OPINIÓN
Antonio Jaumandreu.
Jaumandreu & Asociados.
Sin duda usted, esteticista, o usted, peluquero, estarán de acuerdo conmigo en que no todos los profesionales de su sector son iguales. De hecho, les diferencian infinidad de cosas: su profesionalidad, la confianza que inspiran, su precio, el servicio que ofrecen, su calidad de trato al público, el nivel de sus instalaciones, etc. Más allá de absurdas generalizaciones del tipo "todas las esteticistas son..." o "todas los peluqueros suelen...", lo cierto es que esas diferencias son las que determinan que, en última instancia, un cliente les elija a ustedes y no a su competidor.
Ese mismo principio es aplicable a todos nuestros proveedores de servicios o productos, a todas aquellas personas que nos ofrecen o nos venden todo aquello que adquirimos, bien sea por necesidad o por puro capricho. Así, de la misma forma que nadie dirá "ya tengo una esteticista o un peluquero", así en general, sino "mi esteticista o mi peluquero me lo hace muy bien", los profesionales de este sector se encuentran en la misma situación respecto a sus proveedores.
Ahora bien, sucede que hay profesiones o servicios de los que hemos de disponer no tanto porque lo deseemos o nos apetezca, sino porque resultan imprescindibles, necesarios, y a veces hasta obligatorios. Y ello nos hace pensar que no vale la pena buscar ese hecho diferencial que nos convenza de que, ya que he de comprar ese servicio, al menos voy a buscar en él ese factor de valor añadido que me compense, por así decirlo, el gasto inevitable que de todos modos voy a tener que hacer.
Quizá el caso más típico de ello, y aquí evidentemente llevo el agua a mi molino, es el de las asesorías, o si prefieren usar una expresión que les es más habitual, "las gestorías".
No todos los profesionales de su sector son iguales. De hecho, les diferencian infinidad de cosas: su profesionalidad, la confianza que inspiran, su precio, el servicio que ofrecen, su calidad de trato al público, el nivel de sus instalaciones, etc.Todos convenimos que, teniendo un negocio abierto, sea grande o pequeño, es necesario disponer de alguien que nos ayude en el cumplimiento de nuestras obligaciones legales, nuestras declaraciones de impuestos, las nóminas, los contratos, etc. Sí, es un gasto que no apetece mucho tener (aunque eso cambiaría si fuesen capaces de enfocarlo no como un gasto sino como una inversión en seguridad, rentabilidad y tiempo), pero siendo como es imprescindible, y por tanto un gasto que sí o sí vamos a tener que desembolsar, ¿no merece la pena plantearse analizar las diferencias entre unas y otras asesorías, y escoger en base a lo que nos ofrecen y lo que nos piden a cambio? Es más, no ya lo que nos ofrecen, sino lo que pueden darnos si se lo pedimos.
Por supuesto que podemos recurrir al simple procedimiento de escoger la más barata. Es legítimo. Pero no perdamos de vista que eso legítima también a quienes escogen la peluquería de cinco euros. Seamos coherentes: si estamos convencidos de que una peluquería a cinco euros no puede dar un buen servicio y desmerece a la profesión, no aspiremos a utilizar los servicios de una asesoría de 25 euros. No exijamos a los demás lo que no queremos que nos exijan a nosotros.
Pero el precio, con ser importante en los tiempos que corren, no es el único factor a considerar en una elección de este tipo. La experiencia (un despacho que lleva 25 años abierto implica estabilidad y solvencia; uno abierto hace un mes es un desconocido); la especialización (no es lo mismo gestionar peluquerías que talleres mecánicos, no tienen los mismos problemas); la profesionalidad (¿quién está al frente, qué titulación tiene y por tanto hasta qué punto tiene una visión global y completa de todas las problemáticas que pueden afectar a nuestro negocio?, tiene usted derecho a conocer al responsable del despacho, no a ser atendido siempre por el último administrativo que se ha incorporado); la tecnología (evita desplazamientos innecesarios, permite interactuar con la asesoría a cualquier hora de cualquier día); el trato al cliente (vale, nuestro asesor siempre nos hablará de cosas ingratas como impuestos y obligaciones, pero al menos que nos sintamos bien tratados y no un número más, que nos hablen en nuestro idioma y no de forma ininteligible).
¿Recuerdan aquel viejo anuncio de televisión que hizo fortuna? "Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo". Esa búsqueda y esa comparación deberían contemplar todas esas variables, tanto en la búsqueda de una asesoría como de un salón de peluquería o estética. Y la elección solo debería producirse tras una cuidadosa evaluación de todas ellas: el mejor conjunto es la mejor oferta, en su negocio y en el nuestro.