Esther Martí, con 35 años de experiencia en peluquería a sus espaldas, es toda una experta en el cabello y en todas las formas de darle color. Tras un diagnóstico médico que dio un giro radical a su vida profesional, ahora dedica todos sus conocimientos a una rama de la peluquería poco conocida: la biopeluquería o peluquería vegetal. Durante este año pasado ha estado trabajando en Hammam&Henna, centro del que ahora está desvinculada, volcando todos sus esfuerzos en ofrecer un servicio sano y natural, tratando el cabello solo con plantas y agua. Este acercamiento ecológico a la profesión le ha permitido conseguir un ambiente más saludable tanto para sus clientas como para sí misma. Hablamos con ella para que nos cuente su experiencia.
Beauty Market: En primer lugar, ¿cuáles fueron tus inicios en el mundo de la peluquería?
Esther Martí: Empecé como todo el mundo, en una escuela, en concreto Eva Española, con 14 años. Tras formarme allí, a los 16 años, entré a trabajar de aprendiza en una peluquería, y tras 10 años de carrera entré a trabajar para Jacques Dessange en Barcelona, en la calle Urgel. Estuve con ellos entre París y Barcelona especializándome en color, 7 años más tarde pasé por Rossano Ferretti, después llegué a New Look, la escuela de Cebado en Blue Station for Men, junto a Felix Rojas, hasta llegar a ser asesora técnica en VMV para sus dos firmas, Salerm Cosmetics y Lendan.
B.M.: ¿Qué te llamó a dedicarte a esto? ¿Vocación familiar?
E.M.: A los 14 años, por mi cumpleaños, le pedí a mi madre que me regalara una permanente, y me lo dejaron tan mal que le dije: "quiero ser peluquera para que no le pase lo mismo a otras personas". Quizás era algo adelantada a la época en cuanto a peinados, porque yo quería un rizo abierto y me lo dejaron muy pequeñito, lo que se llevaba antes. Como no me dejaban estudiar peluquería decidí sacarme por las mañanas el título de Auxiliar Administrativa y por las tardes ir a la academia de peluquería. Una vez con los dos títulos podía trabajar de lo que quería, pero lo cierto es que el conocimiento extra me ha sido útil.
B.M.: ¿Qué ocurrió en 2009 que hizo dar un vuelco importante a tu carrera?
E.M.: Tras 25 años de carrera como técnica colorista en todas las empresas en las que había trabajado, en 2009 me notifican que esos síntomas que arrastraba desde hacía unos años eran una alergia al amoníaco, y que por tanto debía dejar la peluquería. Fue un golpe muy fuerte a nivel profesional y a nivel personal.
B.M.: ¿Cómo planteaste tu carrera profesional a partir de entonces?
E.M.: Me planteé una nueva vida, ya que no podía continuar como técnica colorista, y me busqué una autonomía económica, que encontré en Galicia. Allí empezaron a conocerme como "la Tabatha catalana": me hice unas tarjetas, me presentaba en las peluquerías y les daba formación. Pasaba un día con ellos, detectaba las carencias de cada uno y organizaba formaciones personalizadas durante la semana siguiente, ya fuera mejorar secados, recogidos o cortes. También si el propietario tenía algún tipo de problema con los empleados intentaba ayudarle a solucionarlo. Por ejemplo, en una de las peluquerías una empleada solía pasarse el día fuera fumando porque tenía un sueldo fijo que ya le iba bien; entonces convencí a su jefe para que le pagara el sueldo mínimo que marca el convenio y el resto tuviera que ganárselo con una comisión. Hoy en día es la número uno del salón.
B.M.: ¿En qué consiste tu trabajo hoy en día?
E.M.: Hoy vuelvo a ser colorista, concretamente biocolorista, donde trabajo sólo con plantas sin utilizar nada químico. También ejerzo como Community Manager, trabajando en la web y en redes sociales, además de Investigación y Desarrollo de las plantas para poder ir encontrando cada vez más colores. Es un mundo nuevo para mí con el que disfruto mucho.
