El estrés, tal y como lo conocemos hoy en día, se remonta al año 1956. Hasta entonces, el estrés o síndrome burnout en inglés, se aplicaba al sector de la construcción y a la resistencia a diversos materiales, según Joaquín Ferrer, director de la barbería Homes & Imatge y vicepresidente del Gremio Provincial Artesano de Peluquería y Belleza de Barcelona. A partir de esa fecha, se empezó a considerar como la reacción fisiológica del organismo ante una situación que sobrepasa la capacidad prevista por el individuo. "Sin embargo, el estrés tiene dos líneas de interacción: una buena y otra que no lo es tanto", apunta Ferrer.
La cara amable del estrés
"El estrés, desde un punto de vista positivo, hace que afines mucho tus conocimientos y tomes nota de unas directrices que has aprendido a lo largo de tu jornada laboral. Me refiero a un esquema de trabajo, unas actitudes que contribuyan a moderar el ambiente de la peluquería y también la visita de los clientes en ocasiones muy definidas. Básicamente, antes de Semana Santa, las vacaciones de verano, cualquier puente o día festivo, las fiestas de Navidad, etcétera. La climatología es otro de los factores que influye en los picos de trabajo en el salón". En estos casos, los clientes demandan un servicio muy concreto que genera una concentración de trabajo muy elevada, en cuestión de pocos días.
El estrés, desde un punto de vista positivo, hace que afines mucho tus conocimientos y tomes nota de unas directrices que has aprendido a lo largo de tu jornada laboral.Esta concentración de clientela sobrepasa la capacidad del salón de recibir y ofrecer este servicio de peluquería y estética. Ferrer explica el porqué: "En general, contamos con una cantidad media de personal, preparada para hacer frente a fluctuaciones de trabajo por encima o debajo del 20%. Sin embargo, este equipo no es suficiente para absorber entre un 40 y 60% más de trabajo en las circunstancias que te he explicado. Esto nos obliga a trabajar de manera muy estructurada, priorizando cada uno de los trabajos que puedan surgir".
La cara menos amable del estrés
Estas situaciones generan una fatiga por desgaste físico y psicológico, así como una continuidad de trabajo que no da tiempo a recuperar las fuerzas, en opinión del vicepresidente del Gremio Provincial Artesano de Peluquería y Belleza de Barcelona. "Si a eso, le añadimos otras variables -no alimentarnos de forma adecuada, no disfrutar de un estado emocional óptimo, etc.- no podremos atender a un cliente como deberíamos. En este caso, el estrés nos impide dar lo mejor de nosotros mismos", asegura.
Buena parte del sector no le da importancia al estrés aunque existe formación transversal sobre el tema. Numerosos profesionales no valoran las repercusiones de un estrés mal interpretado.Una pauta a tener en cuenta consiste en analizar qué conclusión podemos sacar de las experiencias vividas y de los errores cometidos. Ese error se puede repetir, un máximo de dos veces.
Pautas recomendadas
- Es preciso seguir un orden en el trabajo y saber priorizar las tareas que surjan.
- Jerarquizar cada trabajo, situándolo en un momento u otro de la jornada.
- Contar con unos colaboradores que actúen como elementos activos de la empresa, compartiendo un mismo objetivo: el trabajo bien hecho, además de la excelencia en la atención al cliente.
- Saber aprovechar la experiencia acumulada en el trabajo, además de los recursos y la estructura de la que se dispone.
- El estrés extrae lo mejor de la persona, siempre y cuando esta lo sepa interpretar y canalizar. Aunque parezca difícil de creer, el estrés puede potenciar, mejorar y hacer más profesional al individuo.
- La actitud conciliadora es básica para no contaminar el ambiente de la peluquería, especialmente en situaciones inesperadas. Un ejemplo podría ser la visita de un cliente sin cita previa, familiar o amigo que pueda romper el ritmo de trabajo preestablecido.
- La desidia no es una buena compañera de viaje. Los periodos de poco trabajo constituyen una buena oportunidad para hacer balance, revisar rutinas de trabajo y ordenar el local, si fuera necesario.
- La capacidad de adaptarse al entorno garantiza el éxito.
- Todas las herramientas se deben ordenar y colocar en función de una dinámica de trabajo. El tiempo es oro y no se debería malgastar buscando utensilios, herramientas u objetos por todo el local.
- Un buen profesional se rodea de material fiable, en buenas condiciones.
El estrés no canalizado, un mal menor
A día de hoy, y aunque existe formación transversal sobre el tema, buena parte del sector no le da importancia al estrés. Numerosos profesionales no valoran las repercusiones de un estrés mal interpretado, una ergonomía inadecuada o unas condiciones de iluminación inapropiadas para la vista de los empleados y/o colaboradores del salón. "Aquel profesional que sabe canalizar una situación de estrés, inspira seguridad en sí mismo, en su equipo y en el cliente. Y eso refuerza, también, su posicionamiento frente a otros colegas de profesión. La competencia es como el estrés: saca lo mejor de uno mismo", puntualiza Ferrer.