o nada en cuanto gestión, formación de equipos, instalaciones, etc. Un gran reto, sin duda. No exento de cortapisas y realidades empresariales que no favorecen al sector precisamente. No obstante, aquí sigo. Apostando y dándolo todo por esta profesión.
B.M.: ¿Cómo afrontaste los retos empresariales a la hora de abrir tu propio salón?
I.O.: A mí me ha ayudado mucho juntarme con otros peluqueros y empresarios del sector, lo que ha contribuido en buena parte en el óptimo trazado de mi propio plan de ruta. Plataformas como Intercoiffure, Barberos 3.0, Style Masters o Fígaro ayudan mucho a encontrar personas afines a tu propia visión de la peluquería. Pienso que lo más importante es rodearte de gente mejor que tú en cualquiera de las facetas.
B.M.: Entonces, y ahora, rodeado de un equipo que te apoya.
I.O.: Sí, tengo la gran suerte de disfrutar de un gran equipo siempre a mi lado y además que gran parte de ese equipo sean mi familia, literalmente. Como te decía antes vengo de familia de peluqueros y cuento con el apoyo de mis hermanas, mi madre y mi madrina quienes están y trabajan junto a mí todos los días. Entre todos nos repartimos las tareas de gestión, gabinete de belleza, gestión de clientes, recursos humanos, etc... Y así nadie se sobrecarga de tareas 'poco satisfactorias'.
(Nos hace un guiño, todos sabemos que el peluquero es por regla general más artista que empresario), y cada uno se ocupa de hacer lo que más le gusta. Para mí ha sido una liberación no tener que llevar más la gestión financiera del salón, por ejemplo. Quien lo hace, y muy eficazmente, y en quien he delegado es en mi hermana menor que es licenciada en Administración y Dirección de Empresas. Así yo me puedo dedicar al salón y a la formación de mi equipo.
Sé lo que quiero y cómo conseguirlo. Porque si quieres triunfar como peluquero y en tu negocio, además de creativo, siempre sustentado sobre una base sólida, hay que ser gestor.
B.M.: Lo cual no quita para que te hayas formado también en la gestión de los equipos.
I.O.: En gestión es en lo que más me formé al principio y gracias a eso tengo a día de hoy unas bases sólidas para hacerlo. Sé lo que quiero y cómo conseguirlo. Porque si quieres triunfar como peluquero y en tu negocio, además de creativo, siempre sustentado sobre una base sólida, hay que ser gestor.
B.M.: ¿Qué es lo mejor de Imanol como profesional de la peluquería? ¿Dónde te encuentras más a gusto? ¿Qué es lo que dominas mejor?
I.O.: Sin duda la tijera. Hago de todo en el salón: color, lavo cabezas, recogidos, afeitados... Pero siempre he tenido predilección por el corte.
B.M.: ¿Y lo más motivador?
I.O.: Me resulta muy interesante ver cómo propuestas e ideas se convierten en resultados en una cuenta de explotación.
A mí me ha ayudado mucho juntarme con otros peluqueros y empresarios del sector, lo que ha contribuido en buena parte en el óptimo trazado de mi propio plan de ruta.
B.M.: Una buena peluquería debe ser...
I.O.: ¡Auténtica! (Y ríe fuerte, se le escapa a borbotones la pasión.) Tener un sello personal es cada vez más difícil. Vivimos en tiempos de sobreinformación y al final es muy complicado no verse influenciado por lo que se publica en internet y las redes sociales. Veo compañeros de profesión comportándose como veletas influenciados por modas pasajeras y no llevando una línea definida. Yo mismo lo viví personalmente con el boom de la barbería, por ejemplo. Creo que también hace falta una madurez profesional para no caer en ese tipo de cosas. Yo practico desde hace tiempo el recto entendimiento, el recto pensamiento; recto medio de vida, recto esfuerzo, recta atención... Es decir, estar lo más alineado posible con lo que pienso y hago... Ser yo mismo en todo momento. Desde entonces para mí todo se ha simplificado y soy más feliz.
