"Nadie puede hacernos sentir inferiores
sin nuestro consentimiento".
Eleanor Roosevelt, escritora, activista
 y política estadounidense, primera dama
(1884-1962). ​

Y si no que se lo digan a Francia, país que acaba de sacar adelante un proyecto de ley en el que se prohíbe el trato discriminatorio, y por supuesto el despido de un trabajador en la peluquería, por lucir rastas, por ejemplo, poseer un cabello 'afro', o incluso ser calvo o pelirrojo. Y es que a pesar de lo mucho que pensemos que hemos avanzado en materia de derechos laborales o temas como la igualdad o la equiparación entre hombres y mujeres, tratos tan vejatorios como la denominada 'discriminación capilar', existen.

Una cuestión similar a la del edadismo en lo laboral, que impide a una persona desarrollarse y avanzar en su empresa, incluso encontrar trabajo o ser motivo de bullying tan solo por haber alcanzado cierta edad.

La peluquería, sometida a su vez a la 'tiranía' de la estética y la juventud, no escapa de lo delirante del trato discriminatorio. Una cuestión vital, sin duda, a partir de la cual reflexionar y trazar las políticas aguerridas que nos permitan respirar como empresarios comprometidos con la igualdad, la salud y el bienestar no solo de nuestros clientes, sino, y sobre todo, de nuestros equipos, pieza clave y fundamental.

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