Desde el Centro de Tecnología Capilar, Eni ayuda al profesional del cabello ofreciendo asesoramiento, formación, tratamientos, productos, diagnósticos, asistencia técnica o solventando cualquier problema capilar.
Beauty Market: ¿Cómo una bióloga se convierte en especialista capilar?
Eni Gómez: Cuando estudié biología me especialicé en bioquímica, y en la tesina de final de carrera me tocó hacer el tema de los lípidos cosméticos. Hasta entonces, mi relación con la cosmética era únicamente de usuaria.
B.M.: ¿Te interesaba el tema de los lípidos?
E.G.: No es que me interesase especialmente, pero entre los temas a elegir “me recomendaron” éste. Los demás temas eran poco atractivos para mí, pero la cosmética, al ser mujer y usuaria, me llamó la atención. Fue la primera vez que contacté con el mundo de la cosmética.
B.M.: Y ya no saliste de él…
E.G.: Por una de las casualidades de la vida entré a colaborar con unos laboratorios cerca de donde vivía. Tenían una gama de champús infantiles y allí fue donde, por primera vez, entré en contacto con el mundo del cabello.
B.M.: ¿Te fascinó?
E.G.: Entonces no tenía mucha idea de cómo funcionaba el mundo del cabello, era totalmente desconocido para mí. En ese momento tenía claro que quería hacer investigación bioquímica, que era lo que me gustaba, pero no tenía claro en qué especialidad. Cuando entré en contacto con el mundo del cabello fue un amor a primera vista, todo un descubrimiento. Me di cuenta de que el cabello era una estructura extraordinaria, fruto de un proceso evolutivo del recubrimiento de los mamíferos. Parecía algo sencillo, pero era de una gran complejidad.
B.M.: ¿Decidiste entonces especializarte en el cabello?
E.G.: En ese momento supe que me iba a especializar en el mundo de la tricología. Quiero dejar claro que la tricología no es una ciencia en si misma, no está considerada como la genética o como las formulaciones. La tricología es una parte de la biología que estudia el recubrimiento de los seres vivos en sus diferentes manifestaciones: piel, pelo, plumas, caparazones, etc., aunque yo me he especializado más en el recubrimiento de tipo protéico, de tipo queratínico como es la piel y el cabello.
B.M.: ¿Qué es lo que más te interesó del cabello?
E.G.: Su implicación social y la investigación. Era un sector científicamente poco apoyado. El cabello era la hermana pobre de la cosmética y no estaba bien desarrollado.
B.M.: ¿Ha cambiado?
E.G.: Durante los últimos 15 años han habido unos avances enormes, tanto de reconocimiento como de desarrollo de productos nuevos. Ahora el cabello tiene una gran importancia y posee un gran mercado.
B.M.: Cuándo empezaste ¿cómo estaba el sector?
E.G.: El nivel de formación en España se limitaba a unos pocos artículos y una serie de gente que, por afición, habían hecho algo de divulgación. Por eso tuve que estudiar fuera del país.
B.M.: ¿Dónde estudiaste?
E.G.: Hice mi formación básicamente en Francia, aunque también viajé a Inglaterra y Alemania. Eran los únicos países en los que había algo de formación. Más tarde ya tuve contactos con otros países como Estados Unidos.
B.M.: ¿Cuándo empiezas a colaborar con el mundo de la peluquería?
E.G.: La docencia siempre me ha gustado mucho, así que pensé que sería bueno entrar en este mundo aprendiendo desde las bases, dando clases. Decido entrar en el círculo de enseñanza de este sector, en la especialidad de peluquería y estética, y como profesora de teoría.
Cuando entré en contacto con el mundo del cabello fue un amor a primera vista, todo un descubrimiento. Me di cuenta de que el cabello era una estructura extraordinaria, fruto de un proceso evolutivo del recubrimiento de los mamíferos. Parecía algo sencillo, pero era de una gran complejidad.
B.M.: ¿Cómo fue?