B.M.: ¿Optimista ante el futuro de la peluquería?
I.O.: Si, pero.. (Y piensa...) La peluquería como negocio ha decaído mucho. El gobierno no ayuda a nuestra industria y seguimos en pie algunos, de entre muchos. Por ejemplo, las franquicias han caído porque la peluquería ya no es un buen negocio por los altos impuestos que pagamos frente al tiquet medio nacional y la gran inversión en personal que tenemos que hacer. La peluquería es negocio para quien levanta con sus manos la persiana cada día porque saca su sueldo.
La lectura positiva que doy sobre este tema es que nos hemos hecho, no obstante, más competitivos y que la peluquería como artesanía se está recuperando. El perfil de los salones de éxito ahora son los denominados salones de autor, salones de uno a cuatro colaboradores haciendo las cosas bien y con un sello personal muy arraigado.
B.M.: ¿Optimista ante tu propio futuro?
I.O.: Yo tengo la suerte de que mi hobby y mi trabajo son el mismo. Mientras eso sea así, yo, feliz.
B.M.: ¿Cómo es el salón de peluquería de Imanol?
I.O.: El mío es un salón auténtico. Como ya he dicho, un sello personal, la peluquería de autor, es vital, y yo lo tengo. Cuento con unas buenas instalaciones pero sobre todo con un buen equipo y una buena filosofía de trabajo. Sino no sería posible estar donde estoy, sin hacerlo de una forma natural.
Tener un sello personal es cada vez más difícil. Vivimos en tiempos de sobreinformación y al final es muy complicado no verse influenciado por lo que se publica en internet y las redes sociales.
B.M.: ¿El cliente siempre tiene la razón?
I.O.: Lo bueno que tiene la peluquería es que es el cliente quien te busca a ti y no tú a él. Cuando alguien entra por la puerta del salón, sin saberlo, ya estamos haciendo algo bien. Algo le ha hecho elegirnos. Por supuesto, el resto tenemos que hacerlo nosotros 'in situ'. Cuando me refería a que la peluquería vuelve a ser un trabajo artesano me refiero precisamente a eso. Yo recuerdo con once años ir en las vacaciones escolares a ayudar a la peluquería de mi familia, y el trato con los clientes era casi familiar, el reloj no existía en virtud del trato personal y esto es lo que yo practico. Puedo hablar con conciencia y consciencia porque en mis inicios, fuera del salón familiar también trabajé en distintas empresas donde la cuenta de explotación era más importante que la satisfacción del cliente y que premiaban la cantidad a la calidad. Yo elijo y defiendo, valga mi experiencia, el sello de autor, insisto.
B.M.: ¿Con qué sueñas Imanol?
I.O.: De momento, con seguir siendo feliz con lo que hago y cómo lo hago.
B.M.: Lo más difícil de tu carrera ha sido...
I.O.: Emprender. El día que decidí establecerme por mi cuenta y empezar mi andadura profesional como empresario.
B.M.: ¿Y lo más gratificante que te ha dado esta profesión?
I.O.: Poder cada día estar con mucha gente... A nivel de compañeros, clientes... Los peluqueros somos un tipo de personas extremadamente sociables, si no, sería imposible sobrellevarlo todo. Y a mí me encanta aprender, conversar, compartir... En definitiva, vivir.
B.M.: SI volvieras a nacer, ¿repetirías?
I.O.: ¡Por supuesto!
Nuestras creaciones diarias con los clientes son obras efímeras, el trabajo editorial estará ahí para siempre, como un legado inspiracional que dejar a las siguientes generaciones de profesionales de la imagen.
B.M.: ¿Cómo ves tú la peluquería española en general y en tu opinión?
I.O.: A nivel editorial y de shows, impresionante. Somos de los países, si no el país, que cuenta con la mejor salud del mundo en estos parámetros.
