"La gente no compra bienes y servicios.
Compra relaciones, historias y magia".
Seth Godin, empresario estadounidense
de origen judío, considerado uno de
los teóricos del marketing más
importantes del siglo XXI (1960).
Actualmente, construir relaciones duraderas con los clientes o incrementar su lealtad hacia la marca, hacia la compañía o hacia los productos y servicios de la misma se está convirtiendo con el paso del tiempo en una estrategia cada vez más perseguida. No es una tarea fácil alcanzar un mínimo de resultados, dentro de una estrategia tan amplia y que implica en ocasiones a personal subcontratado.
La relación del cliente con el peluquero es en sí estrecha, personal e intensa y como tal muy sensible a que lo que debería ser una relación de largo alcance pueda o no desestabilizarse por el más mínimo percance. El cliente suele escoger a un profesional concreto y no a otro. Deposita la confianza absoluta en su peluquero. Ambos pueden llegar a contarse informaciones de lo más singular sin el más mínimo pestañeo. Cuando el resultado es satisfactorio, la relación puede llegar a puntos insospechados, desde el amor absoluto al odio más cruel, de ser socios en negocios a convertirse en confidentes o volverse parte de la familia.
Nuestras vidas están organizadas generalmente en torno a relaciones a largo plazo; nuestro peluquero, el médico de familia, quien nos atiende en el banco... es por ello que una estrategia de éxito debería construir relaciones de confianza a largo plazo después de producirse la venta. Es de vital importancia hacerlo todo para el cliente, pero contando con él, es decir, conociéndolo a fondo.
El profesional, a sabiendas del grado de correspondencia con el que trabaja con su cliente debe saber conducir bien su comunicación y trato con tal de afianzarlo y ganarse su confianza. No debe quizás basar todo el éxito en su trabajo. A veces, es casi tan importante, por ejemplo, el cómo recibimos y atendemos al cliente, una sonrisa a tiempo, llamarle por su nombre, saber escuchar para que afloren sus necesidades, que el equipo mantenga un buen ambiente y relación entre ellos, saber aconsejar convenciendo, y un largo etcétera.
En el fondo no es más que utilizar el más común de los sentidos para intentar dar un trato tal y como a uno mismo le gustaría recibir un servicio. Qué duda cabe que una buena formación al respecto ayudará al éxito de tal empresa.
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