La palabra low cost ha estado en boca de todos en los últimos años. Sin embargo, con el paso del tiempo, su uso se ha ido desinflando, al igual que han perdido fuerza los negocios asociados a ella. La apuesta por utilizar precios exageradamente bajos ha demostrado ser muy cortoplacista, pan para hoy y hambre para mañana.

Desde OMAT, entidad de certificación especializada en peluquería y estética apuntan que "se trata de estrategias que se centran únicamente en competir en precio pero, cuando éste es tu único valor, corres muchos riesgos en la continuidad de tu negocio. Puede que inicialmente se produzca un 'efecto champán', la oferta atrae a muchos clientes y crece como la espuma pero, igual de rápido se produce la bajada. ¿Por qué? Porque no tienen nada más que ofrecer al consumidor. Si el único valor de un salón es ser barato, siempre habrá otras alternativas que mejoren la oferta. Los tintes caseros, los tutoriales de Youtube para cortarse el pelo o hacerse un recogido... Esa es la competencia que tienen los negocios que solo pueden ofrecer un servicio a bajo precio. No apuestan ni por la calidad ni por el cliente y eso pasa factura con el tiempo".

La experiencia del cliente en el salón, un valor fundamental

Estudios recientes realizados en base a la conducta del consumidor ponen de manifiesto que el 80% de los clientes valoran la experiencia de compra tanto como el producto (o servicio) que compran. Según fuentes de OMAT "la calidad sí es un valor diferencial y, además, una apuesta por la fidelización del cliente y la continuidad del salón a largo plazo".

"Cuando hablamos de calidad -continúan desde OMAT- nos referimos siempre a la atención al cliente, porque lo engloba todo. Desde que el entorno en el que recibe el servicio sea agradable, cómodo y seguro, hasta que sea atendido en tiempo".

Para poder ofrecer un servicio barato es imprescindible recortar en otras cuestiones: los productos que se usan, la preparación de los profesionales que forman parte del equipo, etc. Todo ello lleva a que el resultado pueda no ser el deseado por el cliente, pero no solo eso, también se pueden producir efectos adversos parpara su salud y seguridad.

La apuesta por utilizar precios exageradamente bajos ha demostrado ser muy cortoplacista, pan para hoy y hambre para mañana.

Hay nichos de mercado para todo tipo de negocios y diferenciarse por las cualidades positivas que se ofrecen al cliente siempre será garantía de buenos resultados. Sin embargo, competir solo en precio limita mucho las posibilidades de diferenciación porque los números no salen.

Como indican desde OMAT, "se trata, siempre, de buscar el equilibro para que el cliente ponga en valor todo lo que el salón le ofrece y eso compense el desembolso económico de su visita. El concepto de caro o barato es muy relativo y dependerá de lo que el consumidor entienda que le aporta realizar ese gasto. Si una peluquería o centro de estética es sinónimo de seguridad e higiene, especialmente en estos tiempos que estamos viviendo, si el cliente tiene la tranquilidad de saber que los profesionales que le atienden disponen de una formación sólida, si se siente a gusto con el trato..., todo ello hará que el servicio, a sus ojos, tenga un precio que está dispuesto a pagar porque compensa lo que está recibiendo".

"Esa es la manera de hacer viable la continuidad del negocio: fidelizar al cliente a través de la calidad".









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