B.M.: ¿Cómo descubriste la peluquería biológica y cómo aprendiste a utilizarla?
E.M.: A raíz de mi enfermedad, estuve investigando todo lo que la había causado. El médico me dijo que había sido una sobreexposición a un mismo producto cada día durante 8 horas seguidas o más, lo que hizo que mi cuerpo dijera basta. Cuando empecé a investigar lo que eran realmente las PPDs, el amoníaco, la parafenalina, todo lo que llevan los tintes químicos, acabé llegando a los egipcios, que me enseñaron que hace 5.000 años ellos ya se teñían el cabello, pero lo hacían con cosas naturales, con plantas, aceites y agua.
B.M.: ¿Cómo funciona la peluquería biológica?
E.M.: Hay ciertas plantas que sabemos que dan color al cabello, como la Lawsonnia Inermis, el Indigo Tinctoria, la Cáscara de Nogal, hasta unas 10 plantas. El pigmento de estas plantas funciona con el cabello humano porque tiene una sincronización con la queratina del cabello, algo que no tienen todas las plantas. Cuando nacemos, el 10% del interior de nuestro cabello es queratina, mientras que el 90% es pigmento, de ahí que tengamos color. Conforme envejecemos, cada cabello pierde su pigmento, quedando huecos que la queratina rellena, hasta convertirse en canas. Éstas están formadas por un 100% de queratina, por ello vistas en un microvisor, se ven transparentes, no blancas. El pigmento de la planta, pues, lo que hace es unirse a la queratina de la cana, rodeándola e impregnándola. Donde hay poca queratina, como es el caso de los cabellos oscuros, sólo se puede apreciar un reflejo, sobre todo bajo la luz del sol, pero también se consigue un cabello más brillante, con más volumen, y más fuerte.
B.M.: ¿En qué se diferencia un pelo teñido químicamente con uno teñido biológicamente?
E.M.: La mejor manera para darte cuenta de que un color es vegetal y no te están engañando es ver que tu color natural no varía. Donde hay cana se cubre con el nuevo color, pero en el caso de un color natural oscuro, por ejemplo, se queda igual. A no ser que tengas un 100% de canas, que entonces queda cubierto como con un tinte y cuando crece la raya queda marcada. Además, la duración es la misma: si te crece el cabello un centímetro cada tres o cuatro semanas, te tendrás que hacer el color cada mes como con el tinte tradicional. No va a durar menos o más porque sea vegetal. En el caso de no tener muchas canas, la duración es mucha más, entre uno y tres meses.
B.M.: ¿Qué colores se pueden hacer? ¿Se pueden hacer también colores fantasía?
E.M.: Dentro de las 10 plantas que se suelen utilizar se van haciendo mezclas para conseguir el color personalizado que desee cada una. Ahora mismo se pueden conseguir hasta 30 colores naturales, aunque los más oscuros siempre resultan algo más peliagudos de hacer, ya que requieren mucho más tiempo y dependen mucho del estado del cabello. En cuanto a colores fantasía, he conseguido un amarillo y dos violetas, pero siempre han de ser sobre una cana 100%. He probado sobre cabello decolorado y no queda bien, y es fácil el porqué: un cabello decolorado jamás llega a ser blanco puro, una cana sí, y un cabello decolorado nunca suele ser un cabello con un 100% de canas, por lo tanto es un cabello con poca queratina, y el pigmento de la planta no interactúa del mismo modo, como dije antes.
B.M.: ¿Qué ventajas e inconvenientes presenta la peluquería biológica respecto a la sintética?
