Los productos capilares, tanto champús como acondicionadores, geles para definir los rizos o cremas de peinado suelen ser emulsiones más o menos líquidas con una innumerable lista de ingredientes que en general cuesta bastante identificar.
En el momento actual, la tendencia que impera en el planeta es la del consumo responsable y la de los activos naturales. Para pasar, precisamente a la cosmética ecológica, respetuosa con al piel, el cabello y el medio ambiente, es muy importante saber qué productos son los que utilizamos en cualquier rutina capilar o servicio en nuestro salón de peluquería, y también informar a nuestros clientes para su elección de los productos a utilizar en el hogar.
Maison Karité, de manos de su experta, Carmen Muñoz, Haircare Projet Manager de la firma, graduada en Biotecnología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y Máster en Dirección Comercial y Marketing para Industria Farmacéutica y Afines por el CESIF, ha sido la responsable de elaborar una completa y detallada guía, en la que quedan reflejados todos los ingredientes posibles de las formulaciones de champús y acondicionadores para un uso responsable y sostenible de los mismos.
Vamos por partes...
Tensioactivos, qué son y cuál es su función en la formulación de los champús
Los tensioactivos son los agentes limpiadores de cualquier producto cosmético, desde champús, hasta pastas de dientes, geles de baño o toallitas desmaquillantes.
Cuando un jabón, disuelto en agua se dispersa en forma de micelas -estructuras esféricas en 3D en las que se dispone la fracción soluble en agua hacia fuera para proteger la fracción insoluble-. Cuando entra en contacto con una partícula grasa, esta se queda atrapada dentro de la zona hidrofóbica, envuelta por las cabezas hidrofílicas de las moléculas de jabón y por lo tanto se crea una emulsión que permite que la molécula grasa sea temporalmente soluble en agua.
Los jabones y detergentes funcionan modificando la tensión superficial del agua para poder solubilizar en ella cosas que en un principio no serían solubles.
Un tensioactivo proviene de la reacción de saponificación entre un aceite (hidrofóbico) y una base (hidrofílico) cuya reacción produce jabón y glicerina. La molécula de jabón resultante por lo tanto, tendrá una parte con afinidad por el agua (hidrofílica) y otra con afinidad por el aceite y las grasas (hidrofóbica).
Tensioactivos que se recomienda evitar.
En primer lugar, en cosmética certificada no se permite el Sodium Lauryl Sulfate ni ningún tensioactivo etoxilado -cuando se encuentra el sufijo -eth significa que un ingrediente está etoxilado como en el caso del Sodium Cocoyl Isethionate-.
Dese Maison Karité, en concreto, desaconsejan los sulfatos agresivos y cualquier ingrediente etoxilado debido a que "no creemos que sea ético si comparamos los beneficios de los mismos con los riesgos que suponen no tanto para nuestra salud, pero para la de las personas que trabajan con ello diariamente".
En cuanto al Sodium Coco Sulfate y al resto de ingredientes aceptados por las certificadoras,
"consideramos que lo importante realmente es ver como evoluciona cada cabello con el champú ya que cada uno es único y diferente y lo que puede funcionar para una persona puede no dar resultados para otra.
Estos compuestos alteran la estructura del cabello para mejorar sus características como el brillo y la suavidad a la vez que mejoran su resistencia y lo protegen de los factores externos que lo pueden dañar (radiación UV, viento, frío).
Los tensioactivos que Maison Karité recomienda evitar son:
- Ammonium Lauryl Sulfate.
- Disodium Laureth Sulfosuccinate.
- Sodium Cocoyl Isethionate.
- Sodium Laureth Sulfate.
- Sodium Lauryl Sulfoacetate
- Sodium Myreth Sulfate.
- Sodium Lauroyl Methil Isethionate.
- Sodium Lauryl Sulfate.
¿Por qué se usan tanto los sulfatos en los champús si son “malos”?
Los sulfatos (Sodium Coco Sulfate, Sodium Lauryl sulfate, Sodium Laureth Sulfate, etc) son los tensioactivos más usados en productos tanto capilares como corporales debido a que tienen gran capacidad detergente, buena formación de espuma y un precio reducido. Actualmente están en el punto de mira. ¿Por qué motivo?
Los sulfatos provienen (en mayor o menor medida) de la reacción del aceite de coco con el ácido sulfúrico y posteriormente con una base (carbonato sódico o amónico). Los sulfatos más usados son: el Sodium Coco Sulfate, el Sodium Lauryl Sulfate y el Sodium Laureth Sulfate.