E.G.: Muy bien porque pude ir poniendo en práctica todo aquello que había conocido. Además, junto a otros compañeros, impulsamos un nuevo aire a esta especialidad, ya que hasta entonces era muy tradicional. Toda la parte teórica estaba obsoleta y no se conocía lo que era la imagen personal.
B.M.: ¿Cuándo decides ponerte por tu cuenta?
E.G.: En ese momento yo ya hacía colaboraciones con diferentes instituciones y marcas. No había mucha gente especializada y me doy cuenta de que no existe ninguna empresa o entidad que diese soporte, desde una perspectiva técnica, a esta parte del mundo de la belleza que es el mundo del cabello.
B.M.: ¿Y entonces creas el Centro de Tecnología Capilar?
E.G.: Surge de una manera puramente informal, en una cena en Zaragoza. Allí nace el germen de lo que será el Centro de Tecnología Capilar, con la idea de crear una empresa que ofreciera asesoría, investigación y soporte al profesional sin estar condicionado a ninguna marca.
B.M.: ¿El éxito fue inmediato?
E.G.: Siempre ha tenido un crecimiento sostenido y progresivo, aunque es cierto que al cabo de un año las instalaciones se nos hicieron pequeñas y decidimos trasladarnos adonde estamos ahora, impulsando fundamentalmente la parte de investigación.
B.M.: ¿Hay poca investigación?
E.G.: En España no hay prácticamente ninguna empresa que se dedique a la investigación sobre cabello, realizando pruebas de eficacia, pruebas de evaluaciones sensoriales, tests… Hemos tenido un crecimiento muy importante en el tema de I+D. Prácticamente sólo hay dos o tres centros en el mundo que se dediquen a hacer este tipo de investigación.
B.M.: ¿Para quién trabajáis?
E.G.: Además de con el profesional del cabello y con las marcas, colaboramos con diferentes entidades, como puede ser la Sociedad Española de Químicos Cosméticos, el Colegio de Biólogos o la Universidad de Farmacia de Barcelona. Estas colaboraciones son de todo tipo, desde desarrollo de proyectos hasta formación, siempre que estén relacionadas con el mundo del cabello.
B.M.: ¿A quién formáis?
E.G.: Farmacéuticos, comerciales del sector, técnicos especializados…
B.M.: ¿Qué más hacéis?
E.G.: De todo en el mundo del cabello. Hacemos productos y tratamientos tanto para que crezca como para eliminarlo, productos para el afeitado, aparatología, I+D… Actualmente, todo el mundo quiere garantías de todo tipo y si una empresa dice que su producto es el mejor porque lo ha testado una empresa independiente, siempre tiene más credibilidad.
El Centro de Tecnología Capilar surge de una manera puramente informal, en una cena en Zaragoza. Allí nace la idea de crear una empresa que ofreciera asesoría, investigación y soporte al profesional sin estar condicionado a ninguna marca.
B.M.: ¿El sello de garantía es muy importante?
E.G.: Cuantas más pruebas y tests lleve el producto, mucho mejor, porque en nuestro sector hay mucha gama de productos y la competitividad es muy alta.
B.M.: Vuestra responsabilidad entonces es muy grande…
E.G.: Sí, la responsabilidad es muy alta. Siempre les decimos a las empresas que quieren testar un producto que una prueba de eficacia se hace precisamente para eso, para saber si es eficaz. A veces no siempre da este resultado positivo y entonces hay que volver a empezar.
B.M.: ¿Qué se valora en un test?
E.G.: Se valora todo, desde la eficacia del producto hasta su propiedad organoléptica. Su aplicación, su eficacia, la facilidad de salida del producto, su estabilidad con el paso de tiempo y su variación en las temperaturas… es decir, todas las pruebas que se hacen antes de una puesta en el mercado.
B.M.: ¿También hacéis los prospectos?
