"Podemos detenernos cuando
subimos, pero nunca cuando
descendemos".
Napoleón Bonaparte, militar y gobernante
francés (1769-1821).
Las últimas noticias que llegan del país vecino advierten que la peluquería local pierde mano de obra. En Francia se contabilizan 85.492 salones que generan una cifra de negocios de 5,8 mil millones de euros. Sin embargo, y desde el año 2009, el sector, con 184.065 activos, ha perdido 4.900. Ante la pérdida de efectivos, toma importancia la figura del aprendiz. Una solución que también entraña dificultades.
Francia cuenta con 17.610 aprendices que trabajan en la peluquería, aunque en solo una década, el número de jóvenes dispuestos a formarse en peluquería ha caído un 28%. Y es que desde hace dos décadas, el aprendizaje no se valora lo suficiente en el país, tal y como lamentan desde la Union nationale des entreprises de coiffure (UNEC). En la actualidad, el porcentaje de aprendices se reduce al 7% en Francia, mientras que la tasa de paro entre los jóvenes es del 23%.
Además de recuperar la figura del aprendiz, el sector se ve obligado también a plantar cara a la caída del consumo, del 1%, que afecta a la actividad del salón. Así pues, la peluquería francesa se halla ante varios frentes abiertos. Por un lado, la pérdida de mano de obra; por el otro, una caída en la frecuencia de visitas a la peluquería. Ambos factores tienen graves repercusiones en los salones franceses, la mayoría de pequeñas dimensiones y con menos de 10 asalariados por establecimiento (el 99,3%).
El estancamiento y/o caída del consumo es preocupante, pero sin duda el factor humano es el que mueve la peluquería. Cabe evitar la pérdida de mano de obra en una profesión donde la técnica, la creatividad y el talento son básicos para desarrollar la actividad. Pocas profesiones disfrutan de ese privilegio, de ahí que sea necesario poner en valor al equipo que trabaja en cualquier salón, verdadero activo de ese negocio.
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