"Hay sulfatos y sulfatos".
Para la síntesis del Sodium Coco Sulfate (SCS) se usa el aceite de coco en su totalidad, que contiene varios ácidos grasos entre los cuales destaca el ácido láurico (aprox. un 50% de la fracción).
Para la síntesis del Sodium Lauryl Sulfate (SLS) únicamente se usa el ácido láurico durante el proceso de sulfatación, excluyendo el resto de ácidos grasos presentes en el aceite del coco. El resultado es un producto 'concentrado' que a nivel industrial se considera positivo, pero que es menos compatible con la piel y produce irritaciones. Debido a que el SLS resulta demasiado agresivo en algunos casos, muchos fabricantes usan el Sodium Laureth Sulfate (SLES), que es el producto de una reacción de etoxilación del Sodium Lauryl Sulfate.
Al añadir óxido de etileno el SLES resulta más soluble en agua y en consecuencia menos irritante con la piel, aunque todos los sulfatos en general tienen un poder detergente bastante alto en comparación con otros que se usan en cosmética ecológica como por ejemplo los glucósidos. El inconveniente añadido del SLES y de cualquier producto etoxilado (cualquiera que contenga -eth- en su mebre) y el principal motivo por el cual las certificadoras no lo permiten es que este proceso tiene un impacto negativo en el medio ambiente y en la salud de las personas.
¿Cuál es la problemática de los ingredientes etoxilados?
El óxido de etileno esta considerado como tóxico por inhalación, carcinogénico, mutagénico, altamente inflamable e irritante grave tanto ocular como cutáneo según la Agencia Europea de Químicos y la Agencia de substancias tóxicas y registro de enfermedades ha concluido con que los trabajadores expuestos a este material presentan un índice significativamente más elevado de casos de leucemia, cánceres de estómago y páncreas entre otras enfermedades.
Además, tras el proceso de etoxilación se generan trazas de 1,4-dioxane, un elemento clasificado como "razonablemente sospechado de ser un carcinógeno en humanos" según el Instituto de toxicología ya que presenta efectos carcinógenos en otros animales.
De todas formas, cabe tener en cuenta que existe una regulación que limita de forma muy estricta la cantidad permitida de dioxano en un producto cosmético.
¿Más allá de los sulfatos hay vida?
La respuesta es un sí rotundo, aunque consideramos que el Sodium Coco Sulfate si se usa debidamente en
la fórmula no tiene por que causar irritaciones ni ser demasiado agresivo, existen otros detergentes más suaves que pueden dar buenos resultados en champús de uso regular.
Algunos ejemplos de estos son los glucósidos como el Cocoglucósido, el Decylglucósido, el Laurylglucósido, la Betaína de coco o el Sodium Cocoyl Glutamato, etc.
Además de estos, la sabiduría tradicional ha utilizado durante milenios las plantas con saponinas (agentes limpiadores naturales) como la Saponaria, arcillas o barros como el Shikakai ( Acacia concinna) en el Ayurveda o el Rhassoul (Moroccan Lava Clay) en África del norte.
Dicho esto, debemos tener en cuenta que estos tensoactivos vegetales y más suaves, no tienen la misma capacidad de formación de espuma que la de los champús a los que estamos acostumbrados, pero que hagan menos espuma no significa que no limpien correctamente.
Los acondicionadores, fundamentales en cualquier rutina capilar
En primer lugar es importante definir qué ocurre a nivel molecular en el cabello cuando está suave y brillante de forma sana (obviamos aquí el falso efecto de las siliconas que se comentarán posteriormente). La parte exterior de las fibras capilares llamada cutícula puede presentar una porosidad mayor o menor en función de como de contraídas estén sus escamas. Cuando la cutícula está “cerrada' la luz se refleja sobre superficie lisa con más facilidad y por lo tanto el cabello luce más brillante y menos encrespado ya que al ser la cutícula más lisa hay menos fricción entre las distintas fibras del cabello y por lo tanto queda más suelto.
En general, los acondicionadores suelen ser productos de base acuosa (aunque también los hay en formato Sérum-oil) y con un pH ligeramente ácido y se clasifican principalmente en los siguientes tipos:
» Tensioactivos catiónicos: son un tipo de tensioactivos que se fijan en el cabello neutralizando las cargar negativas y reengrasando las fibras, pero suelen ser irritantes. Algunos ejemplos son: Cetrimonium chloride y los Quaterniums (como el Quaternium-52).