E.M.: La peluquería biológica no lleva nada químico, con lo cual estamos haciendo algo saludable y bello. A nivel profesional, la persona que trabaja con este producto no va a tener un asma, una rinitis, una conjuntivitis o cosas así, porque no está inhalando nada químico. No lleva PPDs (colorantes químicos que pueden producir alergias) ni metales pesados, por eso es muy agradable recibirla y no pica, solo da una sensación de calor. De hecho, en julio de 2013 se aprobó una nueva normativa en cosmética que prohibía varias sustancias cancerígenas que aparecían en los tintes químicos, y es que es en esta actividad profesional donde existe un riesgo significativo más elevado que el de la población general a padecer cáncer de vejiga. Según la Dra. Manuela Gago Domínguez, investigadora de la USC en Medicina Preventiva, y principal autora del estudio, en algunos tintes, sobre todo los oscuros, hay sustancias que pueden ser nocivas una vez se absorben a través del cuero cabelludo, pasan a la sangre y llegan a los riñones, que lo filtran, por lo que al estar en la orina, la vejiga se altera.
Todas las ventajas y desventajas van por ahí. El tinte químico a la media hora ya lo puedes lavar, pero el vegetal, mientras los colores más claros a veces con media hora también es suficiente, cuanto más oscuro, necesitas más tiempo. La media son 45 minutos de exposición; no es mucha desventaja, pero quizás es la única. Hoy en día, si a la clienta que acude a la peluquería se la sabe hacer sentir a gusto (se le ofrece un té, un masaje en las manos, una pedicura, etc.), esos 45 minutos se le hacen cortos al final.
El tinte vegetal tampoco crea efecto raíz, ya que no cambia el color natural del cabello, así que aunque pase el tiempo no se siente la necesidad de volver a colorear. Si además se añaden tratamientos de arcilla gasshoul o de aceites, entre color y color, algo que da mucha fuerza al cabello e incluso ayuda en las caídas temporales, las clientas siguen acudiendo igual de a menudo aunque el color les dure más tiempo.
B.M.: ¿Cómo ha cambiado tu vida y tu profesión desde que te dedicas a la peluquería biológica?
E.M.: En los últimos nueve meses lo que más he notado es el tema respiración. Incluso a pesar de trabajar en plena Barcelona, donde hay más contaminación que en Galicia, respiro mucho mejor. Cuando vine aquí todavía tenía un poco de sobrexposición, y desde que llegué noto que respiro mejor, no me lagrimean los ojos, no estornudo haciendo un color... esto para mí es vida. De mis otros trabajos, cuando empezaba con la enfermedad pero todavía no sabía que era alergia, salía siempre lagrimeando, y cada vez que hacía un trabajo técnico, que llegaba a hacer 25 colores diarios, tenía que tener el aprendiz una caja de pañuelos siempre a mi lado porque siempre estaba congestionada de nariz. Y el problema es que habrá gente que lo tiene y no lo sabe, y acabará con un asma alérgica crónico como yo o algo peor. Y no son solo problemas respiratorios...
En 2009 me detectaron la alergia al amoniaco, pero desde entonces cada año me renuevan las pruebas, y me han estado saliendo alergias a más cosas: a otros componentes de los tintes, a metales pesados, al cobre, al níquel, a la parafenalina, al color rojo chinchilla... Todo esto recae en que tienes que ir mirando más las etiquetas de las cosas. Yo me maquillo con productos ecológicos, por ejemplo. No son solo productos para el cabello, es todo lo de cosmética, hasta el dentífrico puede hacerte daño por el flúor que lleva y la menta que le ponen, que es sintética.
Mientras estaba trabajando en Salerm Cosmetics y Lendan, ayudaba en las formaciones, pero sin tocar el color, porque ellos ya sabían que no podía. Preparaba las formaciones, les ayudaba en varios escritos, estaba de asesora técnica pero teórica. Con el color vegetal se me abrió una puerta que yo había cerrado, que es el color. Yo amo el color, soy una persona que para mí el color lo es todo, y cuando me diagnosticaron esto y me dijeron que ya no podía ser peluquera, porque me ahogo incluso al pasar por delante de una peluquería con lo que no puedo ni estar de recepcionista... El que me abriera otra vez este mundo del color a mí me ha devuelto la ilusión, la motivación, me ha devuelto amor, me ha devuelto de todo. Es volver a mi vida, y disfruto mucho haciendo todo esto.
