Poppy es una niña británica de 7 años que, en vez de recibir muñecas o regalos propios de su edad, recibió un vale para operarse sus "futuros" pechos. La niña, al descubrir el presente, no dejó de gritar de alegría y de emoción. Poppy declaró al periódico Daily Mail que su sueño era un ordenador, un viaje y agrandarse los pechos, y su madre le regaló las tres cosas. La niña comenta que sus amigas le tienen mucha envidia por el presente, y que lo único que le fastidia es tener que esperar hasta los 16 para poder tener los pechos como los de su mamá. Eso sí, el vale es un cheque-regalo que se puede cambiar por otra cirugía si a los 16 años está conforme con sus pechos.
La autora del regalo es su excéntrica madre, Sarah Burge, un popular personaje en Inglaterra conocida como la "Barbie Humana" y que ya ha protagonizado múltiples controversias por su adicción a la cirugía.
Sarah, de 49 años, esteticista de profesión y propietaria de un club de go-go's, se ha operado más de 100 veces y se ha gastado casi 600.000 euros en estas cirugías, rompiendo el récord mundial que estaba anteriormente en la estadounidense Cindy Jackson.
Su pasión por la cirugía comenzó después de que se sometiera a una intervención de reconstrucción facial tras haber sufrido un accidente. A partir de entonces empezó su adicción, que le llevó a operarse prácticamente todo el cuerpo. Ella confiesa que lo hace "para mantener mi cuerpo y mi cara tal y como son. Todo lo que he hecho es para detener el proceso de envejecimiento".
Las excentricidades de Sarah son muy conocidas en Gran Bretaña desde que se hiciera famosa como Conejita de Playboy y realizó un docudrama de su vida como Barbie que arrasó en países como Japón. Entre sus muchas y controvertidas apariciones en los tabloides británicos destacan unas cuantas, como el día de su boda, que iba vestida idéntica a la muñeca Barbie.
Otro tema polémico fue el hecho de administrarle bótox a su hija adolescente de 15 años. Hannah Burge se convertía así en la usuaria más joven británica del bótox. Curiosamente, sus primeras dosis de bótox le fueron aplicadas en una clínica de España antes que su madre empezara a administrársela personalmente. Sarah está convencida de que inyectarse bótox a esa pronta edad le va a prevenir las arrugas en un futuro.
Otro escándalo fue cuando explicó que enseña a sus tres hijas (Charlotte, de 23 años, Hannah y Poppy) a bailar sobre la barra (pole-dance) al igual que las profesionales de su club de swingers (go-go's). Y no sólo bailar, sino también usar brillo de labios, tacones altos, maquillaje y vestidos sugerentes. Entonces ya dijo que prefiere que su hija de siete años "sea sana y ambiciosa que estar sentada todo el día delante del televisor para engordar como la mayoría de los niños de su edad”. Ante las críticas recibidas por el hecho de enseñar a una niña de siete años a practicar un baile con connotaciones sexuales, Sarah declaró que "me importa un bledo lo que la gente piense de mí. La gente piensa en el pole-dance como un baile sexual, pero ¿eso significa que a los niños no se les permite deslizarse por el poste de un columpio?"