» Polímeros acrílicos y Siliconas: forman una película sobre las fibras capilares que permanecen hasta el siguiente lavado. Crean una falsa apariencia de brillo y suavidad, ya que lo que vemos brillante realmente no es la fibra capilar en sí sino la película que hay a su alrededor.
Es decir, sellan la cutícula con la película acrílica y el efecto sensorial en el cabello es agradable y bonito,
pero no es un cabello realmente sano. Algunos ejemplos son los Polyquaterniums y los ingredientes acabados en -methicone, -methiconol, -siloxysilicate y -siloxane.
» Compuestos grasos: lubrican y suavizan la fibra capilar. Antiguamente el acondicionador más común en cada territorio era el aceite más típico de la zona. En España el aceite de oliva, en zonas tropicales el aceite de coco y en África del oeste la Manteca de Karité. Actualmente en muchos casos se han substituido por aceites minerales (derivados petroquímicos).
Los tensioactivos son los agentes limpiadores de cualquier producto cosmético, desde champús, hasta pastas de dientes, geles de baño o toallitas desmaquillantes.» Agentes humectantes: ayudan a mantener la hidratación en las fibras del cabello, algunos ejemplos naturales son la glicerina, la inulina en cosmética certificada y el AHA, BHA, el ácido salicílico, la urea o el panthenol en cosmética convencional. Los humectantes actúan como “imanes” sobre las moléculas de agua del ambiente y las atraen a la capa superficial de la piel y el cabello manteniéndolos más hidratados.
» Ácidos orgánicos débiles: es muy común usar vinagre, zumo de limón o similares en el último aclarado ya que el pH ácido provoca que las escamas de la cutícula se contraigan dando así una sensación de brillo y suavidad.
» Hidrolizados de proteínas: son sustancias que pueden tener tanto origen animal como vegetal ( proteína del gérmen
Aspectos a tener en cuenta de los acondicionadores, en las rutinas capilares
En resumen, con cualquier producto cosmético -aunque especialmente a nivel capilar-, es importante revisar y entender su composición, ya sean de uso puntual o regular, en busca de posibles polímeros acrílicos, siliconas y derivados.
Esta tarea será fundamental si pretendemos usar producto ecológico, ya que cualquier con silicona -o similares- en nuestra rutina, interferirá negativamente y notaremos el pelo sucio o estropeado en consecuencia. Si detectas que algo en tu rutina capilar incluye polímeros acrílicos, puedes consultar nuestro artículo sobre la transición al cuidado capilar ecológico.
Como hemos comentado anteriormente, las siliconas y los polímeros acrílicos tienden a acumularse y los tensioactivos usados en cosmética ecológica certificada, generalmente no son capaces de eliminar eficientemente esta acumulación como lo haría un champú de cosmética convencional más agresivo - con
Sodium Lauryl Sulfate por ejemplo-. Por lo tanto, se deben seguir ciertas pautas y practicar un poco la paciencia durante las primeras semanas de “transición” hasta que nuestro cabello vuelva a estar limpio de polímeros y derivados petroquímicos.
La principal recomendación es escoger cosmética ecológica certificada puesto que nos ofrece la garantía de que no se incluyen petroquímicos, nanopartículas, organismos modificados genéticamente, experimentados en animales o agresivos con el medioambiente o las personas.
Los conservantes, qué hacen y para que sirven en las fórmulas de cuidado del cabello
Cualquier producto cosmético que contenga agua en su fórmula necesita un agente conservante. Los conservantes se usan para evitar el deterioro, prolongar la vida comercial del producto y proteger a los consumidores frente a una posible contaminación.
Cuando un microorganismo -ya sea bacteria, hongo, levadura, etc.-, entra en contacto con un producto que no está conservado correctamente, se suelen generar variaciones en las propiedades de éste como por ejemplo una separación de las fases de la emulsión, formación de placas de moho o cambios en el aroma. Existen diversos tipos de sistemas de conservación que se categorizan principalmente en: sistemas de conservación físicos, sistemas de conservación químicos sintéticos, y sistemas de conservación químicos naturales.
Sistemas físicos de conservación.
No suele usarse para el producto final si no para intentar reducir el riesgo de contaminación de los materiales y recipientes durante el proceso de fabricación del producto.