B.M.: ¿Qué es lo que más te gusta de tu actual trabajo?
E.M.: Que he aprendido las desventajas de trabajar a nivel químico y las ventajas a nivel de salud de trabajar como lo estoy haciendo ahora. En una peluquería biológica no huele a peluquería, y eso es porque el químico no existe y no hay tóxicos en el aire. Así, respiramos aire sano, y además de estar haciendo un bien al cabello y a la salud de la clienta, también hacemos un bien a la salud de los empleados que estamos todo el día encerrados y normalmente sin ventilación. El poder optar por otro servicio distinto en una misma profesión, es increíble, pero posible.
B.M.: ¿Cómo se trabaja la henna en el pelo?
E.M.: Para empezar, es importante aclarar que en Occidente no nos referimos bien a la henna. La palabra "henna" significa color, es una palabra que ya sale en la Biblia, y se puede referir a cualquier color. Incluso a los primeros polvos decolorantes se les llamaba henna blanca. Lo que Occidente conoce como henna es en realidad la Lawsonnia Inermis, el nombre de la planta propiamente dicho. Eso es algo que me gustaría dejar claro y poder transmitir: no existe una planta que se llame "henna", sino que existen varias plantas, las que dan pigmento y son afines a la queratina para dar color al cabello blanco. No existe una planta para el rubio, otra para el moreno, o lo que suele llamarse "henna negra", "henna rubia", "henna caoba"... Existen pigmentos que, mezclados entre sí, nos dan opción a conseguir los colores de las plantas y personalizarlos para cada clienta. En vegetal, como en químico, dos y dos puede que no sumen cuatro.
B.M.: ¿Cómo debe cuidarse un cabello teñido de forma natural?
E.M.: Lo importante que yo he observado es que el cabello teñido con colores naturales debe ser lavado con un champú con el mínimo de tensioactivos posibles, y sin sulfatos ni siliconas, para mantener el resultado del color vegetal, en cuanto a calidad del cabello, como el primer día. Si el champú contiene estas sustancias, la calidad del cabello se puede degradar, porque resecan la piel del cuero cabelludo produciendo descamación e irritación, aunque lleve otros componentes hidratantes, por eso siempre el cabello suele necesitar una mascarilla. Por tanto, cuando se empieza un tratamiento como el color vegetal, todo lo que se utilice para el cuidado del cabello debe estar en consonancia, un pack.
B.M.: ¿Qué debe hacer un peluquero tradicional para pasarse a la biopeluquería?
E.M.: Si no quiere hacer el cambio completo, si quiere mantener la parte sintética porque requiere menos tiempo pero ofrecer un producto natural para cierta clientela, puede crear un rincón ecológico. Para ello debe adquirir el pack completo: las plantas (los colores), los productos específicos para el tratamiento de mantenimiento posterior, champús, mascarillas, espumas, acondicionadores, productos de peinado, todo lo más ecológico posible.
B.M.: ¿Qué problemas crees que sufre la peluquería de hoy en día?
E.M.: Yo lo que veo es que el sector tiene mucha falta de formación. Hay mucho peluquero joven que tiene muchas ganas, pero enseguida se ha montado la peluquería, no ha llegado a formarse, no tiene tiempo, porque si es su peluquería no la va a cerrar para irse a formar, y las formaciones suelen ser en lunes normalmente. Hay que formarse en coaching, en ventas, etc. Una peluquería no solo es peinar, cortar y hacer colores, una peluquería es mucho más, es un negocio y hay que saberlo llevar. Actualizarse constantemente y ser autodidacta.
B.M.: ¿Crees que es difícil unir la parte artística y la empresarial de la peluquería?
E.M.: A la gente le cuesta. La imagen que se tenía hasta ahora de una peluquería, de un peluquero o peluquera, es que cortaba, peinaba y leía revistas de cotilleo. Hoy en día esto ha cambiado mucho, incluso debe cambiar más todavía, porque nos hace falta un reconocimiento que refleje lo que somos, "estilistas del cabello", "creadores de sueños", "artistas de las tijeras y las paletinas", un título que no tenemos. Y esto es algo que con el tiempo y con otros peluqueros que sé que lo están intentando, va a cambiar. Y algo muy importante, la unión de todos los profesionales españoles en una sola asociación, para conseguirlo.
