BM Peluquería > Entrevistas > Montse Morella

Le ha removido los cimientos, los de su propia naturaleza y sostén frente a la vida. Morella, torbellino, es ahora algo más pausada. ¿Es posible? Sí, de igual identidad ciclónica, sin embargo, desprende sosiego.

Su viaje a Latinoamérica, en gira, junto a otros dos de los grandes de la peluquería, Antonio Calvo y Pedro Muñoz, le ha servido de catarsis. Acabamos de coincidir con ella, Montse Morella, en el aniversario de los 50 años de la firma Periche y la vimos... La vimos con los ojos llenos y con la virtud y el regalo de haber completado las maletas de igual manera, hasta arriba, imposibilitando el cierre de la cremallera.

Rebosante, hoy, esta profesional de Sant Celoni, regia, al frente de Morella Hair Center, recientemente renovado y a la última, templo del peinado y el arte de la tijera, responde, y nos confiesa solo cosas buenas.
Así ha sido su vuelta tras 'ForEver In', ocho espectáculos para más de 10.000 asistentes, 10 ciudades de tres países, Colombia, Perú y Ecuador y centenares de metros de pasarela y brillantes focos en los que desfilaron más de 200 modelos y propuestas distintas de peinado.

Beauty Market: ¿Cómo estás tras tu regreso de Latinoamérica?
Montse Morella: Feliz, muy feliz de haber podido tener una experiencia tan grande tanto a nivel personal como profesional. Todo nos ayuda a crecer.

B.M.: ¿Cómo podrías resumir esta experiencia?
M.M.: ¡Una barbaridad!, una increíble explosión de sensaciones y sentimientos, algunos que salieron de mi interior y otros que se han afincado en mi corazón.

B.M.: Montse Morella, ha significado a este trío...
M.M.: Yo creo que esta pregunta se la tendrías que hacer a Pedro y Antonio, pero como dicen ellos, soy una revolución dentro de su orden y su gran técnica. Cuando te unes a un equipo que lleva ya dos giras de experiencia, y eres "la nueva”, todo te resulta sorprendente e intentas adaptarte en todos los aspectos. A veces se puede y otras es más difícil.

B.M.: Una mujer en Latinoamérica, empresaria y peluquera. ¿Cómo es la mujer de los países que has recorrido?
M.M.: Podría hablarte de mujeres, que tenemos unas diferencias sociales muy grandes y no siempre son notorias aunque existen, pero en general, hombres y mujeres de Latinoamérica, ya sabes que para mí no existe diferencia de género, personas en general, son seres con un corazón, muy, muy, muy grande (lo dice con pasión), que te dan todo a cambio de nada, que te ofrecen todo lo que tienen y su prioridad más importante es que te sientas bien. Y lo consiguen. Son personas muy agradecidas. Y evidentemente, como aquí y en todo el mundo hay personas de todo tipo.

B.M.: Tu mejor recuerdo de la gira.
M.M.: Tengo dos muy emocionantes. En Cartagena, después de un show multitudinario en un teatro antiguo que forma parte de la historia de la ciudad, ya nos despedimos de todos y justo cuando nos damos la vuelta oigo... ¡Un GRACIAS muy fuerte y contundente! Que me llenó el corazón de una…¡no sé cómo explicarlo! Una sensación que no había sentido antes. Fue muy emocionante, tanto que no tuve ni narices de girarme a ver quién había gritado, porque para mí fue un gracias de todo el público.
Y en Quito, creo que fue allí..., son muchos aviones y muchos lugares diferentes, ya después del show, nos fuimos al photocall a hacernos fotos con los peluqueros y me pusieron una niña de veinte días en los brazos y su madre me decía: “¡Tóquela señora, tóquela!”. Me impresionó tanto que es uno de esos recuerdos que no se me olvidará en la vida.

B.M.: ¿Repetirás?
M.M.: La vida no se sabe nunca dónde te puede llevar. Latinoamérica es un país maravilloso, pero tantos días fuera de casa..., sinceramente, son difíciles de llevar.

B.M.: ¿Por qué tomaste la decisión de unirte al grupo?
M.M.: Porque me pareció un grupo de personas con muy buenas vibraciones, por eso me decidí. Porque personalmente casi no nos conocíamos y pensé tambièn que era una gran oportunidad de poder descubrir Latinoamérica y a sus profesionales, que hasta el momento desconocía.

B.M.: ¿Qué has aprendido?
M.M.: He aprendido a ver, oír y callar en unos momentos y a dar, compartir y creer en otros.

