La moda significa capturar el signo de los tiempos.
Sydney Toledano, director general de Dior.

Vivimos en una época en continua transformación. En todos los ámbitos, desde los cotidianos a los profesionales, los cambios son constantes y sostenidos, exigiéndonos permanentes ajustes y adaptaciones. En el contexto de esta vorágine de información y estímulos, de tanto en tanto destaca un rasgo, una pose, una textura, un color. Y lo que comenzó como una particularidad se impone como una tendencia y termina transformándose en moda.

Capturar la esencia de ese conjunto de complejos factores se ha convertido en la obsesión de muchos profesionales del ámbito de la belleza, en todas sus aplicaciones. La búsqueda y el hallazgo de un estilo que destaque de lo conocido, que conmueva y que sea representativo de un estilo de vida o de una forma de ser, sentir y pensar, puede significar pasar a la historia.

Los cambios políticos y sociales tienen su reflejo indiscutible en el mundo de la moda. En los orígenes primó la funcionalidad. Las actividades determinaban la indumentaria, pero con la evolución y complejidad de las sociedades la ropa y los complementos pasaron a ser indicativos de pertenencia a una clase social, manifestaciones de una posición específica o de las aspiraciones que deseamos materializar.

Lo que lucimos y cómo lo hacemos habla, no sólo de nosotros como cultura, sino como individuos en un momento histórico determinado. Nuestras prendas y peinados, el calzado y las joyas son todos signos y significaciones de nuestros gustos y preferencias, de nuestros valores y convicciones. Hablan de nosotros y por nosotros, nos definen como únicos e irrepetibles. En definitiva, son nuestra identidad.









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