"El pasado me ha revelado la estructura del futuro".
Pierre Teilhard de Chardin, filósofo
y teólogo francés (1881-1955).
Esta semana han aparecido en diversos medios dos propuestas de peluquerías que, basadas en conceptos antagónicos como pueden ser el pasado y el futuro, buscan el mismo objetivo: la diferenciación en el negocio.
La primera propuesta nace en Madrid con la inauguración de un espacio multidisciplinar de peluquería personalizada, creada por la cadena de peluquerías Rizos. Se trata de un gran espacio de más de 300 metros cuadrados que busca ser lugar de referencia en peluquería, moda y servicios totalmente personalizados para los clientes más selectos. El objetivo de este nuevo espacio es ofrecer al cliente un servicio personalizado y recomendarle los tratamientos más adecuados a sus necesidades.
Ya hemos comentado que una de las tendencias actuales de la peluquería moderna es la personalización del cliente con servicios más enfocados a sus propias necesidades individuales. Sin embargo, el siguiente caso es totalmente opuesto. Es el propio local o peluquería quien impone su sello personal, y el cliente debe "someterse" a él.
Un artículo aparecido en la revista Traveler nos habla de L'Atelier Gentlemen, un pequeño salón de peluquería ubicado en el bohemio barrio parisino de Montmartre. El salón, sólo para caballeros, está diseñado al uso de las antiguas peluquerías, con auténticos sillones acolchados de barbero, muebles de madera y donde se respira un ambiente muy tradicional. Sus servicios consisten en las tradicionales técnicas de afeitado y arreglo de barba, siendo lo más demandado el afeitado clásico con cuchilla y jabón. Asimismo, a los clientes se le ofrece un buen whisky de malta mientras charlan de temas políticos o deportivos al estilo de los antiguos clubs de caballeros.
Son dos ejemplos diferentes pero con igual objetivo: la diferenciación y la apuesta por dar servicios exclusivos y de gran calidad.
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