B.M.: ¿Qué han aprendido de ti?
M.M.: Los mensajes que aún me llegan son muy bonitos, y una de las cosas que he repetido mil veces a lo largo de la gira fue: hazlo fácil, disfruta y todo lo que se hace con el corazón está bien hecho.. Poco a poco.

B.M.: La peluquería latinoamericana es...
M.M. Melenas, melenas y más melenas... Unas cortinas increíbles y unos cabellos maravillosos. Su cultura no es la nuestra y un cabello corto es un estilo muy extremo allí.
Yo les decía: las mujeres también podemos llevar el pelo corto... Y aplaudían como locas (ríe, fuerte, contenta), pero solo muy pocas se atreven. Todo es muy respetable y todo tiene un porqué y una explicación. Seguro que dentro de unos años habrá muchísimas más mujeres en Latinoamérica que se hayan decidido por el pelo corto.

B.M.: ¿Y cómo definimos entonces a la peluquería española y en contraposición?
M.M.: La Península Ibérica es muy variopinta, tenemos un poco de todo y en cada comunidad autónoma existen unas tendencias. ¿Qué nos juntan a todos? Yo creo que estamos empezando a perfeccionar la técnica de una manera ya muy seria, se ven cortes geométricamente perfectos, evidentemente también los hay divertidos e imperfectos pero, ¡ahí estamos!, subiendo el nivel de la profesión pasito a pasito.
En estos momentos, en la peluquería española nos encontramos con dos tipos de clientes, los que buscan calidad y los que buscan precio, pero esto ocurre igualmente en todos los sectores. Y con esta cantidad de oferta entre la que elegir, todo el mundo tendría que ir impecable, está en nuestras manos formarnos y ofrecer el máximo servicio y calidad a nuestros clientes.

B.M.: ¿Cuál es tu más inmediato trabajo o en el que te encuentras inmersa en estos momentos?
M.M.: La 'pelu', la peluquería, nuestro equipo..., mi segunda familia. Ya vamos camino del año 31 y estamos a punto de hacer un cambio muy grande de gestión y de informatización de nuestro negocio, esto es lo más importante de una empresa. Y por supuesto a partir de septiembre puede haber alguna sorpresita más. Ya sabes que me encanta compartir conocimientos con todo el mundo y... ¡en todo el mundo!

B.M.: Morella sueña con...
M.M.: Con un mundo feliz, con un mundo donde no exista los que rajan por la espalda, con un mundo donde los valores y la humildad sean la máxima para las personas que habitamos en este planeta.

B.M.: Y Morella es...
M.M.: (No puede resistirse a reír otra vez, va con ella). 'La Morella' es..., pues ¡la que conoce todo el mundo! La que cierra las fiestas y que le encanta el rock&roll y hablar, y compartir. La que si siente que te tiene que decir "bonito" no va a decir "feo", la políticamente incorrecta que no a todos gusta pero la que tiene los amigos más auténticos y de verdad. La Morella es una peluquera de pueblo feliz.
Pero… ¡qué pocos conocen a Montse! Qué poquita gente me conoce de verdad! Después se sorprenden... Soy de una manera que cuando se me dispara la alarma del "no auténtico" no me dejo conocer y disparo a matar sin piedad, ya me he llevado demasiados tortazos y ahora ya tengo una edad. Algo he aprendido de todo esto, creo. Me siento algo más pausada pero con la misma e incluso mayor fuerza, será la experiencia...

B.M.: ¿Optimista ante el futuro de la peluquería en general?
M.M.: Por supuesto que sí. La especie humana está siempre en una evolución constante. Por supuesto que no todo el mundo va al mismo ritmo, pero, si pienso en lo que hacía mi abuelo en la barbería y veo a mi marido trabajar, la evolución es brutal.

B.M.: ¿Optimista también, ante tu futuro en particular?
M.M.: Mi futuro... Pues he de decirte que nunca me canso de aprender, aunque cada día sea más testaruda, pero mi máxima es ser feliz con mi trabajo y poder trabajar menos horas. La idea es fantástica, ¡a ver qué pasa!

El futuro que está por llegar, y ante el cual, Montse Morella solo tiene una máxima, porque sabe que "todo pasa y todo llega". Solo hay que procurar "dar lo máximo de uno mismo, con el corazón, ya que todas las personas del mundo somos iguales y tenemos los mismos e idénticos defectos y las mismas cualidades... "¡Respeto!", termina. Su último consejo, su última y original virtud...