En la antigua Grecia se complacía al dios Dionisio con jarras de vino durante una fiesta en su honor como rito de paso. Por su parte, los etruscos acompañaban el cuerpo del difunto con jarras de vino para que su alma soportase el largo camino hacia la muerte. Posteriormente, durante el imperio romano, Julio César instaba a sus tropas a beberlo para aumentar sus fuerzas y prevenir la disentería. Miles de historias acompañan al vino, la mayor parte relacionadas con sus propiedades terapéuticas, y han llegado hasta nuestros días materializándose en cosméticos y tratamientos de belleza.
Los centros Caroli Health Club han elaborado un tratamiento de vinoterapia que recupera rituales y remedios de siglos pasados. El protocolo se compone de tres pasos: exfoliación, baño de vino y masaje. El tratamiento, con efectos relajantes, permite desconectar mientras se degusta una copa de vino.
Los beneficios de la vinoterapia
La composición del vino presenta una concentración alta de resveratrol, obtenido por la fermentación de la piel de las uvas tintas, y polifenoles. Por fuera, la vinoterapia se perfila como un excelente tratamiento corporal y facial antioxidante y antienvejecimiento. En concreto, contribuye a la formación de colágeno y elastina, además de hidratar y nutrir en profundidad. Las uvas también contienen fósforo, calcio, magnesio, vitaminas A, B1, B2, B6, C y E.
Por dentro, el vino estimula la circulación sanguínea y fortalece las arterias, venas y capilares. Además, esta bebida posee propiedades antisépticas y sedantes. En consecuencia, la vinoterapia atenúa las varices y disminuye el riesgo de flebitis y de hemorroides. Asimismo, su ingesta alivia tensiones y mejora los estados depresivos.
Paso a paso del tratamiento
El primer paso es una exfoliación corporal con semilla de uva. Se prepara la piel y se eliminan impurezas. La dermis ya está lista para que penetren mejor los nutrientes y beneficios de la uva. Una vez terminado, se retira con toallas calientes mediante movimientos suaves y delicados.
A continuación, el cliente se introduce en un baño de hidromasaje con extracto de uva. En los centros que carecen de hidromasaje, se sustituye por ducha de sensaciones. Este baño elimina la rigidez del organismo, de forma que se alcanza un estado de relajación absoluta. Para finalizar, se realiza un masaje con aceite de vino que aporta a la piel una hidratación profunda. Al mismo tiempo, el cuerpo se muestra relajado, carente de cualquier tipo de tensión.
El broche de oro llega con una degustación de vino tinto, blanco o rosado, con la que se deleitan las papilas gustativas y se recobra la energía.