Mariah es una niña de seis años que, lejos de tener una infancia normal, se ha convertido en una obsesión para sus padres, que desean convertirla en la reina de los concursos de belleza de Estados Unidos, según informa el Daily Mirror.
Sus padres, Tony y Angela Bailor, de 46 y 41 años respectivamente, son un matrimonio de Las Vegas con unos ingresos económicos medio-bajos. Él trabaja como empleado en el Departamento de Control de Tráfico de Las Vegas, mientras que a ella no se le conoce trabajo alguno excepto que a veces ha trabajado para los directores de los certámenes de belleza donde acude su hija para así compensar el gasto de inscripción.
Pero estos esfuerzos económicos no son un impedimento para esta pareja americana, convencidos de que el supuesto futuro estrellato de su hija todo lo compensará. Por ello no reparan en gastos desde que su hija Mariah ganara un concurso de belleza al cumplir su primer aniversario. La lista de gastos por cada concurso en el que presentan a su hija es muy alta ya que, aparte de los gastos de inscripción, se han de sumar los gastos de viajes y hotel (una media de 500 euros), los de peluquería y maquillaje (200 euros), vestidos (pueden llegar hasta los 2.500 euros) y el coste del entrenador personal que han contratado para que sepa comportarse encima de una pasarela (300 euros mensuales).
Pero si esto ya es un problema económico para los padres, imaginemos cuáles son los problemas emocionales para esta niña de seis años. Para poder presentarse a estos concursos, sus padres la obligan a realizar tratamientos especiales de cosmética y peluquería, infinidad de horas de bronceado artificial para conseguir tener una piel brillante, sesiones de blanqueo dental, donde incluso se le han colocado postizos dentales para conseguir tener una sonrisa más coqueta, colocación de uñas postizas, entrenamiento para poder caminar con tacones altos, etc...
No es de extrañar que, con seis años, Mariah haya participado en más de 75 desfiles, consiguiendo 30 coronas y multitud de diplomas y trofeos. Su éxito, según comenta su madre, son las dotes de seducción que ella misma le ha enseñado para engatusar a los jueces: "los jueces no le pueden sacar la mirada de encima cuando se pasea con su bikini por la pasarela y les tira besitos". El sueño de su madre es que llegue a ser Miss Estados Unidos cuando cumpla 20 años.