Coco Chanel, una mujer visionaria y humilde, liberó de todo corsé a la mujer moderna, puso el blazer (prenda paradigmática masculina) en el ojo del huracán, supo imprimir la influencia del cubismo en sus creaciones y puso de moda el bronceado como símbolo de estatus. Por todas esas razones, parece lógico que ella misma no podía lucir un estilismo capilar complicado. "Tenía que llevar una cabellera que no le quitara ni un minuto de su tiempo para seguir creando", opina Bea Guerrero, CEO de Ángela Navarro.
Corría 1920 y los supuestos felices años 20 que solo dejaban tiempo para la fiesta y la diversión como medida para olvidar por unos instantes los horrores de la guerra por la que Europa acababa de pasar. A todo esto se añadía el gusto de la diseñadora por el deporte, una actividad que se da de bruces con cualquier tipo de sofisticación en el peinado. A la ropa de líneas puras y rectas y colores que no daban lugar a la osadía, como el negro, el blanco o el beige, se sumaban tejidos austeros y sin concesiones al lujo. Y también se trataba de una declaración de intenciones ligada al diseño y a la creatividad.
Amigo del charleston
En París, años 20, los sombreros charleston dieron paso a un corte de pelo que parecía haber sido concebido con ellos puestos. Se trataba de un corte tazón a la altura del mentón: un corte que admitía cualquier textura capilar pero solo una medida: la nuca. ¿El frontal? El flequillo funcionaba para las más atrevidas; para las demás, una raya a un lado y los mechones recogidos tras la oreja. ¿Y la línea del contorno? "Siempre cóncava, es decir, más corta por la nuca que en los contornos del rostro", apunta Bea Guerrero. En definitiva, las mujeres más modernas de los años 20 del siglo pasado sabían cómo cortarse el cabello.
Instagram: @taylorlashaeMademoiselle revisitada
Ahora, en los años 20 del siglo XXI, queremos hacer un guiño a Mademoiselle Coco. Y queremos decirle, allá donde esté, que aquel corte de cabello que revolucionó esa Europa convulsa que huía hacia adelante a golpe de fleco vuelve con la cabeza muy alta. Nunca mejor dicho, porque las cabecitas ilustradas de las mujeres más activas y modernas siguen eligiendo el bob (carré, en francés) para coronar los estilos más dinámicos y alejados de todo barroquismo.
El sancta-santorum del bob Chanel es ese mini-carré que apenas roza el mentón y que en la nuca queda incluso rebajado con la ayuda de la navaja. Las ortodoxas deben saber que, a ella, que tenía un cabello natural con una suave onda, le gustaba llevarlo peinado con gel hacia atrás, dejando sus leves ondas marcadas y un semi-tupé frontal. Pero las variaciones son infinitas. "Desde el estilo liso y con flequillo, que es la más parisina de las opciones, hasta la languidez de una melenita lacia que cae a ambos lados del rostro, el bob Chanel nos enamora", termina la CEO de Ángela Navarro.