A nivel de calle, con falta de mucha formación. Hay unos 50.000 salones de peluquería en España y en el circuito de formaciones, ferias, eventos..., las caras son siempre las mismas. Eso me dice que hay muchos peluqueros que no se comprometen al cien por cien. Mucha economía sumergida, tiquet medio muy bajo... En fin, desprestigio ante la sociedad. Solo hay que pedir a alguien de fuera del sector que te describa un peluquero(a).. Es un ejercicio muy revelador. Os animo a que lo probéis.
B.M.: Implicado desde siempre en movimientos como Fígaro o The Style Masters, ¿qué aportan los concursos al profesional peluquero y qué al sector en general?
I.O.: Visibilidad ante la sociedad y ante otros profesionales. Gracias a estos concursos, competiciones y encuentros nacionales a nivel internacional, empezamos a creernos que somos especiales, somos un gran sector y el peluquero empezó a visualizarse ante el mundo de la moda e ir con la cabeza bien alta ante la sociedad gracias a ellos. Hace veinte años decir que eras peluquero era casi vergonzoso. Hoy día gracias a Dios esto ha cambiado y una parte de la culpa de que esto sea así la tienen los concursos y plataformas de visualización.
B.M.: Con un momento crucial y excepcional, el que experimentaste como finalista en International Visionary Awards. Cuéntanos, cómo fue, qué viviste, cómo se desarrolló la relación con el resto de tus compañeros de profesión de nuestro país que allí acudieron.
I.O.: La candidatura a los Visionary fue una pasada, sinceramente. Recuerdo que me llamó Marta de Paco, que es mi responsable de comunicación, y me dice: "Imanol si no estás sentado siéntate... ¡Has quedado finalista en los Visionary Hairdresser Awards!" ¡No me lo podía creer! Y luego allí en Londres fue una experiencia inolvidable, y para colmo allí me encuentro en backstage con Borja y Bernat del equipo de Carlos Valiente, Carles de Pelsynera, mis queridas Olga García y Mayte Garrote, Jordi Pérez de La Barberia de Grácia, Jose de Makeover, David Rodelas... Estábamos en familia. No me puse nervioso, lo disfruté muchísimo. Imagínate, la mayoría éramos españoles, no había tantos peluqueros de ninguna otra nacionalidad. Me quedé encantado con mi trabajo, mi modelo. Lara Arguedas lo hizo increíble. Llevaba un vestido flipante de Javi Visory (Visory Fashionart) y Mari (mi novia entonces, mi mujer ahora), hizo un maquillaje alucinante. Salió todo genial, sin duda uno de los momentos más top de mi carrera, ¡por ahora!
Y observa lo que te he dicho del backstage, casi todo formado por peluqueros españoles, qué vara de medir tan buena para la peluquería española.
Cuento con unas buenas instalaciones pero sobre todo con un buen equipo y una buena filosofía de trabajo. Sino no sería posible estar donde estoy, sin hacerlo de una forma natural.
B.M.:¿Qué se siente sobre un escenario de tal prestigio y renombre?
I.O.: Pues un subidón increíble. Ahora, después de haberlo vivido y asimilado, haciendo retrospectiva, he de decir que en España tenemos shows de mucha más calidad en cuanto a espacios, organización, etc. Puedo asegurarlo con conocimiento de causa. Y de eso tenemos que sentirnos muy orgullosos.
B.M.:¿Repetirías?
I.O.: ¡Todos los años!
B.M.: ¿En qué trabaja en estos momentos Imanol Oliver?
I.O.: Este año es año de cambios para mí. Por un lado voy a remodelar, a reformar el salón, va a quedar espectacular, ¡ya te lo enseñaré! Y por otro lado, he cambiado de partner, comienzo mi nueva andadura junto a Montibello. Y con mucha ilusión. Imagínate: salón nuevo, partner nuevo, nuevos proyectos, gente nueva en mi vida... ¿Qué más puedo pedir?
B.M.: ¿Preparado entonces para afrontar los retos del futuro?
I.O.: Sí, con los pies siempre en el suelo. El único sitio donde éxito está antes que trabajo es en el diccionario.