BM: ¿El peluquero tradicional se somete a muchos riesgos de los que no es consciente?
E.M.: Sí. Yo no era consciente antes de los riesgos a los que estaba sometida, soy consciente ahora porque he investigado, he estudiado. De hecho va a salir un libro que acabo de escribir, La biopeluquería del color vegetal, en el que hablo de todos estos riesgos que tiene un profesional de la peluquería. Yo no sabía que la sobreexposición a tintes, el amoníaco, podía causarme una alergia para toda la vida, un asma profesional crónica. Yo no sabía que los metales pesados eran tan malos, ni siquiera sabía que un tinte llevaba metales pesados. No sabía que los tintes podían provocarte un cáncer de vejiga. Todo esto en los libros de peluquería nunca sale; te enseñan a hacer un tinte, a utilizarlo en el cabello, a hacer las mezclas, pero no te explican los contras que tiene ser peluquero, y lo que es peor, como evitarlas.
B.M.: ¿Cómo puede protegerse el peluquero frente a eso?
E.M.:Yo cambiaría las normativas de las peluquerías para que incluyeran una buena ventilación, que no existe. Un espacio donde se hagan los tintes químicos con filtros de aire especiales que se lleven los tóxicos, al menos, ya que de momento deben trabajar con algo que no es bueno para la salud. Y trabajar siempre los colores con mascarilla, ¿Qué es antiestético? Hasta ahora las personas encargadas de las manicuras y pedicuras, no utilizaban mascarillas, ahora se ve una normalidad en ello. ¿Por qué no se cree que pasará lo mismo en el momento de preparar y aplicar un color? Esto es algo que debe cambiar en las normativas, que no existen. En riesgos laborales, cuando viene la inspección, te piden que lleves zuecos de goma, que tengas cuidado con los enchufes, que pongas antideslizante para no resbalar en las escaleras, pero no hablan de riesgos con los químicos. Y realmente hay una cosa que no saben los peluqueros, que cuando compran tinte a una empresa, cualquier pedido químico, el primero debe venir siempre con las fichas técnicas de esos productos, donde ponen por normativa los riesgos que tiene ese producto. Como esto nunca se ha hecho, en los 36 años que llevo de profesión nadie me lo ha dado, porque no sabía que se podía pedir una ficha técnica de un producto. En esas fichas pone que deben utilizarse con gafas y mascarillas y que pueden producir alergia.
B.M.: ¿Sigues ejerciendo como formadora?
E.M.: Ahora se trata de formar a las personas a nivel del color vegetal. Les explico desde la primera piedra hasta la terraza, les construyo todo el edificio para que entiendan. El color vegetal se ha de entender, y además se ha de saber explicar. Una persona, por muy buen colorista que sea del químico, cuando empieza con el color vegetal tiene que volver a empezar. La colorimetría vegetal es un poco "diferente".
En todas las empresas en las que he trabajado he aprendido algo. Yo no sabía nada y ahora sé mucho, pero aún tengo que aprender mucho más.
B.M.: ¿Qué necesita el propietario para ser un buen líder?
E.M.: Saber motivar. Es muy importante saber formar un equipo, no la formación como profesional si no la formación de equipo, de yo te ayudo a ti y tú me ayudas a mí y acabamos antes y nos vamos todos a las 7, por ejemplo. Y luego el saber motivar a esa persona, bien con formaciones, bien probando cosas nuevas, haciendo cosas en conjunto para que se automotiven, que el venir cada día va a ser un día nuevo, no va a ser siempre lo mismo.