E.G.: Lo que recomendamos es que sea el mismo departamento de marketing de la marca, a través del resultado de nuestro informe, quien elabore los folletos con todas sus ventajas, los condicionantes de aplicación y todas sus características. Una vez lo hayan hecho, realizamos una revisión. Nosotros podemos hacer los redactados técnicos, pero preferimos que estas empresas usen su propio lenguaje.
B.M.: ¿Cómo está actualmente el sector capilar?
E.G.: Es un sector que ha crecido rápido y que más seguirá creciendo en el futuro, porque el cabello es una estructura que tiene una importancia vital en la imagen de las personas. Su papel biológico de abrigo y protección cada vez tiene una importancia menor. En cambio, su característica de limpieza, de depuración del organismo, es más importante. El cabello tiende a caer antes por toda una serie de factores contaminantes, de estados nerviosos…
B.M.: ¿Cada vez tenemos menos pelo?
E.G.: Ha habido una reducción de la masa capilar. La corporal es obvia, y el cabello es una estructura que estamos viendo que se va debilitando. Es un mercado de futuro porque todo el mundo quiere tener mucho pelo y muy abundante.
B.M.: Hablas del cabello como una parte de depuración del organismo ¿qué significa?
E.G.: El cabello nos ayuda a limpiar. En una sociedad industrializada, la toxicidad es mucho más alta que en una persona que vive en el mundo rural. Absorbemos diariamente una gran cantidad de contaminantes y el cabello nos ayuda a depurarlos. Solo hay que observar qué es lo que pasa en una quimioterapia, cómo se comporta el pelo ante esto. El cabello desaparece rápidamente porque el fármaco es tan peligroso que el organismo necesita de una manera inmediata eliminarlo de la sangre, y la forma más rápida que tiene es meterlo dentro de un pelo y que ese pelo muera, se caiga o esté fuera. De esta manera el tóxico lo tienes fuera, que es el objetivo del organismo: limpiar.
Nuestra responsabilidad es muy alta. Siempre les decimos a las empresas que quieran testar un producto que una prueba de eficacia se hace precisamente para eso, para saber si es eficaz. A veces no siempre da este resultado positivo y entonces hay que volver a empezar.
B.M.: ¿Es fácil realizar un diagnóstico capilar?
E.G.: No se puede diagnosticar un problema capilar en diez minutos. Se necesita tiempo e información para adivinar dónde está el problema. Para un diagnóstico certero debemos conocer todo lo que envuelve ese cabello: hábitos, genética, alimentación, entorno, etc., Necesitamos ver el metabolismo del paciente para intentar saber qué está pasando. Por eso recomendamos a nuestros clientes que si tienen una analítica de sangre reciente nos la traigan.
B.M.: ¿Qué se puede ver a través de una analítica?
E.G.: Hay ciertas enfermedades, como las autoinmunes (tiroides, diabetes, asma, etc.), que tienen un tronco común en el cabello. El estado nervioso provoca una hiperactividad del organismo. Esta actividad cerebral, transmitida a través del sistema nervioso, además de dar las órdenes pertinentes, moviliza también el sistema inmunológico, es decir, tus defensas, porque ve un peligro. Las defensas se alteran, buscan el enemigo pensando que es algo que ha entrado en el organismo, y como no hay nada, dirige sus esfuerzos en una estructura secundaria y ataca al cabello, al no reconocerlo como propio. Estas alopecias de carácter inmunológico han aumentado porque la presión psicológica actual es muy alta (pérdida de trabajo, cierres de empresas, hipotecas…).
B.M.: En estos casos, ¿la solución son tratamientos capilares o de otros tipos?
E.G.: Cualquier caída de cabello cuesta de diagnosticar porque se ha de ver su origen. En los casos citados se necesita bajar esta ansiedad principalmente mediante terapias naturales, relajación y un tratamiento específico del cabello. Cada problema capilar tiene su tratamiento. No hay productos maravillosos sino productos adecuados porque la biología es particular en cada persona.
