En los últimos años, la caída del cabello ha dejado de ser considerada como un problema exclusivo del hombre. La alopecia femenina afecta a un 30 por ciento de las mujeres entre los 40 y los 60 años. Dicha pérdida resulta especialmente difícil de asumir para el sexo femenino e incluso puede desencadenar angustia y ansiedad, convirtiéndose en una experiencia traumática.
Un cabello crece desde el folículo piloso a una tasa promedio de media pulgada por mes. Cada cabello crece durante dos a seis años, luego se detiene el crecimiento y finalmente cae para que un nuevo cabello empiece entonces a crecer en su lugar. En cualquier momento, cerca del 85 por ciento del cabello está creciendo y el 15 por ciento se ha detenido en su crecimiento.
La calvicie se presenta cuando el cabello cae pero no crece un nuevo cabello en su lugar. En la calvicie de patrón femenino la causa de la falta de crecimiento de un nuevo cabello no se comprende bien, pero está asociada a la predisposición genética, al envejecimiento y a los niveles de hormonas endocrinas (particularmente andrógenos, las hormonas sexuales masculinas).
Los cambios en los niveles de andrógenos pueden afectar a la producción de cabello. Aunque no crece cabello nuevo, el folículo permanece vivo, sugiriendo la posibilidad de un nuevo crecimiento.
La falta de información hace que más de un 90 por ciento de las mujeres que sufren alopecia apuesten en un principio por el autotratamiento, aunque finalmente la mayoría acaba consultando con un especialista. Podemos distinguir entre dos tipos claros de pérdida de cabello en el caso de las mujeres: el efluvio telogen y la alopecia androgénica.
El efluvio telogen
Se trata de un caso de alopecia que puede ser fisiológico debido a cambios o trastornos hormonales producidos por factores diversos como el estrés, la ingesta de algún medicamento o incluso un parto. Puede remitir espontáneamente a los dos meses (hablamos de un efluvio agudo) o ser crónico (más de seis meses). Para su tratamiento es primordial realizar un diagnóstico clínico y hallar su origen para poder corregirlo con las medidas más adecuadas en cada caso.
La alopecia androgénica
Es la más común entre las mujeres y similar a la que padecen los hombres, ya que los folículos polisebáceos inician un proceso de miniaturización que hace adelgazar el cabello, transformándolo en vello y dejando claros en la zona afectada. Existen tres grados de afectación, según su evolución. En general, este tipo de alopecia se presenta en forma de corona. Los cabellos de la primera línea se mantienen (no hay entradas) pero los de la parte central se caen hacia atrás.
Tratamientos para la calvicie femenina
El tratamiento médico dermatológico se basa en la higiene capilar, una aplicación tópica (generalmente de minoxidil), un suplemento de vitaminas, minerales y aminoácidos (para acabar con los déficit de sustancias nutritivas) y el uso de progestágenos antiandrógenos que pueden ser combinados con estrógenos, frenando la acción de la testosterona a nivel folicular y disminuyendo la seborrea.
La otra opción, cuando no exista respuesta ante el tratamiento dermatológico, es la intervención quirúrgica para reproblar y rellenar las zonas afectadas.
El microtrasplante folicular es una técnica sencilla que se basa en replantar cabellos de la nuca en la zona receptora. Al tratarse de un autotrasplante no puede existir rechazo, por lo que cualquier mujer sana podría someterse a esta intervención.
En cualquier caso, lo más importante es que, ante los primeros síntomas de una posible alopecia, la mujer acuda al especialista para someterse a un diagnóstico profesional lo antes posible y, a partir de ahí, ver cuál puede ser el tratamiento idóneo para cada caso.