La creciente popularización de los tatuajes, una moda que parece haber llegado para quedarse, ha hecho que paralelamente también crezca el número de personas que desean borrarlos.
En primer lugar, uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es que el profesional encargado de realizar el tatuaje tenga la formación sanitaria necesaria, algo imprescindible si queremos evitar futuras complicaciones. También es fundamental asegurarnos de que la tinta utilizada esté debidamente homologada ya que, en caso contrario, nada nos garantiza que no sea tóxica, alergénica o pueda provocar infecciones.
Es posible eliminar los tatuajes de forma efectiva si se hacen con el láser adecuado y siempre bajo control médico. Desde luego, la Miembro de la AEDV incide en que ante cualquier alergia hay que acudir al dermatólogo.Por otro lado, es conveniente saber que los colores empleados en el diseño influyen de manera directa en la facilidad de eliminación del tatuaje: los más sencillos de borrar son los azules, grises y negros, mientras que los más difíciles son los amarillos y verdes. Los pigmentos rojos y naranjas pueden provocar reacciones de rechazo con cierta frecuencia. Asimismo, siempre se deben evitar los tatuajes sobre lunares, ya que, llegado el caso, pueden complicar un eventual diagnóstico futuro de los mismos como tumores.
Si en algún momento se decide eliminar el tatuaje, el mejor sistema es el láser ultrapulsado, que se considera totalmente efectivo siempre que se utilice el láser correcto de la mano de profesionales cualificados, eliminando los riesgos de quemaduras y cicatrices. De todas maneras, al igual que los tonos empleados en su realización, la zona en que éste se encuentre también incide en la facilidad de borrado (espalda, muslos, brazos), además del tiempo que lleve hecho y la cantidad de pigmentos empleados.
Tras la eliminación de un tatuaje, es aconsejable también cuidar la piel específicamente para evitar infecciones, ya que el láser puede provocar en ocasiones la aparición de costras y, al fin y al cabo, se trata de un procedimiento agresivo. La protección solar es fundamental los primeros días tras cada sesión, y se aconseja acudir al dermatólogo ante cualquier trastorno o reacción alérgica.