"Vivimos en la tierra como si
tuviéramos otra a la que ir".
Terry Swearingen, activista ambiental
estadounidense (1952).
Reducir su impacto en el medio ambiente y a la vez cuidar la salud del empleado, previniendo riesgos tanto físicos como químicos para profesionales y clientes es el fin último y primordial del movimiento denominado peluquería sostenible y saludable. Siempre observando las reglas y procesos necesarios que no dañen la salud del cliente, del profesional y del planeta.
Dicho movimiento, observa tres coordenadas claves. Para empezar, los salones deben están equipados para luchar contra el exceso de consumo de agua, calefacción y electricidad. Algo, además, que se agradece, y mucho, dados los tiempos que corren, cuando bienes básicos se encarecen hasta convertirse casi en lujo. A continuación, la peluquería del futuro exige prescindir de químicos tóxicos en las formulaciones de las tinturas, los blanqueadores y las soluciones de alisado. En tercer lugar, se aboga y defiende la mejora del entorno laboral en el salón y las buenas prácticas de la empresa como enfoque holístico imprescindible en el avance y mejora social.
Lo cual nos aboca a una tan forzosa como obligada transformación radical y de raíz. La revolución está en marcha y el futuro hoy es de quienes ya ofrecen, desarrollan o trabajan con nuevas y transgresoras formulaciones y productos que economicen, respeten y rentabilicen al máximo los recursos del planeta y los nuestros propios.
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