"Calidad significa hacer lo correcto cuando
nadie está mirando".
Henry Ford, fundador de la compañía
Ford Motor Company (1863-1947).
Hace poco leí una frase que, de ser verdadera, puede resultar escalofriante. Decía que el 70% de los clientes que pierde una empresa no es por culpa del precio ni por la calidad de su producto o servicio, sino por la deficiente relación humana recibida, motivo por el que se dejaba de trabajar con el proveedor habitual.
El compromiso de un trabajador hacia la empresa de la que forma parte, y viceversa, debe ser una asunción profunda de una obligación que debe materializarse en una actitud proactiva tras las metas de la empresa, compartidas por cada uno de los que la componen. Un sentimiento a cultivar, generador de actitudes y conductas positivas. Una visión compartida como una expresión más de este vínculo emocional.
No se trata de acatar los objetivos de futuro, sino de asumirlos y compartirlos.
El compromiso no puede ser fruto de un deber, sino una decisión que se adopta desde la voluntad, desde la libertad. Se aporta más al proyecto cuando existe un compromiso emocional. Coherencia, confianza y compromiso son básicos para poder crear un ambiente productivo, creando un compromiso día a día a favor del servicio que deba prestar la empresa hacia sus clientes.
Debemos atender al corto y largo plazo, asegurando que lo que hacemos cada día nos aproxima a -y no nos aleja de- la denominada "visión", es decir, el punto de mira de las metas, realizar un trabajo artístico a nuestro cliente, satisfacer sus necesidades, sorprenderle gratamente; en definitiva, servir en la mayor amplitud de la palabra.
El compromiso con convicción te transporta a la felicidad y al bienestar emocional.