Esta semana hemos vivido una nueva jornada de huelga general, la décima desde el periodo constitucional (1981, 1985, 1988, 1992, 1994, 2002, 2003, 2010, 2011 y 2012). Como siempre, Gobierno, patronal y sindicatos dan unas cifras desiguales sobre su seguimiento, pero a tenor de los datos que tenemos del sector, la incidencia parece haber sido mínima.

El sector de la belleza está prácticamente dominado por los pequeños empresarios, la mayoría de ellos autónomos, un colectivo no amparado por los sindicatos y que mucho hacen por intentar salir de la crisis. Para ellos, cualquier intento para modificar la situación económica actual es bienvenida. Lo mismo podríamos decir de las grandes empresas del sector.

Sin embargo, es lógico pensar que las reformas laborales propuestas no parecen encaminadas a reactivar la economía, sino que pueden traer más paro por la facilidad del despido y la indefensión de los trabajadores. Más desempleados significa menos consumo, menos ingresos. Y lo que es más negativo, menos capacidad económica para los trabajadores, ahora y en el futuro. Se han dilapidado todas las mejoras conseguidas por los trabajadores durante tantos años de un plumazo. Se tardará mucho tiempo en volver a la situación de bonanza que disfrutábamos hace escasos años...

Ahora que parecía que el sector se reactivaba, según los últimos datos económicos sobre centros de belleza y medicina estética, hemos de comprobar si estas reformas afectarán a nuestro negocio, para bien o para mal.