Por Rafael de Otero.
La peluquería española se ha quedado huérfana. El pasado 24 de noviembre, a las 12,45, se nos congeló el alma en el km. 201 de la Autovía Madrid-A Coruña, en Mota del Marqués (Valladolid). Un camión mal señalizado en el carril izquierdo segó la vida de Fernando del Blanco de la Varga, presidente de Selective España-Portugal-Andorra, propietario de La Boutique del Peluquero, directivo de Moroccanoil España y de varias empresas más de belleza profesional, entre las que destaca también Selective Argentina.
Junto a él falleció el flamante estilista leonés Manuel Rodríguez Morán. Selective les unió eternamente. Unas horas antes habían aterrizado en Madrid, procedentes de Dubai, junto a varias decenas de profesionales de Selective España, que disfrutaron de un fantástico viaje al país árabe. La muerte cerró el círculo y dejó sus nombres entrelazados para siempre. En el accidente resultaron heridos de diversa consideración su esposa Chus y el matrimonio integrado por Ángela y Jesús Lozano, amigo, propietario de varias peluquerías en León y administrador de Moroccanoil España. Detrás les seguía un microbús con profesionales leoneses que no sufrió ningún percance.
Parafraseando a Miguel de Unamuno, Fernando es/era un hombre que con discreción y caballerosidad forma parte de la intrahistoria de la Peluquería. Afable, generoso, con una voz que trasmitía paz y sosiego, Fernando es/era querido, respetado y admirado por el sector, por los empresarios que luchan por otras marcas –no le gustaba la palabra competidor– y por los profesionales peluqueros. ¡Cuántas personas, peluqueros, mayoristas, distribuidores, le deben su negocio a su permanente apoyo! Porque su orgullo era compartir lo que tenía con los amigos, verles crecer en sus negocios. ¡Cuántos quedamos honrados con su amistad!
Fernando representa al empresario por antonomasia, que supo, con constancia, sacrificio, carisma y continua lucha, hacerse a sí mismo. Un camino que inició con tan solo 14 años. Un camino que le llevó a Eugène, primero en Francia y, posteriormente, durante años, a España. Más tarde, otras multinacionales conocieron la valía de Fernando.
Pero no era un empresario normal. No, porque Fernando anteponía el corazón a los fríos e impersonales números. Siempre pesaban más las vicisitudes de quien tenía enfrente, su situación personal (producto que prestaba, letras que retrasaba porque no podían hacer frente en el momento, dinero que dejaba de su propio bolsillo... todo con el aval de la palabra, porque Fernando es/era una persona de palabra, algo que se estila poco actualmente). Una generosidad que le empujaba a colocarse él, siempre, en un segundo plano, anteponiendo la amistad a todo.
Como metáfora real de su forma de ser, quiero destacar los cientos de fotos que tuve oportunidad de hacerle. En viajes y convenciones, con personas que han sabido amar los colores de Selective gracias a su perenne ejemplo, Fernando se auto-relegaba a un segundo/tercer plano. No le gustaba figurar. Prefería la discreción, dejar sitio a los demás.
Su ejemplo y la herencia que hemos recibido de su persona, de su vida con/entre nosotros, son el perfecto acicate para honrar la memoria del hombre, del amigo, del hermano mayor. Un referente, nuestro Norte particular, en suma. Su solo recuerdo implica perpetuar el inmenso legado que nos ha transmitido. El vacío que sentimos se multiplica infinitamente con la soledad que sienten Chus y sus hijos María y Fernandín.
Amigo mío, todo lo que se diga sobre ti es poco. Eres irrepetible. Único. ¡Protégenos y sigue señalándonos el camino!