En una de esas empresas, en Jacques Dessange, cada 6 meses nos llevaban a París durante domingo, lunes y martes, y eran 2 días de formación de color con lo que se sacaba de moda esa temporada, y un día de psicólogo. Este psicólogo nos daba unas pautas para tratar a las clientas, y hubo una de las formaciones en la que dijo una frase que me quedó muy marcada: "No es importante mandar, es importante saber mandar". Me puedo equivocar como cualquier persona humana, pero intento saber mandar, porque mandar lo puede hacer todo el mundo, pero saber mandar cuesta un poco más.
Otra cosa importante es dejar que los empleados opinen, que den ideas, preguntarles, otorgar al empleado la opción de decir lo que piensa sin enfadarse. Hacerle partícipe de las cosas del salón, las buenas y las malas, hará que se involucre mucho más en él.
B.M.: ¿Son importantes las redes sociales para una peluquería?
E.M.: Es muy importante dominar Internet y tener un ordenador, que aún existen peluquerías de estas pequeñitas que trabajan con bolígrafo y papel. Es muy importante tener las cosas bien puestas en el ordenador, bien ordenadas en sus carpetas, y hacer cada año una limpieza de las carpetas, ponerlas en el disco duro y empezar el año con el ordenador limpio. El tema redes (Facebook, Twitter, web...), no hace falta estar todos los días colgando cosas, pero sí estar presente, porque ahora en la red te ve todo el mundo, y si te ven te pueden venir a conocer. Pero también es importante escribir bien, escribir sin hacer daño, sin faltas de ortografía, porque del mismo modo que te ven, ven también todo lo que haces, está patente ahí. Hay que escribir cosas sin ir en contra de nadie ni caer en la vulgaridad. Mostrar tus trabajos, es también importante.
BM: ¿Algún comentario más que añadir?
E.M.: Me gustaría que la gente cogiera consciencia y mirara más las etiquetas de los cosméticos, igual que alguien que hace dieta mira las etiquetas de los alimentos. Así como en Alemania, por ejemplo, es algo que se ve muy normal, aquí en España cuesta mucho. Hay muchos engaños, o más que engaños, marketing engañoso. Hay muchos productos de caja verde, o que pone natural o que pone ecochampú, pero no tienen ningún sello certificado, y cuando te pones a mirar la composición ves que ahí hay de todo y que de ecológico no tiene nada, porque tiene un montón de sustancias sintéticas. Eso la gente no lo sabe, una de las razones de mi libro es esa, quiero decirle a la gente lo que tiene entre manos, luego que decida.
Muchos de estos sellos naturales certificados (Bio, Ecocert, BDIH...) son difíciles de entender. Vienen todos a decir lo mismo: el 95% de ingredientes naturales y el 5% restante pueden ser sintéticos. Pero si en ese sintético hay 4 componentes y uno de ellos es cancerígeno, no sirve de nada; ¿de qué sirve un 95% de cosas naturales si hay uno que me está haciendo daño? La actual normativa es mucho mejor que la del 2009, pero que aún debe mejorar mucho más para poder tener un certificado de verdad, que te diga seguro que aquello es algo natural.
En la última normativa del 11 de julio han prohibido 23 sustancias de los tintes porque producen enfermedades, certificado por estudios médicos. Ya en 1926, apareció la primera normativa de tintes químicos, se hizo porque se dieron cuenta que desde 1920 (que fue cuando salieron los primeros tintes) habían enfermado muchos peluqueros. Entonces redujeron los colorantes, los PPDs y varias sustancias, que se podían poner hasta creo un 12 o 15%, y lo pusieron a un 6%. Creo que fue en el 2003 que lo rebajaron al 1%, y ahora ya los han quitado, o como máximo se puede poner un 0 coma algo. Pero si lo están quitando por algo será.
Pienso que con la peluquería biológica se abre un camino nuevo, desconocido incluso para nosotros, pero que es el futuro de la peluquería. Yo lo veo así. Belleza, arte y salud no tienen por qué estar reñidos. Mi próximo reto actual, encontrar formas de aclarar el cabello de forma vegetal u orgánica, pero para eso queda todavía mucho camino por recorrer.