B.M.: ¿Cómo puede un profesional realizar un diagnóstico certero?
E.G.: El profesional debe tener las herramientas necesarias para diagnosticar. Con las manos pueden averiguar la textura del cabello y sus propiedades, pero estamos hablando de cuero cabelludo. Actualmente hay recursos tecnológicos para poder hacer diagnósticos con rigor científico y con una eficacia y un tratamiento adecuado. Ya no hace falta especular ni inventar, ni mucho menos asustarse.
B.M.: ¿Asustarse?
E.G.: Sí. Muchos profesionales de la peluquería se asustan diciendo que ese no es su trabajo y lo envían al dermatólogo. El dermatólogo es un gran especialista de piel, por eso trata las enfermedades, pero no así las alteraciones. Estas alteraciones las tiene que cuidar un profesional de la peluquería antes de que se conviertan en un grave problema.
B.M.: ¿Cuáles son las herramientas necesarias para realizar un buen diagnóstico?
E.G.: Estas herramientas son el diagnóstico a través de la imagen, porque la imagen es la que da más información. Hoy en día existen programas informáticos que son capaces de analizar esta piel, concluir un diagnóstico y proponer un tratamiento mediante el uso de microcámaras con un software especifico, que es lo que hace por ejemplo Hair Center.
B.M.: ¿Tiene mucha aceptación por parte del profesional de la peluquería?
E.G.: Nosotros llevamos tres años rodándolo. En el último año ha estado en centros capilares y ha tenido una gran aceptación porque el cliente ve la alteración que padece, la ve directamente en pantalla y puede comprobar cómo va desapareciendo.
B.M.: ¿Es fácil de utilizar?
E.G.: Su funcionamiento es muy sencillo y muy rápido.
El dermatólogo es un gran especialista de la piel, por eso trata las enfermedades, pero no así las alteraciones. Estas alteraciones las tiene que cuidar un profesional de la peluquería antes de que se conviertan en un grave problema.
B.M.: ¿Y es una herramienta indispensable en el salón?
E.G.: En el futuro no habrá ningún servicio de peluquería donde el profesional no analice piel y cabello. No solo para las alteraciones, sino también para los demás trabajos habituales de peluquería como pueden ser la coloración, los reflejos, las extensiones… es lo que nosotros llamamos diagnósticos Express.
B.M.: ¿En que consiste?
E.G.: Este programa te permite, en un momento dado, no hacer todo el diagnóstico si no es necesario. Con la imagen de la cámara tú puedes, en menos de 3 minutos, realizar una observación tanto del cabello como de la piel y saber si has de tener alguna precaución a la hora de hacer, por ejemplo, el tinte. Puedes observar si el cliente tiene la piel sensible, si suda mucho por la cabeza,…
B.M.: ¿Así serán las peluquerías del futuro?
E.G.: La peluquería del futuro será una asesoría total, absoluta, completa. Asesoramiento sobre el tipo de cabello, de cómo cuidarlo, qué tipo de cabello debes llevar para tu personalidad, para tu trabajo… De hecho no serán peluquerías sino centros de imagen y cuidado. Serán salones globales, como ya sucede en los Estados Unidos.
B.M.: ¿Cómo son estos salones?
E.G.: Allí la peluquería pequeña es difícil de encontrar. Lo que encuentras son salones de belleza globales. Actualmente, la mujer está muy ocupada, tiene mucha actividad social: tiene un trabajo, unos hijos, una familia, amigos… cuando ella invierte un tiempo en su belleza y en su cuidado no desea ir a cuatro lugares diferentes: uno para la depilación, uno para el maquillaje, uno para el cabello. Lo que busca es organizarse, y para ello quiere encontrar en un solo lugar todo tipo de servicios. Y todo ello con un cuidado personalizado, exquisito, muy tecnificado y muy natural. Esa es la tendencia.
Si quieres contactar con Eni Gómez o expresarle una opinión, escríbele en el siguiente enlace: