Albert Catalán: 'Hay que tener un local que cubra todas las necesidades del cliente'
Albert Catalán dirige desde 1990 la cadena de peluquería Catalán Perruquers. Su perfil inquieto, innovador y empresarial hace que siempre esté evolucionando hacia la excelencia, buscando nuevas áreas de negocio dentro del salón
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Albert Catalán pertenece a la tercera generación de una familia de peluqueros que se inició en 1932. Durante la entrevista nos describe su visión del mundo de la peluquería, además de mostrar su compromiso con el sector, buscando fórmulas para la unión de los profesionales y tratando de mejorar todo aquello que, hoy por hoy, falla en el sector. Es por ello que es cofundador del QHair, un proyecto que es ya una realidad y que quiere potenciar la peluquería de autor, dotando de una marca de calidad a las peluquerías.
Beauty Market: ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la peluquería?
Albert Catalán: Empecé en la peluquería por saga familiar. Mi abuelo era barbero, mi padre también, y a partir de aquí, me dije: lo que no quiero hacer es peluquería; y al final fui peluquero.
B.M.: ¿Cuál era, entonces, tu vocación?
A.C.: El tema de la gestión me gustaba mucho, también ser economista. Quería salir de lo que hacía mi familia. Como ellos me enfocaban hacia allí, yo quería hacer lo contrario.
B.M.: ¿Y cuándo te decides por la peluquería?
A.C.: Fue un poco porqué vi que era un camino fácil. Aunque mi vocación inicial no era esta, cuando me planteé si quería ser o no peluquero, resulta que ya lo era, ya estaba formado. Ya me habían enseñado la profesión. Así que empecé a estudiar, hice prácticas en Francia... Y al final comprobé que realmente me gustaba ser peluquero...
B.M.: ¿Cuándo empieza tu vertiente empresarial?
A.C.: Comienzo haciendo peluquería y poco a poco empiezo a ver la parte empresarial. Vi que hay diferentes áreas o zonas dentro del salón donde puede haber negocio. Empiezo a identificar cosas y a entrar de forma autodidacta. Más tarde me fijo en los clientes, voy a salones de estilo management que había en Madrid y de aquí van surgiendo más ideas. También me fijo en lo que hacían las grandes empresas, tipo Coca-Cola o Harley Davidson, para ver qué cosas podían adaptarse al salón y así tener una visión diferente.
B.M.: Todas estas ideas, ¿enfocadas hacia el salón o hacía el cliente?
A.C.: A los dos. También me fijaba en los hoteles, cómo era la atención al cliente, toda la parte emocional. ¿Porqué no poner flores naturales en vez de sintéticas?, ¿porqué no tratar al cliente de una forma diferente, ofreciéndole una copa de cava? La cuestión era que el cliente se sintiera mejor dentro de ese espacio.
B.M.: ¿Cuál es tu especialidad?
A.C.: Me considero peluquero. Tengo las raíces, pero al final desarrollas la parte empresarial, de consultoría... y entonces te interesas en temas como el coaching y en temas que derivan de todo esto. Me gusta mucho estar en ese campo, desarrollarme yo y ayudar a los demás.
B.M.: Entonces, ¿eres más peluquero o empresario?
A.C.: Una cosa sin la otra no puede funcionar. No soy 100% una cosa. No soy sólo gestor o técnico. Este equilibrio es lo que me hace sentir bien.
B.M.: ¿Cómo te defines como empresario?
A.C.: Me definiría como un empresario que busca la excelencia pero que aún no la ha encontrado. Creo que cuando la encuentre significará que ya no lo es, porque cuando buscas algo significa que aún queda mucho camino por recorrer.
B.M.: ¿Técnicamente, que cualidad como peluquero te gusta más realizar?
A.C.: Aconsejar al cliente. Al final lo que importa es identificar sus necesidades. Si he de escoger, por ejemplo, entre corte y color, te diría que las dos. El mundo del color es muy creativo y muy técnico, pero por otra parte nos iríamos a las matemáticas, porque el corte es muy geométrico. Pero lo que realmente me gusta es aconsejar al cliente. Es nuestra manera de ser dentro del salón.
B.M.: ¿El cliente sabe lo que viene a buscar?
A.C.: Algunos sí, pero cuando vienen con una idea preconcebida, lo que buscan es que les des tu opinión. Esa idea preconcebida es el inicio de la conversación, y al final, de lo que te ha pedido a lo que acabas haciendo, a veces no tiene nada que ver.
B.M.: ¿Cómo definirías tu estilo?
A.C.: Mi estilo es vanguardista, pero al mismo tiempo muy comercial. La creatividad la llevamos dentro, pero lo que tienes que hacer en el salón es que el cliente salga “guapo” y que lleve un estilo coherente con su imagen.
B.M.: ¿Te consideras un artista?
A.C.: No. La vena de artista la llevas dentro, pero has de ser comercial.
B.M.: ¿Cuál es la clave de tu éxito?
A.C.: Tener una visión clara de lo que quiero conseguir, y luchar y perseverar para conseguirlo.
B.M.: ¿Y la frase que más te define?
A.C.: Hacer feliz a la gente.
B.M.: ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?
A.C.: Lo que más me gusta es la relación con las personas.
B.M.: ¿Quién ha sido tu referente en el sector?
A.C.: Yo soy de los que todavía tienen referentes, y tengo muchos. Está Alexandre de París, por su savoir-faire, su elegancia; como persona increíble que ha cambiado el concepto de peluquería sería Vidal Sassoon, la persona más humilde que he conocido; también está Llongueras, que ha sabido desarrollar muy bien su marca.
B.M.: ¿Cuál es el país referente en el mundo de la peluquería?
A.C.: Para decir un clásico, diría Gran Bretaña. Lo que le pasa es que, por su carácter anglosajón, les hace ser más “papistas que el papa”. Me quedaría con la peluquería francesa.
B.M.: ¿Cómo está el nivel de la peluquería española?
A.C.: Es muy alto. En peluquería a nivel internacional somos los que más controlamos, ya que gracias a ese aire mediterráneo, le damos a la peluquería un estilo muy propio. Por otro lado, somos muy creativos a nivel interno, en los salones. Puede que no tengamos iconos de salón, que no tengamos macro salones tipo México o Argentina, pero sí tenemos salones increíbles y muy profesionales.
B.M.: ¿Qué le falta a la peluquería española para ser reconocida tal y como se merece?
A.C.: Falla el mercado, porque siempre ha estado demasiado abierto. No ha habido nadie que lo regule, nadie que haga nada en común. Todo el mundo hace lo que quiere. Han habido acciones que han supuesto bajar el nivel, ya que hay gente que no ha hecho bien las cosas. Cuando una peluquería de autor tiene éxito, a la que se multiplica por cinco baja su nivel.
B.M.: ¿Falta unión en el sector?
A.C.: No hay iconos marcados en el sector porque nosotros mismos no vemos esa necesidad y huimos de este protagonismo. Lo conseguiremos a través de la unión, con proyectos comunes.
B.M.: ¿Como la Guía de Calidad QHair?
A.C.: De alguna manera los peluqueros trabajamos internamente para la unión de todas nuestras fuerzas. Y todo sin afán de protagonismo. Antes, institucionalmente, el peluquero reclamaba una serie de cosas, títulos, etc. Transformemos la historia. Desde nuestra parte hagamos las cosas bien, trabajemos con un proyecto común, que luego vendrá lo otro, y nos dirán: ¿qué tenemos que hacer para apoyaros?
B.M.: ¿La respuesta del sector a esta iniciativa ha sido positiva?
A.C.: El sector está al 100% con nosotros. Esto no significa que estén todos los salones metidos en la iniciativa, pero les encanta la idea. Aunque, para crecer, tenemos mucho lastre que soltar. A partir de aquí sabremos que podremos hacer y en qué punto estamos.
B.M.: ¿Los premios y concursos, ayudan a esta unión?
A.C.: Sirven para la difusión del sector, para pasarlo bien. Iniciativas como el del Club Fígaro me encantan, incluso los concursos de las marcas comerciales. Están bien porque ayudan a conocer gente nueva y no los que siempre salen.
B.M.: ¿Cómo es tu relación con las marcas comerciales?
A.C.: Trabajamos con Revlon y con alguna marca más. Acostumbramos a trabajar con empresas que nos cubran todas las necesidades. Está claro que no tienen productos 10 a todos los niveles, pero al menos cubren las necesidades.
B.M.: ¿Qué piensas de los medios digitales?
