Michelle Peck se ha convertido en una estrella en un abrir y cerrar de ojos al convertirse en la esteticista de las estrellas de Los Ángeles, con clientes tan selectos como Madonna o John Galliano, entre otros.
En una reciente entrevista realizada en España, Michelle Peck asegura que “En Los Ángeles se concentra el 5% más significativo del mercado de la estética. Es donde está todo lo mejor: médicos, clientes… Es difícil penetrar en él, pero una vez que lo has hecho, viene el resto del mundo". El motivo de su viaje fue la presentación en sociedad de O2 Intraceuticals en nuestro país. La marca, que solo en Los Ángeles tiene presencia en 200 centros, nació hace diez años en Australia, desembarcó hace ocho en Estados Unidos, y desde hace uno planea su expansión global.
La relación de Peck con O2 Intraceuticals se consolidó cuando ella era una masajista con ganas de prosperar. Sus manos son un don y tienen una verdadera gracia para tocar a la gente. A los 22 años acabó la carrera y se puso a trabajar dando masajes a domicilio. Solo tardó seis meses en conseguir una clientela fija.
Entonces, Intraceuticals se puso en contacto con ella. La compañía quería expandirse y su propietario sabía que tenía clientes muy interesantes. Fue eso lo que le movió a escogerla. Le llamó por teléfono, le explicó la tecnología de oxígeno por presión con la que trabajaba, la probó y le encantó. Le dejaron una máquina –O2 Intraceuticals usa un difusor a motor para penetrar la epidermis– y la probó con un par de clientes para ver resultados. El resto es historia. La piel es el órgano más extenso del cuerpo, así que fue una evolución lógica.
Nacida en Kansas y de ascendencia cherokee, basta decir que Peck tiene un cutis inmaculado. Algo a lo que probablemente contribuya su joven marido. Ella no le quita méritos. Lo conoció durante la última gira de Madonna cuando hizo parada en Italia. Era el guardaespaldas de Madonna. Empezó a perseguirla, pero ella le ignoraba porque era bastante más joven. Él tiene 29 y ella 41. Un apuesto joven de un pueblo de Sicilia y de costumbres tradicionales que hechizaron a Peck.
Pero Michelle no solo opera a nivel superficial, sino que exhibe una especie de aura de curandera. Es como una psicóloga. Tiene clientes hombres, pero en su mayoría trata a mujeres. Y cuando alguien, no importa quién sea ni el dinero que tenga, se quita la ropa y se tumba en una camilla se vuelve vulnerable. Llegados a este punto, afirma que su labor adquiere otra dimensión. Cuando se ponen en sus manos, las mujeres le confían su autoestima: trata de reforzarlas en su femineidad, la belleza empieza en el interior. Argumenta que si no te gustas a ti misma, no le vas a gustar a nadie. Cree que su misión es la vida es compartir este lema, posiblemente el secreto de su éxito.