"Nunca es demasiado tarde
para ser lo que podrías haber sido".
George Eliot, famosa escritora
británica (1819-1880).
Cerca de 800 ferias de belleza en 75 países buscan su reubicación tras haber sido afectadas por la crisis sanitaria derivada de la pandemia, imposibilitadas ante cierres de fronteras y cuarentenas. Con el Covid-19 haciendo mella en todo el planeta, reajustan fechas y localizaciones dada la dificultad de recibir visitantes internacionales y foráneos. Las exposiciones, congresos y reuniones, tras algún que otro cambio de fechas, han optado por postponerse hasta 2021 y ofrecer formatos alternativos en on-line como nueva experiencia, a falta de comprobar su eficiencia, para público y expositores, firmas y marcas y el conglomerado, en fin, que compone la industria.
Precedidas desde hace tiempo por el debate de su funcionalidad y resultados en comparación con otras épocas, las de sus tiempos más exitosos y de mayor influencia, las ferias asisten, no sin cierta sorpresa, a su propia transformación. Quizá demasiado arraigadas y concatenadas a la obligatoriedad física, sus convocatorias on-line no parece que hayan desembocado en una participación masiva, diluyéndose entre las múltiples propuestas y decisiones tomadas y comunicadas al respecto, dada la confusión generada por la Covid-19.
Lo que sin duda desemboca en un debate y coyuntura reveladores, que incluso puede llegar a alterar la percepción de estas exhibiciones a partir de aquí y de cara al futuro. No sin grandes deseos de que vuelvan a celebrarse lo más pronto posible, las ferias están obligadas a reinventarse. Un paso que se preconizaba ya desde hace años y que ahora se hace urgente y necesario a la espera de poder por fin acudir de manera presencial a las convocatorias más importantes con el mundo de la belleza.
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