Incluye procesos como la esterilización, el secador y las radiaciones UV y gamma.
Sistemas químicos sintéticos de conservación.
» Parabenes: se usan en muchísimos productos cosméticos debido a que se necesita una muy pequeña proporción y son muy económicos y efectivos a nivel antibacteriano y antifúngico.
Ejemplos: Metilparaben, Etilparaben, o cualquier cosa con el sufijo -paraben.
» Liberadores de formaldehido: tienen mejor solubilidad en agua que los parabenes, pero son más irritantes y pueden causar sensibilidad cutánea, por lo cual no están recomendados en personas con piel sensible.
Ejemplos: Formaldehido, DMDM hydantoin, Quaternium-15, Imidazolidinyl urea, etc.
» Alcoholes y mezclas: poseen sobre todo capacidad bactericida y una buena tolerancia en la piel.
Ejemplos: Phenoxyetanol.
» Triclosan: muy utilizado en pastas dentífricas y colutorios, aunque tiene buena actividad como conservante hay estudios recientes de la Universidad de Massachusetts que indican que afecta negativamente a la microbiota intestinal y favorece inflamación en el colón en ratones.
El estudio mencionado concluye con que en ratones con enfermedad inflamatoria intestinal (colitis y enfermedad de Crohn) la exposición al triclosán agrava los síntomas y en ratones con cáncer de colón acelera la progresión de la patología y acorta la esperanza de vida.
Sistemas químicos naturales de conservación.
» Aceites esenciales: tienen poca efectividad si se usan como único agente conservante. Debido a que se tienen que usar en cantidades mayores a lo recomendado para que sean efectivos frente a bacterias, pueden resultar irritantes o ser fuente de alergias. Ejemplos: Aceites esenciales de clavo, comino, tomillo, árbol del té, etc.
» Polialcoholes: son efectivos solamente frente a bacterias, y se necesitan elevadas concentraciones para cumplir con su propósito. Pueden ser comedogénicos. Ejemplos: glicerol, propilenglicol, caprililglicol, etc.
» Ácidos orgánicos y sus sales: son los conservantes más usados en cosmética natural y cosmética ecológica ya que presentan una buena actividad antibacteriana y antifúngica y buena compatibilidad con la piel. Algunos ejemplos son: ácido benzoico, benzoato de sodio, ácido sórbico, sorbato potásico, ácido levulínico, levulinato de sodio, etc.
» Fermentos: los fermentos son la nueva generación de conservantes. Contienen extractos de plantas y poblaciones (generalmente) bacterianas no dañinas que liberan sustancias de forma natural que impiden el crecimiento a otros microorganismos como estrategia natural aumentar sus posibilidades de supervivencia. Ejemplos: Fermentos de lactobacillus sobre aceite de coco, fermentos de lactococcus y lactobacilus sobre mostaza, etc.
¿Que significa que en un cosmético con agua se indique el término 'sin conservantes'?
Hemos dicho que cualquier cosmético que contenga agua en su composición debe llevar algún agente conservante, sin embargo en algunas formulaciones de estas características podemos encontrar que se indique 'sin conservantes'.
El reglamento europeo de Cosmética contiene un anexo en el que se listan los ingredientes activos que se consideran conservantes, es decir, su función principal es la de ser conservantes.
Existen otras moléculas mencionadas anteriormente como algunos ácidos orgánicos o los fermentos comentados que aunque su función principal no es la de ser conservantes, actúan de forma satisfactoria como tal manteniendo las emulsiones con sus características intactas y evitando las posibles contaminaciones microbiológicas.
Cabe tener en cuenta que la capacidad conservante de los sistemas naturales siempre es en cierto modo menos efectiva que la de los sistemas químicos sintéticos y por lo tanto hay que ser más cuidadosos con el producto final y evitar al máximo exponerlo a posibles contaminaciones.
Aún así, esto no significa que los productos ecológicos sean menos seguros que los convencionales debido a que llevan conservantes menos potentes, todos los productos cosméticos se someten a test que certifican su estabilidad y protección frente a contaminaciones microbiológicas.
La principal diferencia suele ser el tiempo de vida útil del producto, y en consecuencia su fecha de caducidad, que suele ser más.