A.C.: Nosotros tenemos ahora aplicada la web 2.0. Aunque me gustara mucho la web anterior, con imágenes muy bonitas, no es nada comparado con las aplicaciones 2.0. Ahora es más consultada, más dinámica. Es una buena forma de comunicación, sobre todo para una buena parte de la gente. Ahora, cuando los clientes entran, por ejemplo, para buscar el teléfono del salón, se dan cuenta que estamos haciendo cosas diferentes. Por otro lado, estamos llegando a un segmento de gente mucho más joven.
B.M.: ¿Hacia dónde vamos?
A.C.: Vamos hacia una esencia, buscamos una esencia. Hasta ahora hemos perdido un poco la línea, la visión. Creemos que tenemos que ir hacia un lado pero vamos al otro. Cuando hablamos de la parte emocional, resulta que esto ya se hacía en las peluquerías desde siempre, lo único que no se sabía. Era algo natural. El que no valía para estar con la gente no valía para la profesión. Se dedicaba a otra cosa.
B.M.: ¿Cómo será la peluquería del futuro?
A.C.: En el futuro habrán dos modelos de peluquería. Uno será el modelo empresarial basado en el Low Cost, que irán a más. Y luego estará el nivel Top, que tratará al cliente con excelencia, con experiencia, con emocionalidad.
B.M.: ¿Las de barrio de toda la vida?
A.C.: Esas serán nivel Top. Cuando hablamos de emocionalidad quiere decir que estamos aconsejando al cliente, que forme parte de la familia, como en la peluquería de toda la vida.
B.M.: ¿Están preparadas estas peluquerías tradicionales para este futuro?
A.C.: Sí, pero hay que hacerselo ver. Actualmente se están haciendo cosas increíbles, pero igual no las acompañan con otras acciones. Pueden ser unos profesionales increíbles, pero fallar, por ejemplo, en la decoración. O al revés. Pueden haber fallos de servicio, de protocolo. Hay que tener un local que cubra todas las necesidades del cliente, combinando la gestión, una buena organización, un ambiente agradable... Hay que estar abiertos a todo esto, que es lo que pretendemos con la Guía de Calidad QHair.
B.M.: ¿Cómo está la formación en España?
A.C.: Hay mucho trabajo que hacer, y urgente. Las generaciones que suben, de aquí a 5 años serán peluqueros, y esta parte la tenemos que trabajar ya.
B.M.: ¿Qué consejos le darías a los jóvenes que se quieren iniciar en la profesión?
A.C.: Yo les diría que se dediquen a la peluquería por vocación. Y que no se dejen influenciar, que sean ellos mismos.
B.M.: ¿Cómo está el tema de las franquicias?
A.C.: Es lo mismo. ¿Franquicias de calidad o de Low Cost? Las franquicias de calidad son muy reducidas. Las hay, pero son pocas. Tienen que tener un sistema que puedan llegar a dar calidad. Con nosotros están muchos años trabajando, formándoles. El mundo de la franquicia se debe controlar muchísimo. En las franquicias Low Cost sólo importa dar una imagen igual a la fanquiciada.
B.M.: ¿Qué proyectos tienes entre manos?
A.C.: Ahora estoy con la Guía de Calidad QHair. A nivel de empresa tenemos otro proyecto que es activar 100% el salón y dar otro aire. Ahora es el momento de estar más encima que nunca. Las iniciativas tienen más posibilidades. Hemos desarrollado un plan que llamamos Activity Salon que sirve para activar todas las áreas del salón, desde el área de formación hasta el área de relaciones humanas, coaching, comunicación externa del salón...
B.M.: ¿Tienes tiempo para ti?
A.C.: Le dedico mucho tiempo al salón, aunque siempre tengo tiempo para mi. Puedo sacar tiempo para estar con mi familia, aunque sea en una proporción 70-30.
B.M.: ¿Y cómo eres cuando no trabajas?
A.C.: Soy una persona divertida. Lo que te aporta la vida es diversión, pasarlo bien, huir de las cosas negativas, si es que te llegan. Y procurar disfrutar con los demás, con tus hijos, la familia... Compartir mucho y pasarlo bien. Esto es lo que siempre he hecho.
Si quieres contactar con Albert Catalán o expresarle una opinión, escríbele en el siguiente enlace:
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