En un mundo en el que lo virtual y las redes sociales han revolucionado la forma y modo en el que percibir la imagen, el makeup y la belleza y sus artistas sufren idéntica revolución.
Las estrellas buscan a los mejores maquilladores y esteticistas, o como les gusta llamar, facialistas, que les ayuden no solo en fiestas y eventos sino también en los imponderables selfies que triunfan en Instagram, sobre todo.
De una profesión, casi en el anonimato antaño, ahora, los maquilladores y profesionales de la belleza de las estrellas saltan a su vez a idéntico estrellato y no sólo se hacen igual de famosos que a quienes maquillan y tratan, sino incluso, igual de millonarios. Demostrando que la belleza también vale su peso en oro, bien entendida y dirigida. Con sueldos que suman varios ceros, se convierten en el arma secreta de las mejores caras de las estrellas.
Queridos y perseguidos
Así son las vidas de Michelle Peck, Shane Paish y François Nars, tres profesionales de distinta naturaleza, pero todos ellos requeridos por las más famosas celebrities.
Michelle Peck sabe bien cómo es Madonna. De hecho, es su esteticista de confianza. ¿Su arma secreta? Sus manos, claro está. Tan buenas que Madonna se enteró de quiénes eran.
Michelle Peck es ahora la esteticista de confianza de Madonna. Y no sólo eso, ha hecho fortuna con sus tratamientos faciales basados en la infiltración de oxígeno. Peck es toda una experta. Y es de las que defienden que la belleza comienza en el interior para reflejarse así en el exterior.
No obstante, sus manos, tal como insisten quienes la conocen, reiteramos, son mágicas, como demuestra la propia Madonna, quien, retoques quirúrgicos aparte, disfruta de una piel envidiable.
La vida de Shane Paish, experto en belleza internacional de Dior, cambió a raíz de la película El caso de Thomas Crown, cuando empezó a trabajar con actrices de primera. Hasta entonces no salía de los backstage. Hoy, entre sus incondicionales se encuentran nombres como Kristin Scott Thomas, René Russo y, sobre todo, Charlize Theron. Eso sí, "por un trabajo normal puedo cobrar 15.000 dólares a la semana", ha confesado sin tapujos el propio Paish. Y él mismo se ha convertido en otra estrella, que rechaza trabajos no por estar ocupado, precisamente, sino cansado, deseando escaparse a alguna isla o retiro de lujo. Eso sí, sus órdenes han de ser cumplidas. El día antes de cualquier evento de famosas, a éstas les tiene prohibido salir de fiesta.
François Nars es uno de los reyes de este negocio. Sobre todo desde el punto de vista empresarial. Ejemplo nato de los que es el emprendimiento, Nars es un adicto a los coloretes, sombras de ojos y mucho rímel… Dueño y artífice de un emporio cosmético, la firma de maquillaje de sus mismo apellido, Nars, en 2000 se hizo de oro al vender su firma a Shiseido.
Con parte de lo que ganó se compró Motu Tane, una isla paradisíaca de la Polinesia francesa en la que plantó 1.500 palmeras. Para los expertos, Nars "ha cambiado radicalmente el mundo del maquillaje", así lo afirma Marc Jacobs, director artístico de Louis Vuitton, quien lograra arrancarle de la sombra de las palmeras para devolverle a la alta costura.