Otros ingredientes cosméticos de las fórmulas de belleza
Además de tensioactivos, acondicionadores y conservantes, los productos cosméticos pueden contener muchos otros ingredientes cuya función es conseguir unas características de textura y aspecto concretos. Aunque existen muchas moléculas que pueden tener cabida en esta “categoría”, las más usadas son las siguientes:
Diluyentes.
Son el principal ingrediente de prácticamente todas las emulsiones, generalmente el que más se usa es el agua destilada, aunque en algunos casos y en menor proporción se usan hidrolatos de plantas que pueden aportar componentes beneficiosos para la piel y el cabello ya que contienen las moléculas hidrosolubles de la especie vegetal usada en cada caso.
Emulsionantes.
El objetivo de los emulsionantes es formar una mezcla homogénea y evitar la separación de las fases hidrosoluble y liposoluble. Los más usados en cosmética ecológica son los alcoholes cetílico y cetearílico, las ceras emulsionantes, la lecitina de soja, la lanolina, el gliceril oleato, el cetearyl olivate y similares.
Gelificantes y espesantes.
Estos ingredientes son los que dan la textura deseada a la emulsión modificando su densidad y viscosidad. Teniendo en cuenta que el porcentaje de agua puede llegar hasta un 60%. si no se añade un modificador de la textura, la mayoría de productos serían líquidos y en consecuencia mucho más complejos en su uso. Los más usados son polisacáridos como la goma xantana, goma guar, goma arábiga, la pectina, el agar, los alginatos y el carbopol 940 -este último es un derivado petroquímico-.
Colorantes.
Para dar un aspecto más vistoso a champús, cremas, fijadores capilares, etc. se suelen usar colorantes y pigmentos. La principal diferencia entre ambos es que los colorantes son solubles en el medio en que se usan y los pigmentos no, y por lo tanto aportan color por dispersión. Hay muchísimos posibles orígenes para los colorantes, existen colorantes vegetales como la espirulina, el hibiscus, la malva, la remolacha o el maíz morado, entre otros, pero también hay pigmentos como el óxido de zinc o de hierro y otras moléculas sintetizadas in vitro que aportan una amplísima gama de colores.
Los colorantes se identifican de dos formas: con su INCI y con un Color Index determinado como CI y seguido por un numero que indica el color exacto dentro de toda la gama del espectro visible ya que, según la proporción de cada elemento que lleve, dos colores distintos podrían tener un mismo INCI.
Aromas.
El olor es una de las características que más se valora a primera vista de un producto cosmético, y por lo tanto se suelen añadir ingredientes que aporten un aroma que sea agradable durante su uso -también para enmascarar posibles olores no tan agradables derivados de alguno de los ingredientes-.
Los ingredientes que modifican el aroma se pueden clasificar principalmente en dos categorías: los aceites esenciales y los perfumes.
Aceites esenciales.
Son la fracción líquida volátil de las plantas (generalmente por destilación con arrastre mediante vapor de agua) que contienen los compuestos causantes del olor y de otras características (antiinflamatorias, antimicrobianas, relajantes...). Por ello, hay que tener en cuenta, que al añadir un aceite esencial, no se está añadiendo únicamente un aroma, si no que también se añaden el resto de propiedades del mismo. En consecuencia, los aceites esenciales son mucho más caros que los perfumes sintéticos y eso es un factor limitante de su uso, y además, algunos aceites esenciales contienen alérgenos, que pueden causar alergias cutáneas en personas con mucha sensibilidad. También es importante tener en cuenta que los aceites esenciales son ingredientes “vivos” y que su composición exacta no es siempre idéntica y por lo tanto dependiendo de la cosecha, de la zona de la cual se ha obtenido o de otros factores las propiedades del mismo e incluso su color pueden variar de un lote a otro.
Perfumes sintéticos.
Son aquellos cuyo objetivo es únicamente aportar olor, y de hecho en algunos casos se usan moléculas presentes en los aceites esenciales como el eugenol o el limonene pero procedentes de la síntesis química.
Conclusiones.
Partiendo de la premisa de que no hay que tener un miedo irracional a la cosmética convencional ni a cualquiera de los ingredientes usados en ésta, de ahora en adelante, con esta guía disfrutáis de las herramientas básicas para intentar entender las etiquetas de los cosméticos capilares y/o corporales ya que en general son los mismos ingredientes o muy similares y poder decidir conscientemente cuales de ellos queréis usar y cuales de ellos descartáis en vuestro uso diario en el salón y como recomendación a vuestros clientes.